Espera C.F.

     

Debemos confesar las dificultades que hemos encontrado al comenzar a escribir estas líneas, porque desde que recibimos el encargo de su redacción, hasta el momento de sacarlas a la luz, han surgido tal diversidad de vicisitudes y nos hemos visto abocados a afrontar tan inesperadas situaciones, que el tema que teníamos preparado se nos antoja ahora flojo y falto de la intención que pretendíamos inculcarle, y no acertábamos a encontrar el nuevo cariz que necesitaba nuestro artículo.

Efectivamente, en nuestra primera intención pretendíamos realizar un análisis, más o menos extenso, de la labor que desde que tomamos las riendas del Club, hemos venido y seguimos realizando; queríamos hacer ver cómo nuestro trabajo se apartaba de una manera palpable de la rutina y simplicidad que había caracterizado otras etapas anteriores, y cómo siguiendo una línea de nuevas aperturas, nos atrevíamos con realizaciones que por su importancia señalaban ese afán de hacer algo fuera de lo común; y ahí están para atestiguarlo, el campo, ¡ya por fin nuestro!, y nuestro equipo, metido de lleno en competición oficial.

Sin embargo no queremos seguir ese camino que podría llevarnos quizás a parecer inmodestos y a vernos obligados a resaltar una casi interminable lista de gratitudes, porque a todos, o al menos casi todos, a los que pedimos colaboración, nos la prestó con la mayor eficacia.

Encontramos ahora, que lo que verdaderamente interesa recalcar y recomendar es que todos sepamos velar por el verdadero fin de todos los medios llevados a cabo; que todos nuestros asociados, sean jugadores, directivos o aficionados, conservemos siempre ese espíritu deportivo que lleva a hermanar con la fuerza de los intereses comunes, los deseos de ir a más y el sentido de colaboración que debe presidir siempre nuestros esfuerzos a fin de conseguir lo mejor para nuestro pueblo; que aun cuando no sea más que en el sentido futbolístico en este caso, también cuenta. Que cada uno en su sitio, los jugadores con su esfuerzo, los directivos con su entrega y los aficionados con su aliento, sepamos aunar criterios y asimilar el sentido de esa frase olímpica tan bella, de que «lo importante no es ganar, sino participar»; y queremos detenernos especialmente en esta consideración porque sospechamos que buena falta nos hará; pues si bien es cierto que hasta ahora el equipo funcionó satisfactoriamente al agrado de todos, también lo es, y esto es de público dominio, que las bajas producidas, plenamente justificadas algunas y otras menos, han diezmado considerablemente su potencialidad, y ello unido a la timidez propia del que se enfrenta a lo desconocido, nos ha de llevar inevitablemente a lo que en argot popular se llama «pagar la novatada». Contábamos con ello de antemano, pero pensamos que cuanto antes pasemos por ello, más pronto alcanzaremos de nuevo la normalidad, porque confiamos que nuestra «cantera» siga produciendo nuevos valores.

Es la afición la que tiene la palabra, la que siguiendo una línea regular de apoyo, demostrando la realidad de su fama de ser la mejor de la comarca, sin dejarse decepcionar ni poco ni mucho por los resultados, (¡es tan fácil ser hincha del Madrid!), es ella, decimos, quien nos llevará al triunfo o al fracaso. Nuestra confianza en ella es ciega, y así esperamos ilusionados nuevos horizontes más claros y luminosos para nuestro fútbol local.

LA DIRECTIVA.