La Devoción de un pequeño

¿Qué tienes hijo? ¿Qué tienes?

Que se iluminan tus ojos

colmados de bellos sueños.

 

¿Qué tienes, mi niño, qué tienes?

Si recreces tus sentimientos

disfrutando ese deseo.

 

¿Cómo quieres, madre, cómo?

Que te explique mi profundo anhelo

mi devoción al Santo Cristo

como cualquier espereño.

 

Y al acordarme de Espera

mi corazón se hace inmenso

que rebosante de alegría

casi no cabe en mi pecho.

 

¿Cómo explicarte, madre?

Si con poco años cuento,

pero mi viveza y mi inquietud

a Él yo se los debo.

 

Pues, hijo ¡sigue soñando!

No es malo soñar despierto

que el Santo Cristo de la Antigua

siempre velará tus sueños.

 

Ana Piñero Ortega