Juventud colaboradora
Después de mucho rogar, por fin consigo que un joven de nuestra localidad, (que aún desea permanecer en el anónimo, aunque todos comprenderéis por sus palabras de quien se trata), me de su parecer acerca de las obras realizadas.
Yo le confié, o mejor dicho, él se me adelantó, ofreciéndoseme para solucionar todo lo referente a buscar vehículos y personal joven para llevar los materiales al Castillo; sobre él pesaron casi los más grandes compromisos; y no puedo por menos de felicitarle, por lo mucho que ha trabajado y por lo bien que se solucionó todo.
Te hemos visto luchar, moverte, movilizar a la juventud, enfrentarte con grandes dificultades y problemas; y tienes que decirnos algo.
En primer lugar, Padre, me avengo a la entrevista con el único ánimo de exaltar, de pregonar la ayuda que ha sido vital para las obras, de aquellas personas que quedan y quedarán en el anonimato; pero como ya digo, ha sido vital. La juventud al principio responde plenamente; después, cosa propia de los jóvenes, se cansan un poco; pero en definitiva, digna de elogio; pues las obras realizadas y en las circunstancias en que se han hecho, es casi obra de unos pocos de locos, y me callo porque el jefe de los benditos locos no está muy lejos.
—Tu colaboración ha sido estupenda, y contigo hay que felicitar a ese grupo incansable de jóvenes, que domingo tras domingo, no han reparado en los esfuerzos y dificultades por colaborar. Cuéntanos algo de esos esfuerzos, de esas dificultades, de esos problemas y obstáculos, que pudisteis encontrar.
—Pues mire, Padre, las dificultades y obstáculos con que hemos tropezado a lo largo de estos meses que han durado las obras, las conoce Vd. tan bien como yo. Las veces que hemos salido por la mañana del domingo, único día que podíamos tener para ello, en busca de vehículos de transporte; y el resultado siempre fue positivo; nunca faltó el señor que al conocer nuestro problema nos cedió el vehículo a costa de tener que alterar su programa de trabajo; nunca nos faltaron esos conductores generosos, que al decirles «vamos», jamás nos pusieron trabapies; han sacrificado el día que tenían de descanso. Claro que hemos de tener en cuenta que el Patrón al que iban a dedicar un poco de trabajo, ha dejado de correr su influencia. En fin, para terminar, quiero dejar bien sentado, que aunque Vd. me dé como principal culpable del ruido, aseguro que las nueces las han puesto otros; y como sabemos todos, las nueces valen más que el ruido.
Índice de Artículos de la Revista 1968
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2006 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA