stos versos podrán ser buenos,  regulares y muy posiblemente  malos, pero con todo cariño y afecto he querido plasmar en ellos el sentir de unas vecinas, el mío propio y sin lugar a dudas, el de un pueblo

(D.E.P.    Carmen “la Gavilana”

 

¡Ay!  veinticinco de Abril

¡que fría está la mañana!

la calle gime de luto

que se fue “la Gavilana”

 

Que cogió el camino hacia el cielo

dejando triste la calle

allí tendrá su descanso

allí estará junto al “Gavi”,

allí dejará la cruz

que arrastró por este valle

y en un kiosco de gloria

dará chuches a los angeles.

 

Cerrado está el  bar Frasquito

y está una  puerta cerrada

puerta de Carmen Hernández,

puerta de la Gavilana,

Gavilana por consorte,

para los nietos, la Nana.

 

Las vecinas no lo creen

aunque sus ojos la han visto,

Ana, la de Cesáreo

Candelaria, de Frasquito

Zulema, la de la tienda,

la mujer de Miguelito,

con Teresa, “la de Espada”

“las Dolores” de  Currito,

todas están acongojadas

aunque repriman los gritos.

 

Cada cual  a su manera

aunque sea primavera

en esta fría mañana

tienen la mirada triste

por faltar la Gavilana.

 

¡Gavilana!:

fuiste  la esposa sufriente

fuiste la madre que daba,

fuiste la abuela que quiere

fuiste de la tienda esclava,

y de tu “cuña” Dolores,

fuiste  una gran hermana.

Fuiste como de familia

de tus vecinas cercanas,

aquellas que hoy se preguntan:

¿donde está la “Gavilana”?.

 

Te ví en la capilla ardiente,

donde Espera te velaba

estabas igual que antes,

igual estaba tu cara.

  

Luego, a la entrada del Templo,

mientras doblan las campanas

me pregunto y no recuerdo

cuantas coronas llevabas.

Carmen, la alegre vecina,

las mereces, Gavilana.

 

Y  en  las  tardes de  verano

en la “puerta Candelaria”

habrá una  silla vacía

que la llenará el  recuerdo

de esa Carmen que reía

de esa Carmen que sufría

que la vida trató duro

y no perdió su alegría.

  

Que animaba al  vecindario,

que nos vendía papeletas,

que visitaba el  Sagrario

y aún le quedaba tiempo

para rezar el  Rosario,

y era socia y tesorera

de “Mujeres Caminando”.

 

Cosa que te agradecemos

-sin entender el  sentimiento-

que naciendo en la Macarena

quisieras venirte  a  un pueblo

para vivir en Espera

y desde Espera hasta el  cielo

y bajo el  cielo de Espera

siempre te recordaremos

la gran persona que eras.

 

      Miguel  R.  Ardila

                                Espera 2.009