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REVISTA DEL CRISTO 2006

EL NIÑO CHICO

Cuando voy a mi pueblo, que es Espera, muchas tardes las dedico a pasear en la Plaza de la Iglesia, que es un lugar maravilloso, tranquilo y muchas veces, con un viento del Sur, que comienza en el Estrecho; y te da un fresco natural que, como dice un viejo y antiguo refrán, "quita las tapaderas del sentido". Son muchas las veces que pienso si los espereños no han hecho la prueba de pasear por esta plaza.

Como ya he dicho, una de las tardes que paseaba por allí, se acercó un hombre mayor (me reservo su identidad) y me recordó lo que le ocurrió cuando él era pequeño, en cuya anécdota yo intervine. La historia es la siguiente:

Un domingo, último del mes de septiembre, salí de la Iglesia con mi mujer y mis hijos y les dije - "el coche lo tengo en la Calle de los Toros. Hay feria en Arcos y nos vamos ahora mismo”. Así lo hicimos y cuando llegamos a la gran ciudad dimos varios paseos. En uno de ellos, a mis hijos, Manolo, Justo José y Coqué, se les antojaron un sombrero de "Sheriff" a cada uno; unas chaquetillas, correaje con balas de madera que lo rodeaban y unas pistolas, también de madera. No les quise disgustar y a ellos les sirvieron de grandes regalos.

Se entiende que ya en Espera se reunieron con varios niños, entre ellos el hombre que sostuvo la conversación conmigo en la plaza que entonces era un niño como ellos: y de ahí vino el anecdotario.

"Una noche estábamos durmiendo. Sería sobre las tres de la madrugada cuando oí que llamaban a la puerta. Salí al balcón y era un menor, pues al preguntarle quién era me contesto -"el Niño Chico". Bajé. Abrí la puerta y el menor, asustado, me dijo que mis hijos Manolo, Justo José y Coqué fueran a su casa porque les había visto con ropa de "Sheriff" y que dentro de su referida casa, y debajo de la cama había un "indio". Así que, ellos con las pistolas y demás ropa de estilo de película de oeste lo pudieran coger. Entonces, al menor le pregunté si le habían visto sus padres, pues me supuse que no, porque iba totalmente desnudo. Me dijo que no. Y en aquel momento le cogí de la mano y lo llevé a su casa. Los padres dormían. Les despertamos y entablamos una conversación. Sacamos la conclusión que aquella noche el niño chico había ido al cine y vio una película del "TIO DE LA MANTA", y entre sueño, dormido, creyó que uno de los indios de la película había entrado en su casa.

Este niño, ya hombre, con lágrimas en los ojos, me recordó que aquellos tiempos eran más bonitos que los de hoy en día "con tantas discotecas".

Dijo que cómo gozaba de las películas: "Una tumba para el Sheriff"; "Por un puñado de dólares"; "Billy el Niño" "Puebla de las mujeres"... Y ya le corté de hablar, diciéndole - ¡Calla que me vas a hacer llorar!

        Puede que los tiempos actuales sean más bonitos que a los que el "Niño hombre" se refería. Pero le hice la pregunta y me contestó que aquellos eran más bonitos y que sus hijos les dicen que quisieran haberlos vivido.

Francisco Romano Lozano

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