¿La Hermandad? Ya se atisba
en el horizonte.
“La Iglesia no puede prescindir de las hermandades, pues entre otras
cosas son un freno para el
laicismo.”
Monseñor Juan José Asenjo. Arzobispo Coadjutor de Sevilla
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ace aproximadamente un año, en la revista del Cristo del pasado 2008,
escribí un artículo titulado: “La hermandad del Cristo ¿Por qué? ¿Para
qué?”, en el que reflexionaba sobre la conveniencia o no de la
reorganización de la varias veces centenaria Hermandad del Santo Cristo
de
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abido es que todos los cristianos profesamos la misma Fe, pero sin
embargo son muy distintos los efectos que se producen en los que
escuchan el mensaje salvífico del Reino.
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in embargo, he de reconocer que casi la totalidad de la semilla
esparcida, gracias a Dios, no cayó al borde del camino, con lo cual
empezó a germinar. Así, a mediados del pasado mes de febrero del año en
curso, tuvimos una primera reunión “oficial”, con el preceptivo permiso
y bajo la presidencia del Reverendo Señor Cura Párroco Titular de
nuestra Iglesia de Santa María de Gracia, Don Pablo Peña Vinces, lo que
le agradezco de todo corazón en mi propio nombre y en el de cuantos
participamos en esta iniciativa, en la que un numeroso grupo de fieles y
devotos del Cristo nos congregamos en el salón parroquial para ver si
regábamos la cosecha que iba saliendo o levantábamos el terreno. La
respuesta fue tan fabulosa por la numerosa asistencia, y tan rotunda y
categórica por las ganas de seguir el proceso iniciado, que la
conclusión clara y diáfana estaba en el ánimo de todas las personas
presentes y de otras que así lo habían manifestado previo a la
justificación de su ausencia. Ante esta situación se nos informó por
parte del Párroco de lo que conllevaría nuestra decisión, tras lo cual
manifestamos nuestro consentimiento y aceptación para acometer el reto,
con ilusión, prestancia e ímpetu.
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oy consciente de que parte de la semilla germinada, un minúsculo
porcentaje, ha caído en terreno pedregoso donde no hay mucha tierra, y
germinó brotando rápidamente por no ser muy hondo el suelo, pero al
apretar el sol, se agostó y se está secando al no tener raíz. En efecto,
hubo quienes leyeron lo escrito,
y al punto lo recibieron con alegría y con gozo; pero al no tener en sí
raíz, sino que es inconsistente y de poca duración,
al venir una dificultad,
persuasión o aflicción por causa
del interés demostrado, enseguida tropezaron, se olvidaron y lo dejaron.
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tra parte, muy pequeña también, de las incipientes plantitas, cayó entre
espinos; crecieron más deprisa éstos y las sofocaron. Lo sembrado entre
espinos son aquellas personas que escucharon y entendieron lo que se
pretendía, pero las preocupaciones de este mundo, que tanto nos agobian,
la seducción engañosa de las riquezas en sus más variadas versiones, la
envidia desmotivada, el egoísmo desmesurado, el temor a perder presencia
y protagonismo, el miedo a que se ponga mi “yo” en tela de juicio y que
otros puedan venir a relegarme a un lugar sin protagonismo social de
primerísima fila, sofocaron y ahogaron las buenas intenciones que
empezaron a aflorar en algunos, quedando desvanecidas, estériles y por
tanto
sin frutos.
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ero afortunadamente, otra parte, la inmensamente mayor proporción de
semillas, cayó en buena y fértil tierra y han entendido lo expresado, y
después de germinar, nacieron las plantas que continúan creciendo sanas,
robustas, frondosas y vigorosas.
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as plantas tienen poder de fructificar siempre; mas el fruto depende de
la libertad del hombre, que puede estar condicionada por múltiples
factores: por la propia inconstancia, por las dificultades tanto
externas como internas, por la seducción del mundo y las riquezas, por
el maligno en definitiva. La esperanza en la variedad de frutos que se
pueden obtener, muestra la calidad de las intenciones que nos guían y de
las buenas disposiciones en los que escuchando la llamada, queremos
llevar a la práctica lo programado. El mensaje es claro y debe ser
aceptado con libertad para arraigar y producir frutos, que espero
se den abundantemente, unas
al treinta, otras el sesenta, otras el ciento y otras el mil por uno.
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onfío que al final del ciclo inicialmente previsto, cuando procedamos a
la recolección de la cosecha, la acumulación de todos los frutos sea tan
abundante que termine convirtiéndose en la “Hermandad
que todos deseamos”. Una Hermandad cuyo fin directo e inmediato sea,
como decían los antiguos estatutos y que literalmente copio:
“Fomentar el culto, amor y
devoción al Santísimo Cristo de La Antigua y Nuestra Señora bajo la
advocación de la Paz y atender a la perfección religiosa de sus miembros
mediante el ejercicio de la piedad cristiana, colaborando con la
Parroquia en sus actividades de evangelización y asistencia social”.
Igualmente, La Hermandad ha de tener como objetivo especial:
“agrupar a los bautizados y
devotos del Santísimo Cristo de la Antigua, espereños o no, bajo la
advocación del Santo Patrón de esta villa .Asimismo la Hermandad tendrá
como lema: “UNIDOS EN EL AMOR”, según el mandato de Cristo: “Amaos los
unos a los otros como Yo os he amado”, e imitando a la Virgen en su
entrega generosa e ilimitada y amor vertido a raudales”.
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os hermanos hemos de ser fiel reflejo e inequívoco escaparate de la
espiritualidad que embargue a la Hermandad, y que como se recoge en el
Título III de unos antiguos estatutos, debe impregnarse de:
□
Vocación Cristiana:
Los hermanos debemos sentirnos, ante todo, personas que hemos aceptado
consciente y libremente nuestro Bautismo, por el que nos hemos
incorporado a Cristo y somos miembros vivos de su cuerpo que es
LA IGLESIA.
□
Identificación con Cristo:
Los hermanos hemos de ver en el Santísimo Cristo de la Antigua, la
Imagen de Jesús, que por AMOR
se hizo hombre, para redimirnos y llevarnos a una
NUEVA VIDA.
□
Devoción a María:
Los Hermanos debemos identificarnos con María. Ella estuvo presente en
los primeros momentos de la Iglesia, siendo su actitud de entrega por
amor, nuestro mejor modelo.
□
Comunidad de Fe:
La Fe de los hermanos debemos fundamentarla en la Palabra de Dios
aceptada y vivida; debiéndose expresar ésto en actitudes acordes con el
Evangelio.
□
Comunidad de Amor:
Los hermanos deberemos estar siempre animados por un espíritu de
servicio y entrega hacia los demás, traduciéndose en obras por las que
se reconozcan que somos discípulos de Jesús.
□
Comunidad de Culto:
Los hermanos evitaremos caer en la célebre frase del Profeta y que Jesús
recordó: “Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está
lejos de Mí”. Por tanto, los actos de Culto deben presuponernos en cada
hermano una verdadera actitud cristiana interior.
□
Comunidad Eclesial:
La Hermandad ni debe ni puede vivir al margen del párroco y de la
Parroquia. La presencia del párroco en la Hermandad y la colaboración de
ésta con las tareas de la Iglesia serán consideradas como un deber
cristiano. Además, la Hermandad deberá contribuir a sufragar las
necesidades materiales de la Iglesia Parroquial.
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ue cuando nos miren, nos vean, nos escuchen o interpreten, no puedan
decir con doble e irónica intención: ¡Notable ejemplo de piedad!
¡Admirable muestra de caridad! ¡Rutilante joyita de conducta cristiana!
Sino que al contrario, seamos capaces de despertar en los demás los
secretos que hay contenidos en las palabras:
ser humano, amor, belleza,
bondad, paz, justicia, libertad, fraternidad, dignidad humana,
inmortalidad…
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racias de todo corazón a todos y a todas los que con vuestra presencia,
participación, colaboración, dedicación, trabajo, esfuerzo e ilusión
estáis consiguiendo que el proyecto continúe adelante. Pero no nos
engañemos, no sólo son nuestras actitudes y bondades las que posibilitan
esta evolución gratificante caminando hacia la meta victoriosa, sino que
son la bondad y la fuerza de Dios a través de su hijo
El Santo Cristo, las que
actúan en nosotros para conseguir tales fines.
Y no olvidemos que esa Fuerza se
nos proporciona por medio de los sacramentos, y especialmente el de la
Eucaristía, Alimento que nos viene de arriba, sin el cual sucumbiríamos
al calor y al cansancio que tantas veces agobia nuestras expectativas.
Es por ello que no deberíamos conformarnos con la famosa frase tan
manida: “Para querer al Santo Cristo no necesito ir a la Iglesia”, sino
que transformemos nuestra vida y nuestro comportamiento de cristianos,
cumpliendo con nuestros deberes y obligaciones como tales, participando
activamente en la vida parroquial, y siendo conscientes de la necesidad
de ir reponiendo fuerzas con el verdadero Alimento bajado del Cielo:
Jesucristo Resucitado, verdadero Dios y verdadero
Hombre, esencia misma de Amor.
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leno de fe viva y esperanza indefectible, invoco a nuestro Santísimo
Cristo de
Un abrazo fraternal.
Antonio Jesús Mariscal Bautista
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2009 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA