ROSA CON R*.-

 

 

            Espera Septiembre de 1.956

 

         Es lunes, está clareando, me tengo que levantar muy temprano, porque mi madre y yo vamos a la Angostura a lavar y si llegamos tarde no encontraremos una pila libre.

 

         Mi padre dice que soy una soñadora, que tengo la cabeza llena de películas y no dejo sitio para otra cosa, es verdad, en este pueblo pequeño no hay mucha diversión, y el cine me permite volar y olvidarme de las penas diarias.  Me gustan todas las películas, lo mismo me entusiasma “Justicia Corsa” o “Cruz Diablo” que me convierto en Carmen Moret, cantando “Cocidito Madrileño” junto a Pepe Blanco.

 

Ayer por la mañana cuando fuimos a misa mis amigas y yo, en la puerta de la iglesia estaba puesto el cartelito con el título de la película y yo cerraba los ojos y rezaba para que echaran una  que pudiéramos ver las muchachas de Acción Católica, una película que no fuera “rosa con reparo”, casi me doy un golpe justo antes de que mis amigas entre risas me zarandearan para que abriera ya los ojos, que alivio! echaban “Puebla de las mujeres”.  

 

Cuando salimos de rezar el rosario por la tarde, fui corriendo a mi casa, para preguntarle a mi padre si me dejaba ir al cine, mi padre tan bromista como siempre, me dijo que tuviera cuidado si me encontraba con Baldomero  “que tiene las manos frías…” yo me quedé parada un momento en el quicio de la puerta sin entender  lo que decía, cuando escuché las voces de mis amigas llamándome.

 

El cine de mi pueblo se llama “Cine Esperanza”,  siempre nos sentamos arriba en el gallinero, porque cuesta 6 reales, y así tenemos bastante para comprar un cartuchito de castañas o de pipas a Curro “el Petrolo” o a Asunción “la Nona”.

 

Cuando íbamos para arriba, empezó un viento como de tormenta y nos acordamos de un día en el cine el año pasado, el  29 de Junio, día de San Pedro, cuando llovió tanto, que Curro López no dio a cada una un ladrillo y un papel de estraza, para que no nos mojáramos los vestidos.

 

         Al salir del cine corrí hacia mi casa, antes de que mi padre se impacientara y no me dejara ir el domingo siguiente. Me senté en la cama para desnudarme y ponerme el camisón, me quité las medias con cuidado de no romperlas, porque una muchacha de Acción Católica no podía permitirse salir sin medias, si no quería quedarse sin la insignia. Y mientras el cansancio me vencía, soñaba que era Marujita Díaz y que cantaba para Rubén Rojo, que me miraba con ese aire especial que sólo tienen los galanes del cine…

  

         Con todos mis respetos hacia aquellas mujeres que aceptaron las terribles limitaciones morales de la época como algo inevitable, y aún sonríen, y con toda mi admiración hacia aquellas que no las aceptaron…

 

 

     ROSA CON REPARO

- MJRB -