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-El lenguaje de las abejas-
Esto podrá parecer un cuento de hadas, pero el 
			hecho es que las abejas tienen su “lenguaje”. Sí, hay numerosos 
			animales que tienen una voz para expresarse, esta voz les sirve muy 
			a menudo para expresar sus propias sensaciones. Las abejas, por el 
			contrario, hablan una lengua que les permite dar una serie de 
			informes, y a veces, hasta consejos útiles.
Cuando una abeja del servicio de información ha 
			descubierto un tesoro, se carga de néctar y de polen, y regresa en 
			línea recta a su colmena. Apenas, llega, las abejas encargadas de la 
			recolección la rodean en tropel, mientras ella les comunica lo que 
			ha descubierto. Si se expresa con una danza en redondo sobre un 
			panal de la colmena, esto quiere decir:”Hay gran cantidad de todo, 
			muy cerca. ¡Salid y recoged! Las colectoras excitadas se acocan a al 
			danzarina, le restriegan sus antenas con el fin de conocer el olor 
			de las flores que deben buscar, y salen volando, sabiendo que, a 
			menos de cien metros de la colmena, podrá hallar una abundante 
			cosecha.
Pero si el tesoro se encuentra a cierta distancia 
			de la colmena, y si sólo hay un árbol aislado, o un pequeño grupo de 
			flores, las indicaciones deben ser mucho más precisas. La 
			informadora entonces avanza agitando su abdomen. Al extremo de una 
			línea recta la informadora da un viraje, y trazando un rizo, vuelve 
			a su punto de partida. Repite luego el mismo movimiento, girándose 
			ya a la derecha, ya a la izquierda, todas las veces necesarias para 
			hacerse entender. La figura que traza es una especie de ocho, 
			alargado por el centro. El trazado a este ocho significa la 
			dirección en que se encuentran las flores con referencia al sol. La 
			velocidad con que se desplaza la conferenciante y el número de 
			palpitaciones de su abdomen expresan la distancia a recorrer. Cuanto 
			más lejos estén las flores, tanto más se agita y tiembla la abeja. 
			Por ejemplo, de seis a ocho latidos efectuados en quince segundos 
			expresa que es preciso ir a cuatrocientos metros de la colmena. Pero 
			si en el mismo tiempo el abdomen late diez u once veces es que las 
			flores están a setecientos metros.
Una agitación violenta se apodera entonces de la 
			colmena, todas las cosechadoras se ponen en movimiento imitando los 
			de la danzarina antes de lanzarse a la busca de lo que tiene 
			anunciado. “Se guían por el sol y no se equivocan nunca”
- Eugenio Bautista-
 
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2008 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA