HABLEMOS DE ANTONIO MANCHEÑO
Hablemos de Antonio Mancheño, último alcalde de la II República.
No quiero quedarme para el último de los que escribe artículos relacionados con la política en este libro que edita el Excmo. Ayuntamiento, Delegación de Cultura. Y quiero hacerlo a la persona de Antonio Mancheño, alcalde que fue, como digo anteriormente, de la II República.
Este artículo va dedicado a sus hijos, hijos políticos, nietos, sobrinos y demás familiares.
Mancheño nació en Espera en el año 1894, su profesión fue la de industrial; regentaba como propietario el bar del Arco, hoy bar Tomasín. Mancheño también era conocido como “Antoñito el músico”, pues fue gran aficionado a la música y tocaba en la banda de Espera. Contrajo matrimonio, nacieron diez hijos: Rosario, Francisca, Manuel, Josefa, Dolores, Diego, Antonia, Eleuteria, Carmen y Antonio.
Casi todos los espereños que pasamos de los 50 años recordamos a Manolo, el mayor de los varones. Manolo todos los años, en temporada de fútbol, y que sólo se jugaba durante los dos o tres meses de verano, se venía a jugar al fútbol a su pueblo y de esta forma defendía los colores del Espera C.F. jugando con aquellos fuertes equipos, como fueron: El Guadalete, La Lebrijana, Cabecense, etc. Manolo fue un gran extremo izquierda y militó en primera división; concretamente en el España de Tetuán y en el Córdoba C.F. Recuerdo que, con trece o catorce años estuve pasando unos meses en Algeciras; corrían los años 55/56 y la crónica de los partidos en los que Manolo jugaba salía en el diario “Área”, y yo se las mandaba a mi padre para que estuviese al corriente de cómo marchaba futbolísticamente Manolo. Estaba casado con otra espereña, Rosario Ferreras Durán. Manolo falleció hace años en Linares.
También recordamos al más pequeño de los Mancheños, Antonio; que también jugaba al fútbol, sin llegar a destacar como su hermano Manolo. Antonio no militó en equipo de categoría nacional. No obstante tenemos que decir que fue seminarista y estuvo estudiando junto a Manolo Román, Paco Fernández y José Camargo; pero, se ve que ninguno de ellos había nacido para ser párrocos. Antonio en la actualidad se encuentra en Cataluña.
Todos los hermanos siempre han tenido un gran cariño a su pueblo y, rara vez, algunos de ellos dejan de visitarnos en las fiestas del Santo Cristo de la Antigua. Devoción que les inculcaron de pequeños sus padres, en un principio Antonio y después su madre Carmela, como le llamaban cariñosamente la gente.
Pasemos a la parte trágica. Esto que escribo fue recabado a personas que conocieron muy bien a Mancheño, entre las que también se encuentran algunos familiares. Uno de los que conocían muy bien a Mancheño era mi padre, pues algo tenían en común: mis padres bautizaron a su hija Carmen; y Mancheño y Carmela bautizaron a mi hermana Paula. Este bautizo fue el año 1934, o sea, en plena república 1931; lo que nos demuestra que tanto Mancheño como toda su familia eran creyentes; los que aún viven siguen siéndolo. Hace años, según me cuentan, su sobrina Julia y una de sus hijas estaban presentes cuando lo sacaron de la fosa (fue Juanito Carolina); le encontraron la cartera que estaba en muy buenas condiciones y entre otras cosas había una medalla del Santo Cristo de la Antigua.
Mancheño, antes de su trágica muerte la mañana del 14 de Julio de 1937, estuvo un año en la cárcel. Todas las tardes/noches, tanto su esposa Carmela como algunos de sus hijos, le visitaban y estaban con él haciéndole compañía. Me contaban que, a la hora de despedirse de ellos, les acompañaba hasta la Plaza del Cabildo y se despedía levantándoles la mano cuando iban entrando en su casa, que era la Posada de la Calle Morón. Después el carcelero le entregaba las llaves para que él se encerrara por dentro hasta la mañana siguiente que se las devolvía. Esto demuestra que Mancheño, si hubiese querido huir, no habría tenido ningún impedimento. Pero él estaba obsesionado, cosa que era cierta, ya que él nada había hecho y nada le podía ocurrir. Una y otra vez sus amigos le insinuaban que se escapara; pero él pensaba más en su familia que en lo que a él le pudiera ocurrir. Tenía un amigo en el Puerto de Santa María que, la noche antes de su fusilamiento, le propuso que se escapara y le entregó una pistola, pero Mancheño no había hecho nada, cosa que fue cierto, y que a él le daba mucha tranquilidad.
Mancheño no supo que lo iban a fusilar hasta la noche anterior de que esto ocurriera, el 13 de Julio, cuando el párroco de aquel entonces, Don Cayetano, otros dicen que fue otro párroco, llamado Don Rafaelito (pero este se fue un poco asustado durante la República), le confesó. Hasta entonces no se dio cuenta de que sus horas estaban contadas; tanto es así que su madre, Rosario, se enteró de que a su hijo lo habían fusilado unas horas después de que, esto ocurriera. La noticia se la dio un señor que había en Espera, que le llamaban “El tonto de Salud la L”.
Mancheño fue el último alcalde de la II República, y hasta la fecha no ha tenido el reconocimiento que él se merecía. A veces hay que hacerse esta pregunta: ¿Por qué? Todos los que se hayan interesado un poco en lo que ocurrió durante los cinco años de la República saben que Mancheño no estaba de acuerdo con algunas de las cosas que estaban ocurriendo en el pueblo; entre otras, los entierros que en vida les hacían a otras personas, o que le quisieran prender fuego a la Iglesia. Tanto es así que, por esto y otros motivos que ahora no vienen a cuento, hubo una división de las izquierdas en el pueblo, llegándose a denominar “Culiblancos y Culinegros”.
El sufrimiento de la familia no llegó a terminarse con la muerte de Mancheño. Pasó el tiempo y su hija Rosario, como todas las chicas de aquel entonces tuvo un novio llamado D. Benedicto. Este novio era militar y estaba bastante enamorado; pero la boda no se pudo celebrar por el pasado de su padre. ¿De qué pasado hablamos? ¿De que habían matado a una buena persona?
Lo único cierto, y para terminar, es que con todos los que hablé me manifestaron lo mismo: que Mancheño fue un buen republicano, un buen alcalde, un esposo fiel y un mejor padre; sin dejar de decir que también fue un buen amigo de sus amigos.
JOSÉ ROMANO LOZANO
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2006 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA