Hablar con Nuestro Santo Cristo
Hace unos días hablando de la devoción de nuestro Santo Cristo de la Antigua con un amigo, me decía si era su tono moreno el haberse librado de un incendio, me acordé entonces del símil que me hacía un monje jerónimo de ello.
Y es que, todo incendio comienza con una chispa. En un ambiente adecuado, puede convertirse en un fuego devorado que lo penetra, invade y consume todo. Lo tocado, lo abrasado, se transforma, cambia, se hace uno con el fuego, deja de ser lo que antes era para hacerse uno con el fuego y dar calor a todo lo que le rodea.
Esta imagen conocida por todos, puede servirnos para comenzar a dibujar y describir lo que es un encuentro con nuestro Santo Cristo. Todo empieza con una pequeña llama, un fogonazo, una chispa en el corazón, una llamada, en definitiva, a nuestra puerta. El fuego, nuestro Santo Cristo, por su gran bondad, nos elige, nos toca, nos rodea.
Poquito a poco, si nos dejamos, vamos entablando íntima relación y haciéndonos uno con Él. Podemos decir sin miedo que nos enamoramos de Nuestro Santo Cristo, cambiamos, nos abrasa y transforma en algo que antes no éramos. Y se nos nota, ¡vaya si se nos nota! Damos calor, amor, acogida a los que nos rodean. Queremos ser portadores y transmisores de ese Amor con mayúsculas.
Ya no podemos escapar del Fuego, de Nuestro Santo Cristo: somos abrasados y abrasamos.
Todo cristiano, por el mismo hecho de serlo, ha tenido, en mayor o menor medida, esa experiencia de “toparse” con Dios. Acoger su continua llamada es hacer presente, día a día, ese primer encuentro. Surge, como don de Dios, la fe, la fidelidad, el creer en esa Voz que nos llama por nuestro nombre. Nace, como consecuencia lógica de creer, la relación-amor entre Nuestro Santo Cristo y nosotros. Eso es, en definitiva, orar: dejarse querer por Él, experimentar la relación amorosa con Nuestro Santo Cristo.
Pero bajemos un poco más a detalles. Bien sabemos que toda relación-amor entre personas se manifiesta de una forma determinada: gestos, palabras, abrazos, miradas, cariño…
Pero, ¿no puede darse esto entre Nuestro Santo Cristo y nosotros? Es lógico que todos tendamos a manifestar lo que llevamos dentro de una u otra manera. Es lógico que su amor inmenso desborde el pequeñito vaso de nuestro corazón. También los gestos y palabras (¿no es eso la liturgia?) y, ¿por qué no decirlo?, nuestro cariño hacia Nuestro Santo Cristo son formas de demostrar el amor que sentimos por Él. Y ese amor necesita también, como en toda relación entre personas que se aman, de diálogo amoroso, de momentos de silencios, de intimidad, de escuchas,… Hablemos y amemos a ese Cristo moreno que desde arriba en su ermita nos invita a todos los espereños a entablar esa relación con El.
Antonio Durán Azcarate. 2005
Índice de Artículos de la Revista 2005
[ Página Principal ] [Noticias] [ Artículos ] [Directorio Espereño][Actualidad] [Villa de Espera] [Cofradía de la Soledad] [Asociación Cult. Ntra. Sra. Soledad] [ Emigrantes ] [Agricultura] [Datos e Informes] [Planos] [Guía de Empresas] [Fotos de Interés] [ Gastronomía ] [Links] [Contacta conmigo]
@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2006 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA