Hermandad de la Borriquita
Entrada: AMARGURA.
Y vengo con la ilusión y el ánimo
que en estos inolvidables dos meses me ha recorrido por mi
pensamiento, que en todo momento se hallaba hablando consigo
mismo para recomponerse las ideas que debiera exponer para
transmitiros una Semana Santa de Espera y una Espera en Semana
Santa.
La Semana Santa la aprendí en las
entrañas de una familia recorrida por las fibras sensibles de su
amor a Dios.
La Semana Santa que viví desde mi
más tierna infancia, ésta, la Semana Santa de Espera, sin
conocer otra. Por eso, no me considero un verdadero capillita,
pues entre mis intereses no está el reconocer a tal o cual
hermandad, o imagen o imaginero importante de la famosa Semana
Santa sevillana, malagueña, …. No es mi interés, aunque
reconozco que poco a poco voy aprendiendo, o me va enseñando
Chari, para cuando toque hablar con verdaderos especialistas del
argot cofrade pueda al menos saber de lo que se está hablando y
no equivocarme.
La Semana Santa que cursé, fue en
la sencilla Escuela de la Hermandad
de mi abuelo Plumita, en la Hermandad del Cristo de la
Expiración, que creí que la había fundado mi abuelo porque
llevaba tanto tiempo que pensé que los enseres se lo había
entregado los propios apóstoles para que difundiera la doctrina
del cristianismo por Espera. En aquel tiempo recuerdo
que pasábamos arreglando los pasos
casi un mes, cuanta purpurina de oro y plata se empleaba,
gracias a que mi familia tenía ferretería. A veces, muchas veces
se enfadaba mi abuelo con nosotros, mi Manolo, mi Justo y
conmigo, porque ayudábamos a la Soledad donde estaba de Hermano
Mayor
su cuñado y mi tío, Manolo Jiménez,
Manolo Teresita. Y también estábamos pendientes de los arreglos
que se hacían en la Hermandad de Jesús. Y puesto en pintura,
recuerdo quién fue el que pintó a San Antonio su túnica verde,
con pintura Titanlux. Verdadero disparate
hoy en día, que no podríamos reparar ni un arañazo que tuviera
la imagen.
Muchas veces me cuenta mi mujer y
mis cuñadas de las cosas de su padre con las demás hermandades,
Miguel Salas tuvo que ser muy buen cristiano y cofrade.
Y yo no creí nunca que la Hermandad de la
Expiración podría salir sin mi abuelo, aunque a éste lo conocí
vivo y sin ser Hermano Mayor, aunque eso sí, le otorgaron el
título de Hermano Mayor Honorífico. Lo que debió pasar mi abuelo
cuando le pasaban por allí, por la ventana, las procesiones, y
sobre todo la suya, con la lucha tan grande que había mantenido
él y la pobreza de aquellos tiempos. Me mantuve durante un
tiempo en la Hermandad, y he de reconocer que en esos momentos
me vi útil en la Cofradía, pues en
los tiempos en que estuvo Don José Gómez, estuve como
representante del Cristo, en la Asociación del Santo Cristo de
la Antigua. Si bien Don José me mantenía por serle útil.
Cuando me casé, mi vida dio un giro,
me
puse a disposición de la Hermandad
en la que hoy estoy. Y este año de 2008, es la primera vez que
pertenezco a la Junta de Gobierno, como 2º Mayordomo. Han tenido
que pasar no menos de 20 años, para poder aprobar las
Oposiciones a la Junta de Gobierno de la Archicofradía de
Nuestro Padre Jesús Nazareno. Ahora, eso sí, en este tiempo
Chari me ha ido formando como cofrade, pero todavía me queda
para ser el experto de la Semana
Santa de Sevilla, que algunos ya poseen, olvidándose o no
llegando a comprender que función debe tener el Cofrade aquí en
Espera.
Todo ello en convivencia y
compromiso con mi mujer. Tuvimos a los dos hijos que conocéis,
Jesús y Dolores, y que, al menos Jesús, sí que parece tener
mucha más vena de capillita que yo,
convencido y responsable Cofrade
ligado a la Iglesia.
A Espera le manifiesto todo mi amor,
no ceso de quererla y en el amor que manifiesto a su Semana
Santa, rica en fe manifestada por sus hermanos y que a menudo se
ven examinado por tantas modas que nos llegan, pero que llegado
el momento se olvidan de todo lo pasajero y se quedan con lo
perpetuo y verdadero, su Semana Santa espereña.
Por ello, me atrevo a rogaros a
todos los que me habéis honrado con el silencio, invoquemos a
nuestra Inmaculada Virgen María. A ella, desde aquí le pido me
dirija, convenientemente, por los pasos de esta bendita locura
cofrade que es el pregón. Que en este montaje y en esta estación
y este camino, “su mano me lleve, su luz me guíe y su corazón me
sostenga. ¡Inmaculada Virgen María,! Así sea”
Este Pregón está Dedicado
“A mi hermano Juan y mi amiga Cata,
para que Jesús y María
les den fuerzas
de
afrontar
estos momentos”.
SALUDO
Reverendo Sr. Párroco y
Presidente de la Asociación
Parroquial de la Entrada Triunfal de
Jesús en Jerusalén, D. Pablo Peña
Sr. Hermano Mayor de la Hermandad de Cristo Atado a la Columna,
Nuestra Señora de los Desamparados y San Antonio, D. Justo
Garrucho, y Junta de Gobierno.
Sr. Hermano Mayor de la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús
Nazareno, Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista,
D. Miguel Salas, y Junta de Gobierno.
Sr. Hermano Mayor de la Hermandad del Cristo de la Expiración,
Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista, D.
Patricio Campón, y Junta de Gobierno.
Sr. Hermano Mayor de la Hermandad y Cofradía del Santo Entierro
del Señor Jesucristo y Nuestra Señora de la Soledad, D. José
Espada, y Junta de Gobierno.
Excmo. Sr. Alcalde, Don Pedro Romero, y Señores Concejales del
Excmo. Ayuntamiento de Espera.
Señoras y señores.
Pregonar la Semana Santa. ¿Cuándo me
iba a tocar? Esta pregunta me la hacía, aunque no lo tenía muy
claro. Sinceramente
esperaba que fuera mucho más mayor para hacerlo. Pero las cosas
ocurren, y como dicen algunos programar
para el futuro puedes
caer en la tentación de creerte
inmortal, pues como mortales que somos, terrenalmente, no
sabemos cuando llegarán los momentos. Es cuestión de vivir el
presente y vivirlo lo más cristianamente posible.
En cuanto a Pregonar,
no
sé, si estaré a la altura de lo que esperáis algunos, pues yo sé
contar, explicar y resaltar los valores que veo en mi Semana
Santa, tengo un sentimiento que me recorre el cuerpo cuando
tengo delante, tan cerca, ese detalle de la Imagen, que muchas
veces, muchas, lloro, pues me acuerdo de muchos que ahora ya no
están.
Hoy
he dejado la cámara de fotos y he hecho mi Estación de
Penitencia con un gran amigo, reflexionando sobre diversos
aspectos de
cómo
es, o debería ser,
nuestra
Semana Santa espereña.
Lo primero que te cuento, Amigo, es
cómo es mi Espera:
Lo que más me asombra, y asombra, es
cómo un pueblo tan pequeño siente
las cosas. Qué fuerza, qué arraigo, qué modo de creer en las
cosas. Lo que hacemos, se hace hasta las últimas consecuencias,
nos arropamos todos, y eso de que la unión hace la fuerza, se
lleva aquí en práctica. Somos un pueblo vivo, muy vivo, que
vuelve siempre.
Tú quizás, Amigo,
eres
un profano y la Semana Santa la ves como turística, pero no es
así. Las
cofradías nacieron y surgieron para cumplir unas funciones:
acercar a Jesús al pueblo. Soy un convencido
de que:
LAS COFRADÍAS
la Cofradía está constituida, como
ensamblaje teórico: de una parte, por la actividad del hombre y
de otra, por la intervención divina. El hombre, en ella, le
compete la acción cultural, con la que cumple, en parte, con el
primero y más grande de los Mandamientos: “Amarás al Señor, tu
Dios, y a Él sólo adorarás”; la caridad que, como suavizador de
toda relación, fluye del propio amor a Dios, y la práctica de la
penitencia, que nace
de la conciencia que tenemos de ser
hombres pecadores.
Estas tres actividades abren los cauces para tender hacia el
Señor, y, a través de ellos, Dios derrama sobre el mundo cofrade
sus gracias actuales.
El cofrade es capaz de rendir ese culto a
Dios, procurando hacerlo con la máxima dignidad, en atención a
quien va dirigido, haciéndose notar el esplendor en las
Funciones Solemnes, que siempre deberá mantenerse; si el cofrade
se siente movido a difundir la caridad de Cristo, si se decide
realizar algún acto penitencial; incluso colectivamente
cuando se
acuerda corporativamente que sus
nazarenos hagan la estación descalzos, eso es porque el cofrade
es, ante todo y sobre todo, un hombre de vocación.
Esta vocación se debe traducir
necesariamente en una definitiva actuación apostólica. No
obstante, ni la predicación ni el testimonio que puedan ofrecer
tendrán credibilidad, si no son fruto, de una verdadera
experiencia de fe. Por eso, la evangelización de los demás
exige una revisión personal y una
constante conversión al Señor. Siempre se ha entendido que el
evangelizador ha de ser, al mismo tiempo, evangelizado.
El
cofrade debe sentirse y saberse llamado a ser un verdadero
apóstol de Cristo; por eso, deberá atender cada día más a su
formación evangélica, procurando ahondar en el conocimiento de
la palabra de Jesús.
El
cofrade necesitará siempre vivir la Liturgia como instrumento
por medio del cual, cada día se ejerce la Obra de la Redención,
como fuente primera y más necesaria del espíritu cristiano.
Y
en este sentido, las Hermandades serán contrarias a su propia
esencia si no velaran, con la mayor energía, con el más abnegado
celo, por la pureza y magnificencia de sus cultos.
Y
el cofrade deberá procurar que cada día podamos llamarnos con
más propiedad verdaderamente hermanos.
Mientras no se asimile el principio de que todos somos sujetos
de la evangelización, será muy difícil que se inicie en el seno
de las Hermandades y Cofradías una acción seria en este sentido.
Y
mientras no se realice una fuerte labor evangelizadora en el
seno de las Cofradías, se estará consintiendo un deterioro
progresivo cuyo final puede ser el total desprestigio de estas
asociaciones.
Para muchos cofrades lo importante de verdad, algo así como el
motivo de toda su preocupación cofrade, es la procesión, los
enseres y el trono de las imágenes,. Parece que para estos
cofrades la misma intervención orientativa de la Iglesia es una
injerencia indebida en campo ajeno. Esto manifiesta el error en
que viven dichos cofrades. Error que debe subsanarse porque las
asociaciones públicas de la Iglesia, y la cofradías erigidas por
el Obispo lo son, de algún modo hacen presente a la Iglesia.
Sus comportamientos y los niveles de fe y de vida cristiana de
sus miembros, así como el estilo de sus manifestaciones
corporativas externas, repercuten en beneficio o en desdoro de
la misma Iglesia.
Si te das cuenta, Amigo, la Semana Santa no
es capricho, sino que es servicio a Dios, al prójimo y por
último a ti mismo.
Las Hermandades en Espera
necesitaríamos hacernos estas reflexiones.
SAN JUAN EVANGELISTA
También me gustaría, Amigo, hablarte de alguien:
La imagen de San Juan como único
representante de los apóstoles de Jesús en nuestra Semana de
Pasión siempre me había llenado de curiosidad. Pero he ahí que
cuando busco noticias sobre esta figura, veo lo
necesaria
de su presencia en nuestra Semana Santa, e incluso, creo que el
trato que yo he vivido
es
totalmente injusto:
ya
sea desde
cuando realizaba la salida o la
entrada en la Parroquia, que se le tocaba aquello de “Ya está
aquí el pájaro, ya
está aquí pájaro”; hasta no
procesionar
en nuestra Semana Santa, como si él
no hubiera intervenido en esta
Pasión.
¿Quién fue San Juan?
Descubro que se cree que cuando este
Apóstol, anterior discípulo de San Juan Bautista, entró a ser
uno de los Doce, podría tener 14 ó 15 años. Por lo tanto era
virgen, pero no sólo por su edad sino por ser una criatura pura
y limpia, colmado de bondad, cultivada primero a la influencia
del Bautista, alimentada por JESÚS y culminada por la gracia que
el MAESTRO le regaló.
El discípulo más amado del Salvador
y el último que dio testimonio en la tierra de lo que había
visto y oído a Dios hecho Hombre. Su nombre encierra tesoros de
recuerdos, un caudal inagotable de amor y ternura.
Para estudiar a este amigo tan
particular y querido de Jesús, habría que considerarlo sobre
todo estos tres caracteres que lo distinguen: Discípulo–apóstol,
representante del género humano desde el pie de la Cruz (cuando
Nuestro
Redentor dijo a Nuestra Madre
Celestial: “he ahí a tu hijo”), y como escritor sagrado.
San Juan fue el discípulo querido
por el Señor, que se mantuvo siempre casto, pudiéndose ser
motivo esto para que Jesús lo distinguiera estando con él en los
momentos extraordinarios: resurrección de muertos, de Lázaro;
Transfiguración; Huerto de los Olivos; a su mismo lado en la
última Cena;
junto a la Virgen María en el camino
al Calvario,…
Para mí es reveladora la imagen de
San Juan, y al mismo tiempo considero necesaria la presencia en
nuestra Semana Santa espereña.
Cumpliendo con nuestra tradición, emplazaría a las hermandades,
que los tiene entre sus Titulares,
realicen
su Procesión, con el respeto y consideración que tiene,
volviendo a ser inseparables los tres nombres santos: JESÚS,
MARÍA Y JUAN.
ESTACIÓN DE PENITENCIA
El
ser pregonero de la Semana Santa de Espera tiene para mí, una
característica especial y esencial. Y ésta es, la de que inicia
su estación de penitencia una semana antes de que el primer
nazareno de la primera cofradía salga a la calle. Y eso es lo
que yo quiero y pretendo hacer hoy, mi estación de penitencia
anticipada a un ¡Domingo de Pasión! ¡Qué nombre tan bonito!
Ya sé que muchos de los presentes,
al anunciarles que voy a llegar aquí como un nazareno más, y que
voy a hacer un recorrido penitencial a mi antojo, pensarán que
voy a venir vistiendo la túnica y el capirote morado, y la capa
amarilla de la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, a
la que tengo el honor de pertenecer. Pero no, no voy a traer
ninguna túnica y capa morada.
Como tampoco a venir de hebreo
alborotado de esa bandada de chiquillos, con palmas chiquitas,
que forman la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén,
y que vienen a esta Plaza de la
Iglesia, lugar de juego en mi infancia, con esa emoción, esas
lágrimas y ese mecer de palmeras de uno y otro zagalillo.
Y a éstos son a los que quiero
ofrecer el homenaje de estos versos:
Revuelo, infantil revuelo,
Donde se agitan las palmas
Como suspiros de almas,
Como banderas al cielo.
Gozosos llevan tras sí
A
una humilde borriquita.
“Dejad que los niños se acerque a Mí”
Mira, ya viene la Burra con su
pollino, montando a Jesús, para que las madres que en brazos
tienen a sus hijitos saluden con su palmita al mejor de los
nacidos.
Que bonito, cuanta mezcla de olores
(azahar, romero, azucena, incienso), ¡que trono trae mi Jesús!
Viene como Rey. Su pueblo le ama, le aclama, le añora, son
muchos días, y muchos de los chiquitos
ya querían oír los primeros
tambores de su vida.
Sabes, Amigo, este paso lo hizo un
espereño y entre muchos se lo pagaron para que
a su Rey no lo destronaran. La fundó
el cura que me bautizó, Don Juan Candil Ríos, que era de un
pueblo vecino, de Villamartín. Que también creó a sus Romanos,
pero que con tanta arma, más vale que nos quedemos con la rama
de olivo para reivindicar a la PAZ en el mundo.
Sígueme. Ahora le
lanzo las primeras letras a ese
Cristo que cabalga a los lomos de un burro prestado, que así de
humilde viene mi Rey, sin carga alguna.
¡Domingo de Ramos! Con seguridad el
día más jubiloso de nuestra localidad. Recién estrenada la
primavera, y a la luz cegante que ilumina la cal y viste sus
casas con albo manto, se une el embrujo de sus calles, el aroma
de sus flores, componiendo como un bienestar ambiental que
penetra por los sentidos.
¡Domingo de Ramos en la Pasión del
Señor! Pórtico de la Semana Santa. Ya en la mañana, las campanas
de la Gracia repicarán para aclamar a Jesús en su Triunfal
Entrada. Al redor de la Plaza transitan las Palmas, mientras se
elevarán al Cielo las notas acordes
del Himno a Cristo Rey: “¡Gloria,
alabanza y honor!” Gritad hosanna y haceos, como los niños
hebreos, al paso del Redentor.
Los infantiles nazarenos nos
descubrirán en su discurrir, lleno de ilusión, llantos y
algarabía, la blancura inmaculada de sus almas puras.
Espera ofrecerá al Señor lo que más
puede agradarle, la presencia de los niños,
con los que se penetrará en la
Semana Santa entre palmas y ramos de olivos montado en una
borriquita. Y en lo más profundo del alma quedará grabada la
frase evangélica: “¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene
en nombre del Señor!
Así el Señor recorre las calles de
Espera: Calle de los Toros, Plaza del Cabildo, Cuesta del Pozo
Y
los ramos se hacen palmas
Que claman la vida llena.
Y
viene mi Cristo sentado
Como Rey y como Reo
Y
el silencio se hace esperanza,
Y
los ramos festejo
Y
vienes, tú, mi Jesús
Subido en rucho materno,
Pollino o borriquita
Llamamos a este encuentro.
Y
viene diciendo Él:
“este no será mi Reino”
Y
mirarás a tu pueblo
Que poco, a poco, más tarde
Pedirá tu cuerpo.
Y
vendrá la hipocresía,
Y
el pecado del soberbio,
Y
tú nos dirá callado:
“este no será mi Reino”.
LUNES
Y MARTES SANTO
Sí,
Amigo, la puerta de la Pasión de Jesús comenzó en el Huerto de los
Olivos.
Después de la Cena de Pascua salieron a Getsemaní. Jesús se retira
para hacer oración. Y le dice a sus discípulos las últimas palabras:
“Todos vosotros os escandalizaréis esta noche por mi causa, pues
está escrito: heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas…”
Jesús
quiso que nuestras culpas se llamaran culpas suyas. Jesús ora en
esta noche amarga.
Los
espereños en estos días sin procesiones oramos: Lunes y Martes
Santo.
Ruego a mis hermanos
que recen, que es fácil rezar. Mira, le
decía a mi Juan, que me explicaba que no sabía rezar,
y yo le decía para rezar sólo tienes que
abrir tu corazón a Dios y hablar. No hacen falta frases hechas, ni
incluso decir palabras,
sólo hablar, que Él te escucha y seguro
que te ayudará.
Recemos, recemos por quien lo necesita, no
importa si son muchos,
no cuesta nada y Él nada te pide, sólo
que donde haya odio haya amor, donde haya guerra haya paz, donde
haya hambre haya abundancia, y que tu hagas lo que puedas por
conseguirlo, aportando tu granito de arena.
Porque
Jesús con su testimonio nos dice que: “la mayor tentación es no
hacer oración”.
MIÉRCOLES SANTO
Tiene que ser condenado, sin pena ni
compresión, no fue necesario más. Sólo fue este dicho y este hecho:
“¿Luego, tú eres Rey?”
Y Jesús le respondió, “Yo lo soy”.
Judas,
el que lo entregó,
Al
descubrir su condena
Gritó
al cielo su pena
de
entregar a un inocente.
Y
arrojando las monedas
Perdió
la vida “pa” siempre.
Aquel
hombre por quién el Hijo del Hombre es entregado, más le valiese no
haber nacido.
En el
coloquio de Pilatos con Jesús, éste vio que no había culpa alguna, y
que la acusación se hacía por envidia. ¡Cuánta envidia, mi Señor,
destruye sentimientos…”
Me habéis presentado a este hombre
como alborotador del pueblo, y yo lo he
interrogado ante vosotros y no he hallado delito alguno, ni tampoco
Herodes. Por lo tanto, nada ha hecho para que se merezca la muerte,
así que después de castigarlo lo soltaré.
Amigo mío, las puertas del Templo se abren de
par en par. Al castigado lo llevan a que su pueblo vea que recibe su
castigo. San Antonio nos presenta este episodio. Es la Hermandad del
Cristo Atado a la Columna, Nuestra Señora de los Desamparados
y San Antonio. Su fundación se le debe a
la Orden franciscana que estuvo en Espera.
El
gentío se agolpa en la Plaza de la Iglesia. Sus pasos procesionan
cargando sus costaleros por dentro. Qué gran espíritu les atesora a
estos Hermanos de San Antonio, Dios se lo conserve, y disfruten
plenamente de su nueva Casa de Hermandad:
Y el
Cristo de San Antonio
Atado
está a la Columna,
Recibiendo con desprecio,
Lo que
le hicieron las calumnias.
Mi
Señor está azotado
Por el
odio y las mentiras.
Te
disfrazaron de púrpura
Te
coronaron de espinas,
Y
con una caña a ti te escupían.
Y te
hicieron “Rey de Mofas,
De
mofas y de mentira”.
Con tu
mirada serena
Amabas
al que reía.
Surco
profundos y sangrientos,
Rostro
manchado de tierra,
Espinas coronan tu cuerpo
Por un
mundo destruido
De
hambres, guerras y sufrimientos;
Y
ahora además nosotros,
divorcios,
maltratos
y
abortos;
De crisis
y
de
indignidad en la sociedad.
Pero
tú, Señor, sin culpa fuiste escupido
Maltratado y malreinado.
No era
eso lo que al venir nos traía,
Sino
esperanza y aliento.
Traías
al hombre la vida,
Y la
salvación del cielo.
Mi
señor, risa y dolor
Pero
amor ciento por ciento
Cristo
Atado a la Columna,
Cuánto dolor
llevas dentro.
Y el Miércoles se irá perdiendo bajo las
estrellas refulgentes que cubren la calle de los Toros. Nuestro
corazón saltará de júbilo ante el paso de la Virgen de los
Desamparados. Y llegará a una fervorosa explosión de entusiasmo
popular, que aclamará de nuevo al Señor y a su Virgen de los
Desamparados cuando los dos frente por frente
se sirven pleitesía.
Y los
hijos de esta Hermandad, y los espereños en general le dirán que
estando a su amparo no tendrán por qué temer:
Virgen
de los Desamparados como Tú ninguna,
Porque
tú eres la bandera
Del
candor y la ternura,
En el
mástil de esta tierra
Rincón
de amor y ventura,
Y eres
su calle de cielo,
Y eres
su plaza escondida,
Y eres
cristal de sus fuentes,
Y eres
luz de esquinas,
Y eres
flor de sus jardines,
Y eres
la venda de su herida,
Y eres
la sangre de su vida,
Y eres
el árbol de su sombra,
Y eres
rosa de su espina,
Y eres
ala de su vuelo,
Y eres
campana en su arista
Y eres
perfume en su ambiente,
Y eres
color de sus días,
Y eres
copla en sus sentires,
Y eres
su faro y su guía.
Por
eso a Ti Desamparados
Te
proclamarán Bendita.
Sus hermanos, sus nazarenos y sus
costaleros pedirán a su Virgen y a su Cristo que el año que viene
les de fuerza, renovando su fe, y que hagan cumplir su penitencia.
EL
SAGRARIO
Es jueves, las campanas ya no suenan
Y Dios
Se
hace presencia con el pan
De las
espigas doradas.
Y ya
se hace silencio
Y el
silencio oración.
Todo
cayó, todo muerto,
Como
si durmiese el cielo,
Para
darnos el consuelo
De que
estás en tu morada,
Morada
donde me esperas
Para
aliviar mis jornadas.
Antes de irse el día, los espereños
hacemos nuestro ratito de oración en el sagrario, en nuestra Hora
Santa, para alimentarnos del Espíritu Santo, y que sea él el que nos
ayude a afrontar un año más el curso de la vida terrenal.
LA
MADRUGÁ
Es
jueves,
“la madrugá”,
Se
hace luz y aurora,
Como
si fuese un canto,
Se
abren, de par en par,
La
puerta de la Parroquia.
Mi
Jesús viene callado,
Con la
Cruz a cuestas
Haciendo surco en el suelo
De la
Vía dolorosa.
Nazareno te llamaban,
Lleno
de risas y de mofa,
Nazareno, mi Jesús,
Tu
nombre ya está en mi boca
Para
decirte piropos
Pa
llorar en esta hora
Pa
seguirte en tu camino
Y
pisar tus mismas losas.
Caminando va en silencio
Y
miras todas las cosas
Y vas
mirando a tu pueblo,
Que
callando su dolor te implora:
“Misericordia, Señor, Misericordia”
Este es mi Jesús, al que el pueblo
adora. Multitud de espereños le miran cuando se hace a la calle. Su
plaza es un silencio musical, oyendo a
la “Saeta, el cantar que todas las
primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz”. Jesús anda
que camina y todos
en silencio nos unimos a la oración:
Extiende tu mano Nazareno,
Tú que
reinas en el cielo,
Que
somos pecadores
Y
olvidando estamos tu Credo.
Alza
tu vista Nazareno
Que tu
pueblo penitente,
Se
rompe por el camino
Como
el cántaro en la fuente.
Extiende tu mano Nazareno
Nazareno del Viernes Santo,
El que
arrastra la Cruz,
El que
va por nosotros llorando.
Alza
tu mano Nazareno
Nazareno doliente,
Tú que
cruzas mi Espera
Con el
sudor de tu frente.
Alza
tu vista Nazareno
Que de
ti nos estamos olvidando,
De
todas tus Bienaventuranzas
Y de
la Cruz que vas arrastrando.
Jesús va con su caminar,
en su cuesta la muchedumbre lo espera, y
en su casa de nuevo rezan:
Una
oración de plata
Salen
de unos labios marcados
Por
una muerte inmediata
Con un
hábito morado.
¿No
sabéis?
Un
hombre va hacia el martirio
Víctima de no sé que ley.
Lo
veréis
Sobre
un lecho de lirios
Y
lleva una corona de rey.
Es un
pobre Galileo
Que
apenas nadie había visto
Antes
de que fuera reo
Y al
que llaman … Jesucristo.
No va
solo hasta el Calvario.
Frente
por frente a su faz,
En
Jerusalén tiene a un sicario
Y en
Espera a un capataz.
Cuatro
faroles de oro
Dan
luz desde cada esquina
Bajando por la cuesta del pozo
La
saeta ya se afina.
Saetero en tu balcón, embebido.
Ahí
tienes al nazareno
No le
cantes al oído
Que
todos te escuchemos.
Prosigue ya tu marcha
Jesús
amado
Que
también tus hijos quieren verte
Por la
calle Arcos.
Ya
rozamos el oscuro amanecer
De una
noche larga
Tus
costaleros se cuadran
A una
calle que es tuya
Para
así poder afrontarla.
Pero
antes, de nuevo,
El
saetero te reza,
Con
sentimiento,
El
Padre Nuestro.
Pero su madre está siempre vigilante y seguirá
el camino de su Hijo:
Las
puertas siguen abiertas,
Y
poquito a poco,
En
silencio: la Dolorosa.
Van
meciéndote poquito
Pa que
no roce tu palio,
en la
puerta del postiguillo.
Y el
rocío de la noche
Hacen
de la noche aurora:
Madre
de los Dolores,
De los
Dolores Señora.
Cuánto
dolor en tu silencio,
Cuánto
silencio en la noche,
Cuántas miradas a tu hijo,
Cuánta
soledad señora.
Siete
puñales atraviesan
El
alma tierna que adora
Mientras caminas callada
Humilde corredentora.
Qué
silencio en tus palabras,
Qué
silencio, mi Señora,
Qué
callada tu garganta,
Qué
dolor siempre soporta.
Madre
Mía Dolorosa.
Mira
al pasar por mi casa,
Bendícela con tu llanto,
Madre
Corredentora.
Alivia
en casa el dolor
La
pena que nos asola.
Dinos
que no son nada,
Dinos
que todo son rosas;
Para
vivir desde ahora
La
esperanza mi Señora.
A ti también te esperan por tu pueblo. Todos
quieren persignarse ante tu presencia.
Silenciosa y tejida con lágrimas benditas, a la
vez que la maternal caricia de su belleza radiante y dolorida
todos quieren acompañarla en el
sentimiento:
Quisiera remediarte este tormento
Quisiera devolverte la alegría,
Quisiera ser el manto que envolvía
Ese
agudo Dolor de sentimiento.
Quisiera mis pecados como el viento
Apartar de mi mente en lejanía,
Comprender la honda Pena que cubría
Tu
semblante de rosa y pensamiento.
Quisiera que nos dé la paz, la calma,
Cuando miras al cielo tan
fija
Y tus
ojos se clavan en mi alma.
Quisiera en desamparo tu cobijo,
Quisiera darte la valerosa palma,
¿Hay
mayor pena que perder un Hijo?
Ella
ya siente que lo ha perdido, por eso también a su templo le seguirá
en su camino. La luz del día dará en su cara como el haz de luz que
mata, porque a su hijo poco le queda ya, horas:
La
quietud dolorosa, sorda y ciega
Sólo
tiene una salida en la tristeza.
El
perfil de tu beso, tu belleza
El dispendio de
luz en la refriega.
Entregarse al amor y a tu plegaria
Es
entregarse sin freno ni medida.
Es
regalarte un alma arrepentida
Y cobrarse, con tu luz,
tu vida.
La Hermandad arrancará la primera hoja
del calendario cofrade para saber cuántos días nos faltan para la
Semana Santa del 2010.
VIERNES SANTO
Llegó la hora. Esto no tiene vuelta
atrás. A mi Cristo le han clavado los clavos, que como veneno irá
cangrenizando todas sus extremidades hasta llegar a todo su cuerpo.
Cuánto dolor
aceptado. Era el amor de Dios al
hombre, que da a su Hijo para salvarnos.
En este momento, qué
estaría
pasando, a quién estaría mirando en el cielo. Hágase en mí según tu
palabra, nos perdonó y EXPIRÓ. Su último aliento.
Se me
pierden los papeles,
Se me
pierde mi saber,
Se me
pierden “to los títulos”
Y
ante tu Expiración yo qué.
Cuánto
hemos de dejar,
Cuánto
hemos de bajar,
Para
sabernos Hermanos
Sonrientes de verdad.
Clavado está ya en la Cruz:
Cruz
dura y con respuesta,
La Cruz
Tú la lleva puesta
Y
no la puedes perder.
Si
quieres vivir feliz
Y no
decir sólo “creo”
Ni
decir que a ti te “quiero”
Sino
saber descubrir
Que el
sendero es sólo Cruz
Y no
camino de rosas:
“Misericordia, Señor, Misericordia Señora”.
Estás saliendo, cuando el tiempo no lo impide,
y nos recuerda a lo que pasó en el Monte Calvario, cuando hasta el
cielo lloró por el Mejor de los Nacidos.
La
Hermandad del Santo Cristo de la Expiración, Nuestra Señora de la
Esperanza y San Juan Evangelista, hace su Estación de Penitencia.
Pasada la Calle de los Toros
pasamos a la Plaza del Cabildo:
Te veo
venir de lejos
Y ya
estoy viendo venir tu muerte.
Me voy
a tu encuentro
Pausadamente
Como
tantos, absortos, perplejos.
Qué
sólo estás,
Con
tanta gente.
Qué
sólo en tu cortejo.
¿A
quién estás llamando con los ojos
Si
solo un viento te acompaña
Que
se da mucha más saña
En
aventarte tus despojos
Que en
calmarte la agonía
Que
está dejando vacía
Tu
mirada de congojo?
Te veo
venir de lejos
Y no
sé si son tus ojos
Los
que estás mirando al cielo
O es
el cielo que es tan viejo
Que le
ha puesto a tu reflejo
Una
pena y un desvelo.
Y si
está muerto
¿Por
qué te siento?
Si no
vives,
¿Quién
me habla?
¿De
quién son esas palabras
Que
caídas de una cruz
Me
cortan como un lamento
Con
ese acento que tienes
De
Jesucristo andaluz?
¿Eres
Dios o eres madera?
¿Eres
hombre, eres cualquiera?
¿O
eres sólo primavera
Que
Espera a su manera
No ha
dejado que muriera?
No lo
sé
¡Si yo
supiera!
Sabría
qué hacer con mi pena,
Con tu
agonía,
Tu
quebranto
Y con
el duelo
Y la
condena
De
morirte siempre tanto.
Sabría
que no te me mueres,
Que
nunca mueres,
Que
está entre mis menesteres
Seguirte
Hasta
donde eres
Cristo, mi fe y mi socorro.
Y
entre tanto yo me asomo
A tu
cuesta del pozo
Y la
recorro
Con la
duda del abandono,
Porque
Tú estás muriendo a Plomo.
Expiración, no me dejes solo.
Su Madre se empalidece, aguanta como
puede la muerte de su Hijo inocente. La injusticia se cebó con una
vida. Ella mantiene fuertemente su Esperanza, resucitará. Sus
costaleros la llevan de la forma más sutil, la acompaña en el triste
viaje de su Hijos a punto de morir:
Esperanza y Madre mía,
Que junto a Jesús, lloras,
Que junto a Juan ofreces tú
La esperanza de estas horas.
Iglesia viva y naciente,
Alegría en esta hora
Haznos vivir junto a ti
Los signos que ahora afloran.
Esperanza, Madre mía;
Esperanza, rosa, rosa.
Tu caminar por las calles de Espera no se hace
esperar, pues tu hijo te necesita a su vera. La luz de nuestra
localidad produce efectos en la Esperanza.
Bonita
como ninguna
Nuestro
primaveral campo
Pone
el color de aceituna
A
tu majestuoso manto.
Y la
blancura de la luna
Que
refleja sobre tu cara
Este
cruel momento:
La
Expiración.
No
llores Esperanza,
Que
tu hijo ya te aguarda.
Los nazarenos de
Espera
Te acompañan y
te consuelan.
El momento se ha consumado, ahora sólo queda
rematar el trabajo. El soldado con su lanza verifica que está muerto
y a su familia sólo le queda que recoger el cuerpo yacente de
Nuestro Señor Jesucristo.
Honrar el cuerpo del difunto, al igual
que nosotros velamos a nuestros seres queridos.
Mi
Jesús yace callado,
Ya no
sentimos su voz,
La
mirada se ha apagado,
Con
ella también el dolor.
Y José
de Arimatea,
-propietario de un rincón-
Quiere
encerrar allí al Cristo,
Cristo
que murió de amor.
Viene
con las mujeres,
Roto
traen su corazón,
Limpian el rostro manchado
De
sangres de mi Señor.
Y lo
llevan al Sepulcro
Llorando tanto dolor,
Custodiada por los soldados
De una
maldita legión.
En el
sepulcro, callado,
Jesús
expresa la oración
Que
después de los tres días
¡Traerán Resurrección!
Los Hermanos del Santo Entierro de
Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora de la Soledad, hacen una
Estación de Penitencia con un respeto enorme. Sus costaleros harán
todo lo posible para que el cuerpo de Jesús ni se mueva:
Capataz:
Lleva
despacio a Jesús
Que va
muerto por Amor
Sobre
el árbol de la Cruz.
Que no
le roce ni el aire
Que se
mece por las ramas,
Porque
puede dilatarse
El
manantial de sus llagas.
Ni la
ráfaga de luz
Con su
tacto de azahar,
Ni el
suspiro del naranjo
Cuando
vayas a llamar.
Ni el
clavel en la ventana
Ni el
geranio en el balcón,
Ni el
cuchillo de la noche
Ni el
reflejo del farol.
Ni la
música siquiera
De la
saeta que canta,
Ni el
Padrenuestro que vibra
En la
sedienta garganta.
Ni el
mercurio del lucero
Ni el
azogue de la estrella,
Ni el
trepidar tan siquiera
Del
pisar del costalero.
Capataz: que no rocen a Jesús
Ni el
hálito del candor,
Ni el
pétalo de la brisa.
¡Que
va muerto por Amor!
Su
madre pálida irá en el cortejo del Santo Entierro, sones de campanas
agónicas tronarán en los cielos de Espera:
La
Madre se queda sola,
Sola
en su soledad,
Y a
sus hijos más queridos
Ella
enseña a rezar.
Soledad, tienes nombre de mujer,
Nombre
de cosa fatal,
De
misteriosos quereres,
De
buenas cosas y de mal.
Que
despierta mi esperanza,
Levantándome del mal.
Alivias al hombre caído
Y al
que sufre de su mal.
Soledad que lloras y ríes a la par,
Que
despierta mi esperanza,
Compañera en el caminar.
Soledad de la esperanza;
Esperanza; eres paz.
Déjame
irme callado
De tu
mano soledad.
Que
acaricie yo tu llanto,
Que te
pueda acompañar,
Acógeme bajo el Palio
Que
dice Luz y Verdad.
Esperanza y Gracia,
Hermosura y Caridad,
Haga
tu amor en mi brisa,
La
sonrisa en mi verdad.
Que tu
Palio sea el cielo
Como
el amor es verdad,
Que tu
mano cariñosa
Limpie
nuestra Soledad.
La
tristeza de ese Hombre,
Conviértela en afán
De
amar más a los otros.
Y de
entregarnos sin más
Y
descubrir en tu nombre,
-Virgen de la Soledad-
Misericordia infinita,
Misericordia sin más.
Nuestra Semana Santa ha terminado
esperando el momento cumbre, ¡LA RESURRECCIÓN!
DESPEDIDA:
Y ahora si, va a terminar el pregonero su
cansado peregrinar.
Permitidle
un ruego y un descanso anticipado. Permitidle lo que es su más
ansiado y seguro sosiego. Dejadle descansar a los pies de su
Nazareno.
Va a
buscar a su Jesús con la seguridad del encuentro.
Iré a
buscarte, Jesús mío, dónde esté porque sé que te encontraré. En tu
altar de todos los días, oyendo lagrimas, gracias y suspiros.
Iré a buscarte, porque sé que te encontraré,
allí
como estés,
montado en la burra, atado a la columna,
con tu cruz a cuesta,
crucificado,
yacente o
subiendo resucitado a los cielos en tu
magnífico retablo.
Así es
en Espera la Semana Santa, Amigo, y esto es lo que yo siento. No la
cambio por ninguna.
Creo
en ti, Espera, porque vivirás por Él un continuado adviento y una
eterna primavera.
Porque
creo en mi pueblo y sé que se entregará a Tí.
Creo en ti porque sé que devolverás a Él el cofre de tu cuerpo y el
último aliento de tu espíritu.
Creo
en ti, Espera, y a sus pies pondrá tu alma agradecida.
“Se
ha dormido la voz de mi garganta
Y
tiene el corazón un salmo quedo.
Ya
sólo reza el corazón, no canta.”
Si decimos que los Desamparos, los Dolores y la
Soledad de un pueblo, que lucha,
inquieta
seguro que se transformará
en la Esperanza para los hijos que
tendrán un futuro mejor.
He dicho
PREGÓN SEMANA SANTA DE ESPERA 2009
29 de Marzo de 2009
Por:
Sr. D. Francisco José Romano Luceño
Iglesia Parroquial de Santa María de Gracia
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2009 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA