... y lo veo salir de la Iglesia,
A lo lejos, resplandeciente y sereno
Movido por los hombros de sus costaleros
Que somos todos nosotros, los espereños.
... y lo veo doblar la esquina
preparándose para la ladera.
y le hablo; y me escucha
En lo profundo de la madera.
... y lo veo mecerse entre las cabezas.
Él en la Calle de los Toros,
lo en la muralla de la Iglesia.
y ahí le digo adiós,
Como si, al despedirse, un amigo fuera.
( A mis padres agradeciéndoles el ejemplo de vida que me han puesto delante y que yo hasta ahora no he visto )
19 de Septiembre de 1999
Este libro, este pequeño libro, un año más, afortunadamente un año más, ve la luz. Y es justo ahora cuando no he podido dejar de escribir un par de líneas, con el objetivo no solo de decir mis sentimientos hacia e l Cristo, sino también para contribuir a que se publique año tras año.
Su tamaño es ideal para meter en una maleta, para llevarse un trocito de Espera consigo. De esa Espera sentimental, reflexiva, objetiva y unida, sobre todo unida. Y es que aunque los demás y a veces nosotros mismo… parezcamos no entenderlo, este pueblo, cuando empieza a subir laderas, a rescatar a su Cristo de las alturas y a dejarlo en el pueblo esa semana divina, se convierte en una piña: un todo compacto y homogéneo.
Y así parece diluirse todo aquello que nos separaba durante el año. En este momento nos da igual que el vecino se haya comprado un pedazo de coche o que haya obrado su casa, que fulanito esté trabajando y además cobre el paro, que sepa hacerse mejores vestidos que yo, habiendo estado menos tiempo en el corte o que el ayuntamiento esté regido por un signo o el contrario.
Incluso nos da igual todos esos días del año en que hemos deambulado cuesta arriba cuesta abajo, para trabajar o sufrir que no tenemos trabajo. Esos días en que nos paseamos por el pueblo como sonámbulos porque nos hemos quedado pocos.....
Qué mas da todo esto en ese día del Cristo en el que nos convertimos, como por arte de magia, en la Espera que fue, la que es y la que quisiéramos que hubiese sido. Aquí estamos todos: los que se fueron y echaron raíces en otro lugar; los que milagrosamente siguen estando; los que nos vamos y venimos como atraídos por un imán y hasta los que nos quisieron siempre aún siendo de otro lugar.
Y si por cualquier jugarreta de la vida no hemos podido venir, ¿quién ha dicho que no subimos esas laderas? Nuestra cabeza es un tambor: .. Ahora irá por la Calle de los Toros...; ahora por la puerta de la Posada... seguro que está en el barrio alto... todavía irá por las laderas... ya lo habrán encerrado ..
A veces, el simple hecho de considerar algo como nuestro, de nuestra propiedad, aparte de denotar el cariño que le tenemos, también nos puede conducir a la dejadez al pensar que está ahí y que siempre lo estará. Pero qué duda cabe que las tradiciones, aunque sean centenarias, hay que hacer un esfuerzo, un compromiso de continuidad. Un intentar que cada año sea mejor y tener el arte de no destruir lo que se ya se hizo bien. Esta publicación, creo que necesita de la participación de todos: no vive lo mismo el Cristo una persona enferma que el niño al que le ha dado, su madre, dinero para ir a la Feria y quizás lo ideal es que todos reflejen sus sentimientos.
Tampoco puedo teorizar mucho cuando es el primer año que lo pongo en práctica. Y en este momento ni siquiera me cuestiono si lo hecho bien o mal. Sí me alegro de haberlo intentado y de contribuir, aunque sea con poca cosa, a que una vez al año podamos demostrar nuestros sentimientos de una manera tan pública: ¡ A Voces !
UNA ESPEREÑA MÁS
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2007 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA