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REVISTA DEL CRISTO 2002

El Pozo Santo

  

EL POZO SANTO

 De dónde le viene al Pozo Santo ese nombre lo sabremos los mayores, pero de nuestra juventud espereña seguramente muchos lo ignoren.

 Este pozo se encuentra situado en tierras del cortijo de Los Barros, entre el cruce de carreteras que une los caminos de El Algarrobillo- Las Cabezas y Las Zorrillas- Las Navas.

 Cuando yo era joven, las tierras pertenecientes a Espera daban entrada a un verdadero cuento. El domingo que salíamos a pasear, con un pedacito de pan y una tabletita de chocolate, solía ser como un día pasado en la gloria. La verdura y riqueza de sus olivares rezumaban un colorido hoy inimaginable. El Madrigal, El Cuervo, La Carrasca, Las Viñas de Guzmán, Las Viñas de Patilla, Santiago,Tochera, entonaban un ambiente de parque que, unidas a Las Viñas de San Bernardino, resultaban comparables con Genovés de Cádiz, el Parque de María Luisa de Sevilla, o el Retiro de Madrid, - a menos para el que suscribe -. 

¿ Saben Vds lo que eran Las Viñas de Espera? Llegaba la Feria de la Cruz, en el mes de mayo, y nos ibamos a pasar el día.Desde Espera, partíamos a pie o en caballería; una vez tomado el puente de la Ventilla hasta Santiago, el aire quedaba envuelto en fragancias y perfumes de las distintas flores e hierbas: rosas, claveles, nardos, albahacas, geranios... Cada metro de distancia estaba ocupado por un rosal u otra especie de flor. ¡ Qué maravilla resultaba visitar La Viña de la Ditera, Las viñas de Guzmán , la de Patilla, Curro Aguilar, El Pájaro, El chalet de Gabrielito, La viña de Rosario la “ Colorá”, La Suilda...! Formaban verdaderos jardines, con grandes arboleda de perales, ciruelos, higueras, perillos, damascos, y para qué más contar.

 Se me ha pasado la visita a Villa Luisa, un caserío que se hizo famoso en España. Los de mi generación no conocimos directamente su historia, prestando el oído a lo que contaba mi padre supe que su propietaria era una cantante-vedette llamada “La Jaquita Andaluza”, de nombre Mª Luisa Borrego. A Villa Luisa la visitaban duques, condes , marqueses, militares de alta graduación, médicos famosos. El Caserío hace años que fue destruido por las manos portentosas del capitalismo. 

Gracias a la vida todo el paisaje narrado lo conocí muy de cerca, porque entre los meses de mayo a octubre de 1940  estuvimos viviendo en Las Viñas mis padres, mis hermanos y yo. Siempre para mi  fue un privilegio el haber vivido en ese lugar.

 Pero ahora, una vez descrito el maravilloso entorno que formaba las tierras de Espera, retomemos El Pozo Santo para entrar en la narración de los hechos ocurridos que le dieron tal definición a ese manantial de agua.

 El término de Espera contaba con una gran extensión de olivares, era nuestro pueblo un productor de aceitunas de alta graduación con las que se lograban un aceite de calidad. No pocas veces la recolección de aceitunas colmaban las almazaras existentes. Una de las almazaras era la del  El Molino de las Calles, hoy propiedad de Vicente Vega; otra la de El Molino de la Máquina, cuyo propietario fue Manuel Camacho. 

Un año de la década de 1940-50 fue necesario depositar la cosecha fuera de las referidas almazaras. Manuel Camacho las depositó en la Plaza de la Iglesia, justamente en el lugar que hoy ocupa el monumento a la Virgen Inmaculada . En aquel entonces pasaba mucho por allí  ya que mi padre tenía una taberna en la calle de Los Toros, y yo la atendía hasta altas horas de la noche.Una de esas noches hacía muchísimo frío y para quitármelo un poco me fui a visitar al guarda que vigilaba el montón de aceitunas extendidas en el rellano de la plaza, a buen seguro siempre echaba una buena rescordada de candela. Yo iba a quitarme el frío y a disfrutar de la conversación.

 El guarda no era otro que El Conde, el abuelo de quien llamamos cariñosamente Quiqui el Conde . Yo tenía una gran amistad con El Conde, pues era primo hermano de mi padre. Aquella noche le comenté que por la mañana había ido a  Las Navas a ver un tentadero, que toreó Carlos Arruza, de regreso a Espera hice un descanso en el Pozo Santo. Entonces me preguntó que si sabía de dónde le venía ese nombre al pozo. Le contesté que no , y el me  dio esta narración :

 “ En un caserío , cerca del Algarrobillo, vivía un joven que un año vino a las Fiestas del Cristo. El paseo de la juventud lo hacían en la Plaza de la Iglesia. Este joven, paseando , se enamoró de una muchacha que vivía en El Callejón de la Torre o de la Reina. Todas las noches venía a ver a la novia. Una de estas noches se marchó a su caserío cogiendo por la calle del Pozo , siguiendo el callejón de Pijorro hasta alcanzar el cementerio; pero al llegar al campo santo oyó una puerta que se abría, salió un hombre que se sumó al caminar del joven. Sin mediar palabra, le acompañaba, y cuando llegó al pozo de Los Barros desaparecía. Así ocurría todas cuantas noches tomaba el camino del cementerio a la vuelta de ir a ver a la novia. 

Transcurrido un tiempo le cogió miedo a los hechos y una noche le contó el caso a unos amigos. Estos le aconsejaron que se lo refiriera a Rosario La de Perica,  - era una señora que sabía de todo:  costurera, ponía inyecciones, partera de los niños que nacían en la localidad ; testigos de ello pueden ser Luis y  Manolo Troncoso, Juan José Duque, Manrubia, o nuestro salesiano Manuel Camargo-.

 Cuando el muchacho fue a ver a Rosario le expuso el caso. Ella le mencionó que hacía poco tiempo había muerto el padre de la que era su novia, y posiblemente no le habían dicho la misa del alma. Lo más seguro es que el que le acompañaba desde el cementerio al pozo fuera el futuro suegro del muchacho. 

Acto seguido se acercó a la casa de la novia para exponerle lo que le había comentado Rosario La de Perica en relación al padre. La joven le confirmó la verdad. De inmediato encargaron la misa al cura, celebrándola en el altar de las ánimas de nuestra fantástica y hermosa iglesia. Estando en  el rezo de la misa, se  puso al lado del joven un hombre, que desapareció terminada la consagración. Una vez acabada la misa, el joven contó a su novia el hecho del hombre, le describió el traje que llevaba , y la muchacha le respondió que era el mismo con el que amortajaron al padre.

 Una noche fueron a visitar al cura para pagarle los estipendios de la misa. Le mencionaron los hechos al sacerdote – uno anterior a D. Francisco Batista Talanco- , y éste le propuso que un día se pasara por la Sacristía para ir a bendecir el pozo. Así lo hicieron , y en la bendición el cura dijo: “ DESDE AHORA TE LLAMARAN EL POZO SANTO”. El joven volvió al pueblo para acompañar al cura, después tomó el camino del cementerio para volver a su caserío. Al pasar por el cementerio oyó rechinar la puerta, vio salir a un hombre, pero esta vez no le siguió ni ya nunca más lo hizo. Entonces comprendió que la última salida del hombre fue para darle las gracias”

 

                                                        FRANCISCO ROMANO LOZANO

 

 

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@ Antonio Durán Azcárate. 2001  - 2006  Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA