Un día del Cristo...
Todos comprenderéis que al decir «un día del Cristo», me estoy refiriendo a las grandes fiestas, las mayores del año, que celebra mi pueblo —ESPERA—, en honor de su Santo Patrón.
Yo he pasado muchos días del Cristo: días muy felices, muy buenos, que cada año se nos presenta distinto e igual.
Igual, porque es el mismo escenario de todos los años, el mismo personaje principal que absorbe toda nuestra atención —el Cristo—; y distinto, porque cada año tiene su matiz propio, sus características distintas, su emoción especial.
Con ansias de muchos días y meses se ha venido pensando en estas fechas; y llegadas, todo el pueblo vibra de emoción, espiritualidad y entusiasmo; preceden los cultos religiosos: Solemne Quinario a la Bendita Imagen.
Caras conocidas, amigos que se marcharon, espereños que viven fuera, todos se dan cita ese día para unirse en un mismo sentir y hacer: venerar al Santo Cristo.
Se hace la Bajada en la tarde víspera de su festividad: repiques de campanas, banda de música, cohetes. Con lentitud, despacio, el precioso paso que trae a la bendita Imagen, va descendiendo por las laderas. Los costaleros —todos de promesa—, le traen con cuidado; es malo el camino, estrecho, de piedra, casi a la medida del Cristo; se multiplican los mimos para el Santo Cristo; se puede resbalar uno y caer todos por el tremendo tajo que forman las antiguas y célebres canteras de Espera.
Arriba ha quedado el Castillo; un gran regalo para la vista; su emplazamiento en todo lo alto, ya causa asombro; desde allí se domina una panorámica excepcional.
Hacia este majestuoso Castillo, testigo mudo de grandes hechos, se dirigen continuamente las miradas de todos los espereños; si para el forastero causa respeto y asombro, para los hijos del pueblo es signo de esperanza, porque en su interior está el Amor de sus amores, el Santo Cristo de la Antigua.
Grandiosa función religiosa en la Parroquia ante la Sagrada Imagen y asistencia masiva de todos los espereños y comarcanos. Mayores, jóvenes, niños, ancianos, todos a la cita del Cristo.
Por la tarde, Subida Procesional a su Ermita, donde se repiten y multiplican los actos de honor, vasallaje y devoción a la bendita Imagen. Espectáculo jamás imaginado la Subida del Cristo por las laderas; en un pintoresco zig-zag que forma el camino, con los colores más vivos de la naturaleza en tarde septembrina, el Cristo sube con paso majestuoso y soberano. Se ha ganado los corazones de todos; en su silenciosa postura de Redentor Crucificado, nos ha vuelto a predicar lo que nos dijo en Galilea y nosotros tan fácilmente olvidamos: Amor de unos para con otros.
Gracias, Santo Cristo, porque bajas y subes; concédenos verte muchos años; porque mientras Tú haces eso, podemos soñar con una Espera mejor y más cristiana.
ANTONIO FERNÁNDEZ ABADÍAS.
Índice de Artículos de la Revista 1968
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2006 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA