Fuente: Obispado de Asidonia-Jerez
Celebrar la fiesta de nuestro Santo Cristo
Este año cuando se aproximen las fiestas del Santo Cristo, nuestros
hogares, comercios, lugares de encuentro lucirán el rostro desgarrador
de Jesús de Nazaret cuando acaba de entregar su vida por la salvación de
todos.
En el cartel de 2008 no hemos querido distraer la mente con nada que nos
pueda despistar del objeto principal de nuestra fe: "Fue Crucificado,
muerto y sepultado".
El credo que recitamos cada domingo en la Eucaristía se hace imagen para
preparar nuestros corazones en esta celebración que vive Espera año tras
año y que traspasa los umbrales del tiempo, cuando al finalizar cada
verano se convierte para nosotros en
tiempo fuerte de salvación.
Cuando la liturgia celebra la Exaltación de la Santa Cruz, el triunfo
del madero, que pasa de ser instrumento de tortura a imagen de
salvación, como cuando Moisés en el desierto alzando el callado hacía
que el pueblo liberado de la esclavitud se encontrara a salvo. Así
nuestra mirada va directamente al rostro ensangrentado, al rostro que
aunque lo tenemos de tiempo inmemorial en la magnifica joya de autor
desconocido según algunos y de los mismos
ángeles según otros, Espera lo sabe glorioso y glorificado y por eso
siente la libertad del que ha salido de la esclavitud de su propio yo,
para encontrarse con la libertad del que nos salvó sin mérito alguno por
nuestra parte.
El rostro de nuestro Santo Cristo es una
provocación para sentir nuestra pequeñez, nuestra pobreza, nuestra misma
nada y salir al encuentro de Aquel que no retuvo para sí la categoría de
Dios sino que nos ganó la libertad haciéndose esclavo y uno de tantos,
MENOS EN EL PECADO.
De ahí que en este recién inaugurado año paulino,
cuando recordamos el 2000 aniversario del nacimiento del apóstol que
"todo lo estima basura con tal de ganar a Cristo"; del que se atrevió a
colocar la Cruz del lugar que tenía en la historia humana al que ahora
tiene para todo cristiano en la historia de la salvación, aún contra
corriente del sentimiento de su época, para poder exclamar sin tibieza
alguna lo que ha sido para nosotros el centro de la teología de la Cruz:
"Nosotros predicamos a un Cristo Crucificado: escándalo para los judíos,
necedad para los gentiles; más para los llamados;
lo mismo judíos que griegos, un Cristo fuerza de Dios y sabiduría de
Dios"
(1 Co 1,23-25).
De ahí que este año al celebrar los cultos, los
traslados, las visitas permanentes, el encuentro del Santo Cristo con su
pueblo a lo largo de la primera quincena de septiembre, en este 2008,
precisamente cuando el día de la Exaltación de la Santa Cruz coincide
con el día del Señor, como cualquier domingo, cuando nos reunimos en
torno a su Mesa, pedimos a San Pablo que nos preste su valentía, su
riesgo, su ardor, su enamoramiento de Cristo, su capacidad de
sufrimiento para sufrir por el Señor, más que incluso los doce apóstoles
juntos y así ojalá cuando la misma tarde del 14 cuando se vuelvan a
cerrar las puertas del Castillo podamos pronunciar con los labios y el
corazón la frase fontal y decisiva que condiciona toda una vida y con la
que el apóstol de los gentiles animaba a sus comunidades recién
fundadas: "ya no vivo yo sino que es Cristo quien
viven mi; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del
Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mi". (Gál2,
20)
Pablo Peña Vinces
Párroco
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2008 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA