AL CRISTO YACENTE.

Las treinta moneas de Judas

pá venderte le sirvió

y en un mar de confusiones

la vida él te entregó.

Y yo te entrego mi vía

el alma y el corazón

y quisiera convertirme

en tu urna del dolor.

Dolor de gitano viejo

tiene tu barrio cantor

que sufre por tu amargura

y te llora por amor.

Quién pudiera está amarrao

unido a tí, Nazareno

y sufrir junto a tu lao ...

y a tu cuerpo, Dios moreno.

Interminable es la fila

de penitentes de muerte

prólogo que nos anuncia

a Jesucristo Yacente.

Y tocan ya las campanas

y resuenan las trompetas

y de gargantas gitanas

nacen chorros de saetas.

Voces de color moreno

con sabor de sentimiento

que le cantan en la noche

a tí, Nazareno muerto.

En el estrellado Cielo

de una noche iluminada

la Luna llora por ver

a Cristo en la madrugada.

Y llora un hombre también

un ciego de edad temprana

que siente no poder ver

al Cristo de sus entrañas.

En el desvelado sueño

a través de una ventana

lagrimas nublan los ojos

la enfermedad de una anciana.

Y el Santo Entierro la mira

en su urna de pasión

y siente como la anciana

le ofrece su ultimo adiós.

Que las campanas del cielo

al ver tus ojos entreabiertos

se niegan a redoblar

por no querer verte muerto.

Y los labios de tu boca

me huelen a caramelo

y el perfume de tu cuerpo

a tagarnina y romero.

Tus ojos como la de miel

el azúcar es tu pelo

y tu cuerpo de gitano

me está matando de celos.

Celos por no ser flamenco

como tu cuerpo moreno

y vestir color azabache

convertido en nazareno.

Yo no quiero que te mueras

que lo sepa el mundo entero,

que en las redes de tu barca

he caído prisionero.

¡ Bandolero de la noche

me robaste la razón

y en tu monte de claveles

te canto yo mi pregón.

Y estar contigo quisiera

en tu urna de pasión

y beber de tus dolores

Cristo de mi corazón. !