Sermón del M.R.P. Fray Fernando de Zevallos a Ntra. Sra. del Rosario de Bornos el 20 de Diciembre de 1761
(Con motivo de la Bendición de la sede de la Asociación Cultural Ntra. Sra. de la Soledad y la Cofradía de la Soledad)
14 de Agosto de 2009
PUREZA DE LA CONCEPCION espiritual de
España, y Exaltacion de la IMMACULADA CONCEPCION DE MARIA, SEÑORA NUESTRA. DOS
REFLEXIONES, QUE ACERCA DEL ESPECIAL PATRONATO DECLARADO A ESTA NACION POR LA
SANTIDAD DE CLEMENTE XIII. PONTIFICE MAXIMO, A RUEGOS DE NUESTRO CATHOLICO
MONARCHA EL SEÑOR D. CARLOS III. EN EL DEVOTISSIMO MYSTERIO DE LA CONCEPCION EN
GRACIA DE NUESTRA SEÑORA, EXPUSO EL P. Fr. FERNANDO DE ZEVALLOS, MONGE del Orden
del Maximo Doctor de la Iglesia Nro. P. S. Geronymo, Professo del Monasterio de
S. Isidro del Campo, extra-muros de Sevilla, y Lector en èl de Escriptura, EN LA
SUMPTUOSA SOLEMNIDAD DE ACCION DE gracias, que por dicho Patronato celebrò el
Monasterio de Nra. Señora del ROSARIO de la VILLA de BORNOS, del mismo Sagrado
Orden, en la Dominica quarta de Adviento, dia veinte de Diciembre del año
passado de 1761. DALO A LUZ EL MISMO MONASTERIO DEL ROSARIO de Bornos, y lo
dedica à la Immaculada Reyna del Cielo, Patrona, y Titular de dicho Sto.
Monasterio.
A MARIA, SERENISSIMA REYNA, Y MADRE DEL
ROSARIO, TITULAR, Y PATRONA DEL MONASTERIO DE SAN GERONYMO DE BORNOS, El Prior,
y su Comunidad.
SEÑORA.
QUANTOS socorros hallò la naturaleza en
el ayre para utilidad de la vida, tantos se ha sabido procurar el amor con el
blando ambiente de la alabanza. Dios nos proveyò de tantos beneficios en aquel
elemento para nuestra subsistencia, que no dà gana de preguntar à el alma, si es
algun ayre leve toda su sustancia: si en qualquiera sentido podemos decir, que
es viento nuestra vida: y si hasta en lo physico es el hombrevanidad: porque si
este no respira, muere; si alienta esse ayre comun, vive: y en dexando de vivir,
parece que su espiritu se dissipa, como un tenue vapor. Pero donde mas admiramos
los usos de este liquido, es en las funciones del corazon. Quièn no lo vè aquì,
soplando la llama de la vida, para que arda; y refrescando à el mismo tiempo à
el viviente, para que no se sofoque? Dando à el corazon un atemperante como el
nitro, que le introduce, para tolerar el caldèo del fuego; y cebando con
porciones oleosas a esse fuego, para que no dexe de arder cerca del corazon? De
aquì nace la necessidad de respirar con frequencia para la conservacion de la
vida: y de aquì se insiere la necessidad de repetir la alabanza, para mantener
el amor, y reparar el corazon de quien ama.
Porque qué es un elogio bien sentido, sino un ayre blando, que para
desahogo de su amor respira el corazon abrasado; y que en volviendo à entrar à
el alma por el oìdo, luego la presencia del sujeto, sobre quien se versa,
renueva el incendio: con que es
necessario entonces, para repetir el alivio, volver à respirar el elogio?
Pues vè aquì, Señora, reproducida ante los ojos aquella misma alabanza,
que dias passados eructò nuestro corazon por los labios. Al pronunciarla, tomaba
algun alivio nuestra alma. Pero, ò violencia! Que à el oirla, volvìa à
encenderse con mayor impetu la primera llama! Bastabanos antes, para que te
amassemos, aquella Pureza de tu origen: aquel asseo de tus primitivos passos:
aquella Gracia, con que procedias en tu primer Instante. Con esta sola flecha
hacias caer rendidos mil à tu lado, y diez mil à tu diestra. Esta te daba en
nuestros corazones el Reyno; y aun nos obligaba à apartar de tì nuestros ojos.
Con solo este alto rpivilegio te podiamos saludar, como te saludabamos cada dia
en tu Rosario, llena de Gracia, bendita entre todas las mugeres, y bendito el
Fruto de tu vientre. Pero la bella idèa, que ahora de nuevo nos hace formar de
tì este elogio: el trage, en que esta Oracion te introduce vestida: la nueva, y
elegante forma, que te hace tomar el presente Patronato, hace desfallecer à tus
pies à nuestras almas, y que en medio de nosotros se derrita nuestro corazon
como cera.
Mas con todo esso, Señora, si el ayre, que avivo en nuestro espiritu este
fuego tan violentamente voràz pudiera otra vez soplar suavemente en nuestros
corazones, ya hallariamos la medicina en la misma punta, que causò la llaga.
Pero como la alabanza pronunciada passa tan aprisa, como se articula, apenas
hiriò à el alma, hayò tan velòz, que no nos dexo mas senda de su carrera, que
nuestra propria herida. El eco, que entrò à nuestro espiritu por el oìdo, no
hizo mas, que soplar el fuego, que lo agitaba: porque corriendo luego, como que
huìa, dexaba sin dàr respiracion à
nuestro corazon inflamado.
Pues còmo haviamos de poner en cadenas una alabanza, que se desprendiò de
nuestra alma, y se huyò por la boca? Còmo haviamos de obligar à que passasse
muchas veces por delante de los ojos aquella vuestra bella Imagen, que una vez
sola la hicimos salir à los labios? Cómo haviamos de aprissionar à el viento
incendiario de este elogio, para que el mismo soplo, que avivo nuestro incendio,
respirado otra vez, templasse à nuestro corazon, de donde fuè eructado? Por fin,
còmo haviamos de poner en circulo este ayre blando, que respira el amor, y hace
vivir à el que ama? Puer ved aquì, Señora, el medio, que dictò nuestra devocion.
Ved aquì, traemos yà à vuestros pies aprissionada con los grillos de la Prensa
aquella Oracion, que tuvo audacia, para volar à vuestros oìdos. Ved aquì atada
yà aquella victima, que tuvo libertad, para huìr de tus aras. Aquì por mis
manos, y de esta Comunidad de tus Siervos, y devotos Ministros ha de ser otra
vez sacrificada à el pie de tu altar aquella alabanza, que fuè immolada como
holocausto de nuestros labios. Querèmos, que sirva de perpetuo pabulo à el
fuego, que debe siempre arder en vuestro Templo, y que no se dissipe en el
olvido aquel suave humo, que ha tenido el honor de llenar vuestra Casa, rodear
vuestro Santuario, y elevarse à vuestro Solio. Si hablado una vez este elogio,
creemos hallarìa en Vos gratos oìdos, por què perpetuado yà en la prensa, no
esperarèmos, que inclidarèis sobre èl vuestros ojos? Miradlo, Emperatriz
Soberana, y miradnos con afectos de Madre: que con solo esto serèmos felices.
Aceptad otra vez esta Salutacioj de vuestro Patronato: y haced, que con ellas
crezca la devocion, con que cada dia pronunciamos la de vuestro Rosario.
Hacednos la merced, de que siempre os amemos, y os alabemos con èl, sin que
alguno de esta vuestra rendida Comunidad se aleje jamàs de Vos, diciendoos:
VALE.
CENSURA DEL M. R. P. Mro. Fr. NICOLAS
de Santo Thomàs, jubilado en Sagrada Theologìa, ex - Difinidor General del Orden
de N. P. S. Geronymo, Visitador General, que fuè de los Reynos de Castilla, y ex
- Prior tres veces de su Monasterio de San Isidro del Campo, extra-muros de
Sevilla, y Examinador Synodal de su Arzobispado.
Quando debiera yo destinar el residuo de mis años, para censurar
unicamente el discurso de mis obras, y que los ojos, que me aprovechan yà poco,
para vèr las cosas presentes, me sirviessen, para llorar con amargura los
passados trances de mi vida, oyen mis huessos aridos en este Campo de San Isidro
la voz de nuestro Rmo. P. El Mro. Fr. Augustin Gomez, Jubilado en Sagrada
Theologia, y ya segunda vez General de nuestra Religion (en quien la inveterada
costumbre de favorecerme ha passado à ser naturaleza) mandadome hacer juicio de
unas Reflexiones, que sobre el nuevo Patronato de
MARIA, Nuestra Señora, en su Immaculado Mysterio, declarado a favor de
este Reyno, expuso el P. Fr. Fernando de Zevallos, Professo de este nuestro
Monasterio de San Isidro del Campo, y en èl Lector de Escriptura, en la
magnifica Celebridad de Accion de Gracias, que hizo nuestro Religiosissimo
Monasterio de nuestra Señora del Rosario de la Villa de Bornos en la Dominica
quarta de Adviento, dia veinte de Diciembre del año passado de setecientos
sesenta y uno.
Y haciendo de este Sermon el juicio mas estrecho, à que me puede precisar
mi Comission, digo, que es un Sermon dispuesto en juìcio. Una Oracion, que
procediendo por el orden mas racional, llega à persuadir concluyentemente quanto
se rpropone. No me parece, que la Critica tendrà en ella lugar de hacer gracia à
la verdad de sus proposiciones; ni que la Logica podrà notar la mas leve
transgression de las leyes de la buena consequencia. Tampoco el gusto delidado
de hablar bien podrà esquivar alguna impropriedad en sus frasses, ò alguna
crudeza en sus expressiones. Ni
temo, que el Publico se pueda quexar ahora, de que se le haya privado de la
mayor utilidad en la eleccion de assumpto. Ni ultimamente podrà notar el genio
mas austero, que se le quedò à el Orador, no digo por saludar, pero aun por
desentrañar el Patronato.
Aquè se vè muy claro, còmo lo prescinde del Mysterio: còmo lo saca fuera
del mare magnum
de la Concepcion de MARIA: y haciendo en su cuerpo una prolija anathomìa,
aplica de sus entrañas, ya lo que conviene, para curar la ceguedad envejecida de
la Nacion, yà para ahuyentar de entre nosotros el espiritu de Asmodèo, y hacer à
España por su pureza capàz de desposarse con Dios. No parece, que se podìa
elegir rumbo mas oportuno, si se ha de tratar del assumpto: si se quiere hablar
dignamente del cargo de nuestra Patrona: ò si se pretende ponderar altamente el
amor, à que la obliga este Titulo: porque con atender solamente à la expression
del nombre, se hallarà, que es amor la
significacion, que lleva esta voz PATRONO. Porque, ò yà corresponda à esta
palabra Hebrèa Bahal, ò à la Griega
Filo, siempre quedarà significando, ò
amado, ò
arder en amor. Pues cabe mayor amor, o charidad, que poner la vida,
ò la honra por el amigo? Ved, hermanos, dice San Juan, quanto nos amò
Jesu-Christo, que diò su vida por nosotros. Ni Dios parece, que pudo recomendar
mas su amor à el Mundo, que con darle à su Unigenito.
Pues assi recomienda esta Oracion el amor de MARIA en su Patronato para
con España. Aquì se nos presenta esta Señora tan amante de este Reyno, que no
rehusa tomar por èl en su primer instante la imagen del pecado: y porque el
cliente, que naciò reo, se dexe vèr tan innocente, como si se huviera concebido
puro, no excuìa la Avogada, que se animó en Gracia, mostrarse en el Tribunal tan
triste, como si à el primer passo de su vida fuera aprehendida en delito.
Pero ciñendome à evacuar el cuydado de N. Rmo. En el examen de esta Obra,
juzgo, que no solo se puede assegurar de no haver en ella cosa agena de la sana
doctrina, ni de la gravedad, y modestia de nuestra Religion; sino que en quanto
lo permiten las leyes de la moderacion, zela con bastante eficacia la honra de
su Orden. La Crisis, que hace de passo de la de el Padre Salazar, creo, que
parecerà fundada à qualquiera desimpressionado: pues en ella hace vèr la
debilidad de la razon, que hizo negar à aquel docto Padre haver N. P. S.
Geronymo anunciado este Mysterio en su Martyrologio; quando para dicha sentencia
negativa debiera aquel Author, conforme à todas las reglas de Critica, y de
Derecho, hacer en contrario una probanza concluyente. Porque siendo el
Martyrologio Romano, según Molano, y Baronio, y el mismo Salazar, (*) Obra de N.
P. S. Geronymo, se le debe atribuìr à este Santo Padre el cuydado de qualquiera
Festividad, que en èl se anuncia, mientras que claramente no se convence haver
sido añadido por otro: puesto que la presumpcion, que està siempre à favor del
Author conocido de una Obra, le ampara en la possession de qualquiera doctrina,
ò especie, que en ella se encuentre, mientras no se prueba, que es estraña. Pues
según esto, còmo con una congruencia solamente possible, quiere quitar aquel
Padre de la mano, y pluma de Geronymo una antigüedad, que no sè, si serà de mas
honor para el Mysterio, que para el mismo Doctor Maximo? Yo dirè siempre de mi
Santo Padre lo que de este Mysterio dixo una vez San Bernardo: esto es, que no
tiene necessidad de falso honor. Pero inferir, que aquel Santo Patriarcha no
anunciò este Mysterio en su Martyrologio, porque en su siglo no fuesse celebrado
en Oriente, es una consequencia tan desmedida, que no puede abarcarla un
antecedente tan limitado.
Nuestro Venerable Padre Vasco, Fundador de nuestro Monasterio de San
Geronymo de Cordoba, fuè puesto, en muriendo, en el Martyrologio de aquella
Iglesia; sin que para esto haya necessidad de indagar, si se le daba culto, ò nó
en aquel Obispado: porque entonces no se requerìa tanto para hacer memoria de
alguno en el Martyrologio, como para dàrle culto, y adoracion de Santo. Por fin
me parece tan fundado el discurso, que forma el Orador a favor de la possession,
que à hablarse con menos moderacion, mas bien, que conjetura, le pudiera llamar
opinion, ò sentencia; á que no faltarían desinteressados, que subscribiessen:
porque yà Geronymo Ormachea en su exposicion de los Cantares havia concedido a
nuestro Orden una antiquissima inclinacion, y propension hàcia la sentencia Pia.
Hieronymianus Ordo omnis (dice*) devotissimè semper fuit affectus in hanc
Piam sententiam.
Y acaso
en premio de esta immemorial devocion à este Mysterio gozamos, và yà para
doscientos años, de un Privilegio, (*) en que nos concediò la Santidad de Pio,
que en tiempo de todo entredicho, assi general, como particular, podamos
celebrar publicamente, y à puertas
abiertas dicho Mysterio con la mayor pompa, y sumptuosidad, que nos sea possible.
Dexo al silencio, porque no cabe en voces, y hace molesta esta Censura,
el singular reconocimiento de este Monasterio, y mio à la Religiosissima
Comunidad del de Bornos, que dà al público este Sermon, despues de haver
escondido con exemplar modestia en el silencio de su Claustro tan
resplandecientes luces, como puediera poner aquel dia sobre el candelero de su
Pulpito. Y concluyo este Parecer, diciendo, que salvo otro mejor, puede nuestro
Rmo. P. General dàr la licencia, que aquella gravissima Comunidad, y aun esta
mia como tan interessada, le suplican. Assi lo siento en este de San Isidro del
Campo a 17 de Marzo de 1762.
Fr. Nicolàs de Santo Thomàs.
NOS el Mro. Fr. Augustin Gomez,
Jubilado en Sagrada Theologìa, y General de la Orden de nuestro Padre San
Geronymo:
POR
el tenor de las presentes damos nuestra licencia al Padre Prior, y
Comunidad de nuestro Monasterio de Nuestra Señora del Rosario de la Villa de
Bornos, para que puedan dàr à la Imprenta un Sermon predicado en dicho
Monasterio por el P. Fr. Fernando Zevallos, Professo del de San Isidro del Campo
de Sevilla, en la Celebracion del Patronato de la Virgen MARIA, nuestra Señora,
en su Purissima Concepcion para estos Reynos de España: en atencion à que por
nuestra Comission se remitiò dicho Sermon à personas doctas, y timoratas de
nuestra Orden, por cuya Censura nos consta no contener cosa contra los
Catholicos Dogmas, ni contra buenas costumbres: ni se opone à las Regalìas del
Rey nuestro Señor, ni à sus Reales Pragmaticas, à las que se debe arreglar
enteramente, y à lo dispuesto en los Sagrados Canones, para proceder à su
impression. Dadas en este Monasterio de la Sisla de Toledo, à veinte y tres de
Marzo de mil setecientos sesenta y dos años.
Fr. Augustin Gomez.
General.
Por mandado de N. Rmo. P. General
Fr. Gregorio de San Geronymo,
Secretario
APROBACION DEL M. R. P. Fr. FRANCISCO
Xavier Gonzalez, Lector Jubilado del Orden de los Minimos, Doctor en Sagrada
Theologìa del Claustro, y Universidad de Sevilla, Examinador Synodal de su
Arzobispado, y Socio Theologo, y de Erudicion de la Regia Sociedad Hispalense.
El Sermon de Accion de Gracias por el Patronato de la Santissima Virgen
MARIA en el tierno Mysterio de su Immaculada Concepcion sobre los Dominios de
nuestra España, que predicò en su Monasterio de la Villa de Bornos el R. P. Fr.
Fernando Zevallos, hijo del de San Isidro, y Lector de Sagrada Escriptura en èl,
y comete à mi Censura el Sr. Lic. D. Joseph de Aguilar y Cueto, Prebendado de la
Santa Iglesia Cathedral de Cordoba, Provisor, y Vicario General de esta Ciudad
de Sevilla, y su Arzobispado, por el Eminentissimo Señor Don Francisco, por la
Divina Misericordia, de la Santa Romana Iglesia Presbytero Cardenal de Solís,
Arzobispo de esta dicha Ciudad, y Arzobispado, del Consejo de su Magestad, &c.
Es para mì nueva prueba sobre las muchas, que me ha facilitado la antigua
amistad, con que me honra su sabio Author, de los ventajosos talentos, que
laudablemente aplicados en el siglo à el estudio de los varios Systhemas
Philosophicos, que dividen los ingenios: à el util de la Sagrada Theologìa,
Canones, y Leyes: à el ameno de varia erudicion, y Bellas Letras, consagrò
despues en la Religion, empleandolos en negociar con ellos la gloria del Señor,
à quien los debe, y la instrucción de los Fieles, à quienes frequentemente
inseña desde el Pulpito.
Como este es, y debe ser el unico fin, que se proponga todo el que
llamado de Dios, no temerariamente introducido, tome sobre sì el ministerio de
la Divina Palabra, este es el que se propone en este Sermon su Author, y aun se
proponia, quando es regular desentenderse de èl, por hacer ostentacion de los
adelantamientos hechos en la carrera Literaria. Quiero decir, quando le oìmos
Joven predicar de Oposicion à la Canongia Magistral de la Santa Iglesia
Metropolitana, y Patriarchal de Sevilla, no nos admirò mas el fondo de juicio, y
espiritu, con que animo el Sermon Extemporaneo sobre el Evangelio, que le dio la
suerte, que el lleno de Sagrada, y Prophana erudicion, con que fundò, probò,
confirmò, y exornò el oportuno argumento, que de èl deduxo? Yá desde entonces,
porque desde entonces era anciano su desengaño, y juicio, sabia, que es la
gloria de Dios, y la enseñanza de los Fieles el centro, adonde deben dirigirse
todos los conatos del que anuncia la Palabra del Señor: que, sea de la Nacion,
que fuere el Predicador, siendo Catholico, en todo, menos en esto, puede
distinguirse: porque esto es, a lo que todos deben aspirar, y de lo que no sin
grave culpa, y detestable abuso, les es permitido desentenderse. Sabìa, que en
los methodos de establecer, en los medios de probar, en la division del
argumento, en la amenidad de los similes, en la variedad de erudicion, y aun en
la qualidad de los estilos, con que se exornan, y predican los assumptos, se han
distinguido siempre los Oradores: pues ni uno mismo es entre los Santos Padres
el genio, y methodo de predicar; ni jamàs lo serà entre los que, sucessores de
su ministerio, han predicado, y predican. Pero como sabìa, y sabe, que es
consederable con la novedad del argumento, con la propiedad de la division, con
la delicadeza de las pruebas, con la amenidad de la bien distribuìda erudicion,
con la valentía de las expressiones, con el encanto de una varonil eloquencia
desentrañar las verdades, proponerlas fortalecidas de la infalible, que en sì
tienen las Santas Escripturas, insinuarlas dulcemente, y atraer à su
conocimiento, y amor à la razon, y à la voluntad: assi lo executa en este Sermon
con tanta exactitud.
Ut discernere nequeas, utrum ornatior in eloquendo,
facilior in explicando, an potentior in perfuadendo fuerit. (Lactant, lib. 5. Cont. Gent. Cap. 5.)
Por sola
esta razon sobre las muchas, que omito, por no mortificar mas la Religiosa
modestia de un ingenuo Amigo, es muy digno de la publica luz este Sermon, que en
nada desdice de los que se deben proponer por modelo los que desean encender à
los Españoles en el mas tierno amor, y devocion à su Immaculada Patrona. Assi lo
siento en este Convento Casa Grande de Nuestra Señora de la Victoria en Triana
en 8. De Mayo de 1762, años.
Fr. Francisco Xavier Gonzalez.
EL Lic.
D. JOSEPH DE AUILAR y Cueto, Prebendado de la Santa Iglesia Cathedral de
Cordoba, Provisor, y Vicario General de esta Ciudad de Sevilla, y su Arzobispado
por el Eminentissimo Señor D. Francisco, por la Divina Misericordia de la Santa
Romana Iglesia Presbytero Cardenal de Solìs, Arzobispo de esta dicha Ciudad, y
Arzobispo, del Consejo de su Magestad, &c. mi Señor:
POR el tenor de la Presente, y lo
tocante à esta Jurisdiccion Ordinaria Eclesiastica, doy, y concedo licencia,
para que se pueda imprimir, è imprima el Sermon Panegyrico, que en el Monasterio
de Nuestra Señora del Rosario de la Villa de Bornos, del Orden de Señor San
Geronymo, dixo en la Funcion celebrada al Patronato Universal de las Españas à
Maria Santissima en el Mysterio de su Immaculada Concepcion el R. P. Fr.
Fernando de Zevallos, Monge del mismo Orden, Professo en el Monasterio de San
Isidro del Campo, y Lector de Escriptura de èl: atento à constar por Censura del
M. R. P. Fr. Francisco Xavier Gonzalez, Lextor Jubilado del Orden de Minimos,
Doctor en Sagrada Theologìa del Claustro, y Universidad de Sevilla, Examinador
Synodal de su Arzobispado, y Socio Theologo, y de Erudicion de la Regia Sociedad
Hispalense, no contener cosa alguna contra nuestra Santa Fè, y buenas
costumbres; y con tal que al principio de cada Exemplar se ponga dicha Censura,
y esta mi Licencia. Dada en Sevilla à diez de Mayo de mil setecientos sesenta y
dos años.
Lic.
D. Joseph de Aguilar y Cueto.
Por mandado del Sr. Provisor.
Augustin de Loayssa.
Notario Mayor.
CENSURA DEL Sr. Dr. DON LUIS Ignacio
Chacon, Marquès de la Peñuela, Dean, y Canonigo de la Santa Iglesia
Metropolitana, y Patriarchal de Sevilla, de el Gremio, y Claustro de Theologìa
de la Universidad de dicha Ciudad, y Cathedratico de Visperas de su Facultad en
ella.
EL Sermon, que cometiò à mi censura el
Sr. Dr. D. Pedro Curièl, Canonigo, y Dignidad de Arcediano titular de esta mi
Santa Iglesia Patriarchal de Sevilla, del Consejo de S. M. Su Inquisidor mas
antiguo en el Tribunal del Santo Oficio, y Superintendente General de las
Imprentas, y Librerìas de esta Ciudad, y su Reynado, predicado en la Dominica
quarta de Adviento, dia veinte de Diciembre del año passado de setencientos
sesenta y uno, en la magnifica solemnidad de Accion de gracias, que celebrò el
Religiosissimo Monasterio de Nuestra Señora del Rosario del Sagrado Orden del
Señor San Geronymo de la Villa de Bornos, por el M. R. P. Fr. Fernando de
Zevallos, Monge de dicho Orden, y Professo en el Monasterio de San Isidro del
Campo, junto à su Villa de Santiponze, y Lector de Escriptura en dicho su
Monasterio, ha sido para mí motivo de mucha complacencia, assi por lo devoto de
su assumpto, como por lo apreciable de la Obra, y recomendable de su Author.
Las Reflexiones, à que este reduce su Panegyrico, y la eficacia, y
methodo, con que las persuade, demuestran bien su superior ingenio. Las pruebas
tan ajustadas, y lo ameno de su estìlo acreditan su erudicion. Las moralidades
tan provechosas explican su zelo por la utilidad de las almas. Y la valentìa, y
fuerza de sus razones manifiestan bastantemente su eloquencia: de modo, que en
esta sola Obra puede hallar un thesoro la honesta ambicion de saber, donde sus
expressiones son legitimamente piedras de exquisita preciosidad, en cuyo fondo
sobresalen otros tantos brillos, quantas son las hermosas, proprias, y varias
alusiones, que dicen à innumerables passages de los Libros Sagrados, y Prophanos.
Sus frasses, ò yà cogen con una palabra el pensamiento de un Divino Oraculo, ò
yà atan con otra la flor de una oportuna fabula, ò noticia Historica. Y assi
forman un hermoso ramillete de pensamientos, donde sin perder cada flor sus
propios colores, ni la propiedad de las palabras los varios lugares, que
refieren, hacen una templadissima mixtura, que dice bien el olor del
Campo, donde se cultiva este mineral
de Erudicion. Y todo demuestra el
secundo ingenio de su Author, instruìdo perfectamente en todas las buenas Artes,
según deseaba el Principe de la Eloquencia, (a) para los que deben contarse en
el numero de los grandes Oradores. Lucen en cada linea reconditas, y hermosas
doctrinas, como en la Censura de otra bObra respondiò Justo Lypsio; (b) y arguye
tambien en toda doctrina, como manda à los Predicadores San Pablo. (c) Por lo
qual, y no contener cosa alguna, que se oponga à nuestra Santa Fè, y buenas
costumbres, ni à las Regalìas de S. M. Soy de parecer, que se debe dàr la
Licencia, que pide. Assi lo siento, salvo, vc. Sevilla, y Mayo, 12. De 1762.
Dr. Luis Ignacio Chacon.
(a)
Cic. Lib. R. De Orat.
Sentio, neminem in Oratorum numero
habendum, qui non sit in omnibus artibus perpolitus. (b) Justo Lypsi.
In fingulis paginis, immò v lineis notae elucent reconditae, v venustae
doctrinae. (c) S. Pabl.
Epist. 4. Ad Timoth.
EL Dr. D. PEDRO CURIEL, Canonigo, y
Dignidad de arcediano Titular de la Santa Iglesia Metropolitanan, y Patriarchal
de esta Ciudad, del Consejo de S. M. Inquisidor Apostolico mas antiguo en el
Santo Oficio de la Inquisicion de ella, Superintendente General de las
Imprentas, y Librerias de esta dicha Ciudad, y su Reynado.
DOY licencia, para que por una vez se imprima un Sermon Panegyrico, que
en la solemne Fiesta, que celebrò el Monasterio de Nuestra Señora del Rosario de
la Villa de Bornos, del Orden del Señor San Geronymo, en Accion de gracias del
Patronato concedido à la misma Señora Nuestra en el Mysterio de su Purissima
Concepcion en Gracia, dixo el M. R. P. Fr. Fernando de Zevallos, del citado
Orden, Professo del Monasterio del Señor San Isidro del Campo, extra-muros de
esta Ciudad, y Lector de Escriptura en èl : atento à no contener cosa alguna
contra las buenas costumbres, y Pragmaticas de S. M. Sobre que de comission mia
ha dado su Censura el Señor Dr. D. Luis Ignacio Chacon, Marquès de la Peñuela,
Dean, y Canonigo de dicha Metropolitanan, y Patriarchal Iglesia, del Gremio, y
Claustro de Theologìa de la Universidad de dicha Ciudad, y Cathedratico de
Visperas de su Facultad en ella; y con tal de que al principio de cada Exemplar,
que se imprima, se ponga dicha Censura, y esta mi Licencia. Dada en el Real
Castillo de la Inquisicion de Sevilla à diez y siete de Mayo del año de mil
setecientos sesenta y dos.
Dr. D. Pedro Curièl.
Por mandado de su Señorìa.
Mathias Tortolero.
Escribano.
MARIAE, DE QUANATUS EST JESUS.
Math. Cap. I
Caro mea verè est cibus. Joann. 6.
Et venit in omnem regionem Jordanis praedicans Baptismum poenitentiae in
remissionem peccatorum.
Y predicaba por toda la region del
Jordàn el Baptismo de penitencia en remission de los pecados. S. Luc. Al cap. 3.
EL que por boca de un dia nos hablò de otro dia, ò por medio de una
prosperidad (como * sienten otros) nos anunciò otra prosperidad, es el que en
nuestros tiempos nos havia prevenido con bendiciones de dulzura, para visitarnos
con una de sus mas especiales misericordias. Quien viera dormir à España en
estos ultimos años en el seno de una paz, que llenando de abundancia à sus
Naturales, ceñìa de seguridad sus fines, podrìa creer, que esto fuera solamente
una tregua debida à las revueltas, y alteraciones passadas; pero el sucesso, que
ahora nos ocupa, pide con mejor derecho, que la atribuyamos piadosamente à una
suave providencia, con que disponía Dios à este Reyno, para hacerle participante
de una merced, que no ossaré comparar con ninguna de las glorias, que mas
exageraron nuestros mayores.
No es esto discurrir contra el estìlo de la Suprema Bondad, que ha
querido comunicarse à los hombres por algun rumbo extraordinario de su
Providencia. Y de esto nos dà sobrado testimonio el proximo mysterio del
nacimiento de nuestra Salud, que yà alegra al mundo, y presiente la Iglesia.
Todo el Orbe fuè puesto en paz: un
alto silencio tenìa suspensas todas las cosas: y la noche hacìa la mediacion de
su curso; quando el Verbo Omnipotente del Padre, saliendo de las Sillas eternas,
vino à iluminar, y bendecir su tierra. Para esto havian vaticinado los Prophetas,
que verìa primero los hombres convertidos los alsanges en azadones: que los
instrumentos de venganza se fundirìan para rexas de arado: que quebrarìa el
Señor los arcos: que harìa pedazos las armas: y echarìa al fuego los escudos.
Ved aquì, Señores, dicho por boca de tres testigos tan calificados, como Isaìas,
David, y el Sabio, el feliz reposo, en que dormía España en estos ultimos
tiempos, quando se dexò oìr en medio de nosotros un Oraculo del Vaticano,
anunciandonos un gozo grande, y semejente à
el que los Angeles evangelizaron à los Pastores. Oy ha nacido para
vosotros el Salvador, oyeron aquellos:
Hodie (a) natus est vobis Salvator; y nosotros estamos oyendo, que ahora
nace, y se concibe para España especialmente la Redemptora.
Sì: en aquel Vobis de los
Pastores han entendido sin dificultad algunos Padres (b) la especial aplicación
de los beneficios del nacimiento, que desde entonces, y primero que otra Gente,
ò Nacion, comenzaron à gozar aquellas almas sencillas, y dociles, que esperaban
constantemente la Salud del Israel: porque aunqeu aya nacido entonces para todos
el Salvador, no sintieron todos en aquel instante su calor, ni amaneciò en todas
las Naciones à un tiempo. Y ved aquì el sano sentido, en que puede creerse, que
ahora se concibe especialmente para España la Redemptora.
Hasta aquì bien se podìa decir, que la Concepcion, ò primer Nacimiento de
MARIA havia sido solamente para sì, y para Dios. Hasta ahora parece, que esta
Purissima Luna havia reservado para sì aquellos primeros instantes de su
conjuncion con el Sol, siendo el Amado solamente para ella, y ella unicamente
para su Amado. Mas el mundo, que suele tener por deliquio de la Luna, por
manchas, y aun por obscuro lo que fuè, y es para ella la mayor plenitud de su
Luz, se sintiò entretanto agravado de la mas densa noche, en la que dormìan
unos, erraban otros, y vacilaban muchos; aunque dissimulando Dios por entonces
la opinion, en que gustassen tener sobre esto à su Madre los hombres, solo
encargaba, que le dexassen à su dilecta, y no la despertassen, hasta que ella
quisiesse.
En medio de esta obscura noche protestò siempre nuestra Nacion una firme,
y piadosa credibilidad hàcia este dulce Mysterio: y esperaba constantemente su
manifestacion à el mundo. España, como el Reyno mas enamorado de MARIA, se havia
hecho cargo de armar mas de sesenta Fuertes doctissimos en la guerra, para que
rodeassen su lecho, y le assegurassen contra los temores de la noche. Rondaban
para esto sus puertas, ò su Concepcion. Y como estàn los ojos de la Esclava en
las manos de su Señora, assi nuestros ojos estaban yà atenuados, y cansados de
mirar à lo excelso, por si MARIA querìa despertar para nosotros en aquel
instante, para mirarnos por sus ventanas, y observar nuestra fidelidad por entre
sus canceles. En lo mas dulce de esta esperanza, parece, que estaba ahora como
embelesada España; y quando ningun rumor turbaba la paz, ved aquì, como por
medio del organo de la Iglesia hace MARIA, que resuene su voz en los oìdos de
los amigos, que la escuchaban. (*)" Que su benignidad (nos hace decir esta
Señora por el Vicario de Jesu-Christo) acepta, y le serà grato, que estos
Reynos, y Dominios la reverencien en su Purissimo Mysterio, y la invoquen en èl
como à su universal, y principal Patrona. Y que por tanto aprueba, y confirma
nuestra eleccion, puesta baxo la Authoridad Apostolica". Que es tanto, como si
MARIA nos dixera: "Yo acepto de buena voluntad vuestra perpetua, insita, y
entrañable devocion, con que siempre creisteis defendisteis, y celebrasteis mi
Immaculado Mysterio. Por esto me declaro abiertamente desde ahora por vuestra
especial Avogada, y Patroan en este mismo Mysterio, en que vosotros jurasteis".
Assi ha de exponer vuestra devocion aquella clausula del Breve Apostolico,
que nos declara el privilegiado Patronato de MARIA en el selicissimo, y primer
instante de su Sèr. Con esto nos sabrèmos formar una bella, y tierna idea del
amor, que debemos los Españoles à esta Señora, quando de aquì deduzcamos, que el
punto, que le fixa Dios sus ojos, yà los convierte llenos de misericordia sobre
nuestro Teyno, para desterrar con la luz, que en ellos brilla, las tinieblas,
que à nosotros nos turban: y que aun estandose formando su precioso cuerpecito,
y uniendosele su purissimo espiritu, yà hace, como que quiere dàr passos, y
carreras hàcia los Españoles, sus clientes, para librarnos de las tribulaciones,
y ayudarnos en las necessidades.
Assi lo ha considerado sin duda España. Y de aquì ha procedido este golpe
de amor, que bañando nuestras almas de gozo, ha tenido poder para apartar à los
mas juíciosos, y moderados Españoles del punto, ò centro, donde los inclina su
natural gravedad, hasta dàr con ellos en unos excessos, y santas locuras, con
que hà tantos meses, estàn celebrando esta regalada expression de su nueva
Patrona. Cierto es, que quien à los principios de este largo dia consideràra la
grandeza, y magnisicencia, à que hacian llegar estos Jubilos, temerìa, no
fuessen acso corazonadas, que inspiraba la vanidad, y sostenìa la emulacion;
pero el tiempo de seis meses, que vàn yà llenos de estas Celebridades, puede
haver justificado el buen espiritu de estos Cultos, separando lo precioso de lo
vil, y haciendo constar, que solo han sido efecto del grande amor por Raquèl las
estupendas fuerzas, que en esta ocasión ha manifestado el Reyno de Jacob.
Oy veinte de Diciembre, en que à pesar de las destemplanzas de la
Estacion, nos hace ver la Iglesia poblado el desierto de las turbas, que salen à
oìr à el Baptista, y en que este gran Propheta embia por las riberas del Jordan
su palabra, para liquar sus yelos, y hacer fluir sus aguas con el calor de su
espiritu, ha resuelto tambien esta gravissima, clara, y muy Reverenda Comunidad
tomar en sus manos la Sagrada Thèa, que encendiò su amor para correr hasta los
pies de MARIA, y ofrecer en sus aras el sacrificio de alabanzas, y accion de
gracias, que por el expressado Patronato se vèn obligados à protestar todos los
Cuerpos de nuestra Nacion, assi Eclesiasticos, como Politicos.
Jamàs fue su designio, como tampoco es su genio, é instituto ofrecer por
este medio un brillante espectaculo à los ojos del mundo, donde para ponerse
delante de los que corrìan primero, sacasse de passo su abstraccion:
forzasse à su modestia à tropezar en la concurrencia: espusiesse su
devocion à riesgo de caer orpimida baxo del zelo: y viesse su gloria hollada en
el polvo por nuestro comun Adversario. Solo aspiraba à correr sin fama, y à
solas, por no correr en vano, y como à cosa incierta; pero su amor no ha podido
romper sin estrepito. Y como el clamor de Juan cita oy al desierto à las turbas,
para ser instruìdas en un nuevo Sacramento, que les predica, assi el èco de esta
devocion llama oy à este retiro à los Pueblos vecinos, para ser edificados en la
doctrina de un nuevo Mysterio, ò Sacramento, que en este Patronato se nos
revela.
Y à la verdad no debìa explicarse con menos ruìdo una devocion, que, por
dirigirse à MARIA en su Immaculado Mysterio, acaso hà muchos siglos, que se
repressaba en nuestros corazones, y Claustros. Nadie podrà dudar, que esse
nuestro Santissimo Padre, y Maximo Doctor fundò nuestro Monachato sobre la
fidelidad mas probada, y constante para con MARIA, nuestra Madre, y Señora:
porque èl fuè aquel fuerte Israelìta, que con una mano levantaba en Belén
nuestro Instituto, y con la otra apartaba, y rebatìa à los que ossaban
temerariamente obscurecer la Virginidad de MARIA en el Mysterio del Portal. Sì,
Geronymo. Por tì vivìa mi Señora,
quando el Dragòn de Elvidio dilataba sus obscuras fauces, y presumì sorberse
todo entero el Jordàn. El fuè quien viendo apostado à el Dragòn delante de essa
Celestial Muger, para hacer naufragar la certeza de su Pureza Virginal con un
torrente de blasfemias, que vertìa por su boca, ocurriò à la defensa: enjugò, y
purgò à la tierra con su espiritu ignèo, y vehemente: postrò à el Gigante,
haciendole gemir baxo las aguas, que el havia vomitado: y diò à la Muger con su
pluma alas de Aguila, para volar à la soledad.
Ademàs de este hecho constante, tiene tambien probabilidad el sentimiento
de algunos, que para probar lo antiguo de esta Solemnidad de la Immaculada
Concepcion en la Iglesia, quieren, que nuestro Padre San Geronymo la haya
anunciado desde el siglo quarto en su Martyrologio. Es evidente, que los que por
semejantes caminos han emprendido buscar à esta Celebridad una antigüedad tan
remontada, se han metido en el empeño de andar por vias dificiles, y superar
dificultades bien arduas. Nuestro assumpto no consiente suscitar ahora de nuevo
este Juìcio; pero me permite sin embargo advertir brevemente, que todo el
fundamento de la Critica, que hizo contra este particular un docto Escriptor,
(a) no tiene aun aquella solidèz, que parece, pedìa una prudente conjetura.
Consiste este, según aquel Author, en que aunque el Martyrologio Romano, que
anuncia esta Festividad, sea el mismo, que ordenò nuestro Padre San Geronymo,
por lo que antes se llamò Geronymuano, se debe no obstante creer, que no fuè
nuestro Santo Padre quien anunciò en él esta Solemnidad; sino que se le añadirìa
despues entre otros muchos Santos, y Fiestas, que sin dificultad se le han
agreegado, mediante que en el siglo quarto no era celebrado este Mysterio en las
partes de Oriente, ni lo fue despues hasta el siglo nueve.
Yo confieeso, que es muy possible dicha agregacion à este Martyrologio:
mas, que haya assi acaecido, no lo persuade el citado fundamento. Porque quàntos
son los Santos, que entonces, y aun hoy se anuncian en esse Martyrologio
Geronymiano, ò Romano, cuyas Festividades ni entonces, ni ahora son conocidas en
la Iglesia? A los mas de los antiguos Patriarchas, y Prophetas ha hecho lugar la
Iglesia en esse mismo Martyrologio. (*Ddel Patriarcha Abrahàn hace este digna
memoria à los nueve de Octubre: de David à veinte y nueve de Diciembre: de Aaron
à primero de Julio: de Daniel Propheta à veinte y uno de el mismo: y à este
modo, según los dias de sus transitos, se nos vàn anunciando los dichosos fines
de aquellos hombres de Dios Ezechièl, Abdìas, Malachìas, Joèl, Efdras, y otros,
que descansaron sobre la esperanza de resucitar con su Salvador ) Y con todo
esso, ni son conocidas sus Festividades en la Iglesia de Occidente, ni se ha
terminado aun la controversia, sobre si se les puede conceder Culto, y
Solemnidad. Y no experimentan esto solamente los Santos del Viejo Testamento:
porque sucede lo mismo con innumerables Martyres, y Confessores de Christo, que
se anuncian cada dia en dicho Martyrologio, sin que tenga Culto, ni Festividad
conocida en la Iglesia. Son muy pocos los dias del año, para dedicar
Anniversarios à tantos Santos, como componen è el Martyrologio: sin otros
infinitos, cuyos nombres solo pueden estàr escritos en el Libro de la Vida. Yà (decia
en su siglo S. Cypriano*) no pueden numerarse los Martyres de Christo, despues
que va prevaleciendo la Fè, y se revalida la Virtud, según aquello de San Juan:
Vì pues una turba grande, que ninguno podìa numerar.
Si me fuera licito para mas sobre esto la consideracion, adelantarìa aquì
una conjetura, que acordasse à el Padre Salazar, à cerca de la epoca, que dà à
esta Solemnidad en la Iglesia de Oriente, con el sentimiento del Padre Henrique
Canissio, à quien impugna, por haver creìdo, que nuestro Santo Padre puso esta
Solemnidad en su Martyrologio. Ambos dictamenes, creo, se concordarìan entre sì,
y tal vez quedarìan satisfechos, concediendo à el primero, que hasta la
mediacion del siglo nueve no se celebrò
publicamente esta Festividad en la Iglesia de Oriente, que es quanto
pretende; y afirmando, para salvar la sentencia del segundo, que fue, ó serìa
conocida antes privadamente, que es lo que basta, para que nuestro Padre San
Geronymo la celebrasse con su Discipulo, y la indicasse en su Martyrologio.
Este parece un medio acomodado à el temperamento de aquellos siglos, en
los quales, aunque la Iglesia no se hallaba yà tan turbado por los Tyranos, se
sentìa no obstante combatida de los Hereges, partida en facciones, y tan
posseìda de obscuridad, que aun no acertaban à converse entre sì los Pueblos de
Oriente sobre algunos Articulos essenciales de nuestra Religion. En esta
deplorable situacion no estaba capàz el comun de aquellos Fieles, para recibir
publica, y solemnemente un Mysterio, que era muy de superorogacion à la summa, y
confession de Fè, en que tomàran ajustarse. Pero esto no impide, que muchas
grandes almas, yà por lo elevado de sus conocimientos, y yà por el auxilio de la
Soberana ilustracion gozassen de unas luces, y sentimientos superiores à los
comunes.
El Alba raya primero en las cabezas de los montes: y de allì và
descendiendo el dia por grados hasta los valles, y abysmos. Por este orden baxa
tambien de lo alto sobre los hombres el calor de la devocion. Primero derrama
Dios esta Divina uncion sobre las cabezas de sus amigos, y de aquì corre à
manera de ungüento hasta el ruedo de la vestidura de Aaròn. O se llueve primero
este rocìo sobre el monte de Sion: y de aquì desciende hasta el de Hermon. Assi
reciben los montes de Santidad en sus ilustraciones la Justicia, la doctrina, y
la Paz, que despues dàn à el Pueblo en el tiempo oportuno. Que por estos grados
se haya dexado sentir en la Iglesia el conocimiento, y devocion de este Mysterio,
es una verdad, que tiene por fiador al mismo Padre Salazar, (a) queriendo
moderar con esto la sentencia del Chancillèr Juan Gersòn que creyò ser esta una
verdad de nuevo conocida en la Iglesia. Y para este fin usa el dicho Padre
aquellas palabras: Que est ista, que
progreditur sicut Aurora … ut Luna … ut Sol? Consiguiente à esto los
costissimos Padres Pedro Canisio, (b) Ambrosio Catherino, (c) y novissimamente
Benedicto Plazza, (d) han procurado persuadir, que entre los antiguos Santos,
que tuvieron luz de esta Serenissima Aurora en su Immaculado Mysterio, fueron
nuestro Maximo Doctor Geronymo, cuyos testimonios se alegan en el siglo quarto
para la defensa de la sentencia piadosa: y Sophronio, su Familiar, hablando à
Paula, y Eustochio, discipulas, y dignas hijas del espiritu de nuestro gran
Padre. De cuyas authoridades se havia servido antes el mismo Salazar (a) para
probar la antigua tradicion, por donde en la Iglesia se ha derivado el
conocimiento, y devocion à este Mysterio.
De aqupe se infiere bien, que aun quando la luz de esta verdad no
huviesse alumbrado, ni calentado à los Pueblos de Oriente, en grado de Sol,
hasta el siglo nueve no dexarìa por esso de rayar siquiera, como Aurora, en las
superiores almas de Geronymo, Sophronio, Paula, Eustochio, y otros de su
Discipulado, los que sintiendo en sus dociles corazones la blanda impression de
calor, que como propiedad debe seguirse à la luz de este Mysterio, le ofrecerìan
en èl à MARIA las alabanzas, que por su Pureza merece: y por efecto de esta,
aunque particular devocion, la escribiesse el Doctor Maximo en su Martyrologio.
Pues ved, quien havia de bastar despues de esto à reprimir el impulso de amor,
que arrebataba à este Venerabilissimo Monasterio, para obsequiar à MARIA en un
Mysterio conocido, y predicado, tantos siglos hà, en nuestros Claustros? Si
quisieramos llevar todavìa adelante la alusion, que havia hecho antes, puediera
usurpar ahora las proprias palabras de San Juan, y concluir aquì, diciendo, que
aquella Muger exempta, à quien Geronymo ayudò con su pluma, para librarse de
aquel rio de blasphemias, que vertiò à sus pies Elvidio, y volar à la soledad,
se havia alimentado en nuestro desierto por años, y por siglos, donde hasta la
mediacion de los tiempos estuvo reservada de la cara de la Serpiente. (a)
No se crea, que esta diversion, que me fue forzoso hacer
de mi Exordio, haya hecho olvidar vuestra ingenua devocion hàcia nuestra
dulce Patrona, Ilustre, y Venerable Sacerdocio, authorizado Ayuntamiento, y
Cabildo, clara, y antigua Nobleza, respectable Colegio, donde con la
recomendación de las canas se halla toda la prudencia, y experiencia de la
ancianidad. Ni me serìa facil à la verdad hallar un modelo perfecto de vuestra
conformidad, y piedad, si para vuestro glorioso exemplar no nos presentàra hoy
el Evangelio dos lineas nobilissimas, una de Sacerdotes, y otra de Reyes, con
una Assamblèa de Jueces, que gobernaron en su tiempo à Israél. Estas comienzan
en Abrahàn: y de aquè vàn descendiendo de uno en uno hasta besar la planta à
MARIA en su Generacion, y Concepcion.
Abraham genuit
Isaac; Isaac autem genuit Jacob .. Jacob autem genuit Joseph, virum Mariae.
Sin que el fin de esta concurrencia, que aquì nos
introduce el Evangelista, parezca diverso del que excita ahora vuestra piedad:
porque, como ha dicho un Interprete, (a) la razon de describirnos el Evangelio
estas lineas de Sacerdotes, y Jueces es, porque se expressa en èl la Generacion
de MARIA en qualidad de su Patrona, y Avogada:
Quia ipsa (dice) ut omnium peccantium auxiliatrix, advocataque
nascebatur.
Pero aun es muy corta la gloria, que recibe MARIA de tantos augustos
ascendientes, respecto de la que goza por un solo descendiente, que nace de
ella. De qua natus est JESUS. JESUS,
que nace de MARIA, es aquel dilecto, sobre quien estriva toda la magnificencia,
y pompa de esta Señora desde el instante, que se concibe. Y cerca del admirable
modo, con que desde entonces pueda ser Madre, es muy fundado el juicio del docto
Padre Salazar, que dice, haver sido el seno de esta Niña el primer Cenaculo,
donde se sigilò, preparò, y consagrò desde su Concepcion la Carne, y Sangre de
esse Augusto Sacramento.
Quia in
instanti conceptionis Caro, Corpus Christi jam tunc in Corpore, Carne matris
consecrabatur.
(a)
Pero hoy roba toda nuestra consideracion un nuevo Sacramento, que predica
à las riberas del Jordàn el Baptista. El Evangelio de la presente Dominica le
llama Baptismo de penitentia.
Predicans Baptismum paenitentiae.
Los Santos Gregorio, y Beda lo han entendido del Baptismo
de Christo, que se dà para la remission de los pecados: y conforme à esto
nuestro Padre San Geronymo lo nombra Sacramento de regeneracion, ò de nuestra
concepcion espiritual: que considerado atentamente, es el Mysterio, que envuelve
el nuevo Patroanto, y el assumpto, que para su inteligencia deberèmos hoy
predicar. Sì: ahora vuelvo à recordar lo que sin este fundamento tratè mas
principalmente en otra ocasión. Y es, que el presente Patroanto no incluye
directamente la Concepcion de Maria: à esta la supone bien acreditada en la pia
creencia de los Fieles. Lo que principalmente envuelve esta especial gracia de
la singular Advocacion de MARIA, en una feliz regeneracion, y reformacion de
España. En una palabra lo dixe yà otra vez: la Concepcion espiritual ritual de
España. Y ved aquì, cómo me vuelve à poner hoy en la boca el mismo assumpto el
Baptista. Serà sin duda, para que con mas reflexion, y utilidad de los que me
oyen, desenvuelva este nuevo Mysterio de nuestra reformacion, reconcepcion, ò
regeneracion espiritual. Y con efecto es tan profundo por este lado el abysmo de
misericordia, que en el mismo Patronato hace patente à España la tierna, y Pura
MARIA, que en su explicacion puede fundarse un Sermon, digno, nada menos, que de
todo el espiritu del Baptista, que hoy figura: porque èl nos compele à entrar
por lo mas arduo, è impenetrable del amor de una gran Madre, que tira à
desempeñarse magnificamente con los que hacen empeño de marla, y honrarla. El
desentraña un Sacramento escondido, donde athesora MARIA los abysmos de sus
misericordias, para enriquecer à una Nacion, à quien và à hacer felìz, si ella
no se obstina en ser miserable. El quiere finalmente presentarnos à esta Avogada
empeñada por nosotros en tales trazas, que no solo se haga digno espectaculo
para dios, y los Angeles, sino con que captive, y se haga amar de los corazones
mas fieros.
Pues, ó Augusta, que assi quisiste à nuestra Nacion, que por ella os
abanzais hasta el fin del amor, aun quando pisais la raya de vuestro primer Sèr!
Parte de aquel espiritu de Elias, que oy suscitò Dios de Juan, para anunciar à
las Gentes la charidad, que nos mostrò vuestro Hijo por medio del Sacramento de
la Redempcion, es lo que necessita ahora este indigno Ministro, y Siervo
vuestro, para revelar à quantos me oyen, un gran Sacramento de vuestro Amor,
oculto aùn en las pocas palabras de vuestro especial Patronato: porque despues
de tanto, y tan glorioso, como se ha dicho de Vos en el Mysterio, deseamos
romper mas la nuez por esta parte para regalar mejor nuestro espiritu con la
dulce medula, que encierra. O, quien me diesse ahora, para volar à este pingüe,
y coagulado monte de tu Amor, y quitar de èl la substancia del cedro, para dàrla
à comer à los que me oyen, las alas de un Ave! Sì, Señora, que hoy especialmente
os dexarèis inclinar à esta Oracion, que aunque tan comun en esta Casa por el
tiulo del Rosario, con que la proteges, merece ahora vuestra singular aceptacion
en el Immaculado Mysterio, con que os celebramos: porque con solo las palabras
de esta Salutacion Angelica han probado eficazmente vuestra Concepcion en Gracia
el Angel de las Escuelas Santo Thomàs, (a) San Alberto (b) Magno, San Pedro
Chrysologo, (c) el devoto Idiota, San Fulgencio, San Buenaventura, y otros
graves Doctores. Pues interpongamos todos una Oracion tan propria del mysterio
para obtener la gracia, que yo necessito.
AVE MARIA
ET VENIT IN OMNEM REGIONEM Jordanis praedicans Baptismum poenitentiae in
remissionem peccatorum.
Y predicaba por toda la region del
Jordàn el Baptismo de penitencia en remission de los pecados. S. Lucas en el
cap. 3. Para la Dominica 4. De Adviento.
CONSIDERANDO las Leyes comunes, que el
otro sexo lleva ordinariamente un animo flaco, negaron à las mugeres el oficio
de avogar y hacer de Patronas en las causas agenas. (a) Lo mismo huvo de sentir
el Capitan Pelopides, quando al persuadirle su esposa, no aventurasse su persona
en una expedicion, que meditaba, le dixo con despejo propriamente militar: Vè, y
sugiere essas ideas en espiritus femeniles; que el dàr la vida propria por la
agena es la obligacion mas digna de los Emperadores.
Harto magnifico fuè el exemplo, que Octaviano diò de esta maxima. Se
hallaba demandado uno de sus Soldados, quien para dàr à su causa una poderosa
defensa, llega à el emperador, y le implora su patrocinio. Dale este un Avogado,
que ore por èl; mas el Veterano desnudando entonces su piel llena de cicatrices,
se presenta delante de Augusto, y le clama: Hà Emperador, cuenta aquì, si
puedes, las veces, que yo (a) no por vicario, sino por mì mismo dì mi vida à el
cuchillo, por defender tu causa en la batalla Aciatica. Estas pocas palabras
sorprenden à Augusto. Y para dàr una muestra de su magnanimidad, y humanidad,
sigue è el Soldado: sube à el Tribunal para hablar en su causa: y lo defiende
por si mismo en qualidad de Patrono.
Hasta ahora, Señores, vimos à Maria, nuestra Augusta, y nuestra Patrona,
portarse en la causa de su Concepcion no solo, como una de aquellas mugeres, que
no pueden defender à otros, sino tambien à manera de una niña, ò pupilo
indefenso, que, como si no pudiera valerse à sì, havia usado del oficio de
Patrono, que se havia tomado España, para defender su original justicia. Mas por
ventura el que duerme, no harà alguna vez por levantarse? (a) Havia de
representar siempre Maria en la causa de su Concepcion la persona de niña
delicada? Havia de dpar lugar pa que tambien de esta rar muger dixesse Pelopides,
que solo aspiraba à gozar en el silencio de su primer instante su felicidad
propria? Ignorarìa acso esta bella Infanta, que en su primer Instante havia sido
constituìda por emperatriz de todas las criaturas, como dice el Chryfologo? (*)
Por ultimo, havrìa dexado de saber esta Señora la pugna, las disputas, las
expediciones, que havia sustentado esta Nacion, por defender el honor de su
Augusta Reyna? Las legacìas por fin, los congressos, y las juntas, que
mantuvieron siempre los Españoles, porque en la menorìa de su Señora no ossasse
alguno atropellarle sus privilegios? O Señora nuestra! Ved, si era justo, que
por Vos misma hiciesseis yà la defensa de los que por Vos havian militado. Todos
esperaban alguna accion de vuestro brazo, en que assegurando por el valor de
vuestra Concepcion la felicidad de España, vengasseis por resulta de esta
Advocacion de España la justicia de vuestra Concepcion.
En esta ultima proposicion he querido prevenir el assumpto. Digo mas
claro: Que pedìa yà la fidelidad de España, que le participasse Maria por medio
de su Concepcion tanta gracia, que mas bien, que una gente pecadora,
pareciessemos una Nacion, que se huviesse concebido pura. Digo mas: Que exigìa
la gloria de este Mysterio, el que por una tan grande Advocacion hiciesse yà
Maria resplandecer à su Concepcion no solo con los privilegios de Immaculada,
sino emulando aun los charismas, y honores de Divina.
Esta ha sido la idèa de Renovacion, Regeneracion, ò Concepcion espiritual
de España, que según habla N.P.S. Geronymo, nos ha trazado hoy el Baptista en el
Baptismo, que predica: Praedicans
Baptismum poenitentiae: Porque suponemos con San Gregorio, ($) y Beda, (*)
que este Baptismo, que aquì vaticina aquel gran Propheta, es el Baptismo de
Christo, ò el Sacramento de nuestra Concepcion, según nuestro Maximo Doctor,
donde para desnudarnos del Adàn viejo, ò del antiguo error de nuestra primera
generacion, para ser reengendrados, y concebido por la gracia de Jesu-Christo,
tuvo èste, que hacerse nuestro Medianero, y Avogado para con su Padre. Despues
para defendernos en qualidad de tal, y restiuirnos à nuestra perdìda innocencia
representò en el Tribunal del Summo Juez nuestra propia persona, y con esto el
papel de reo convicto por nuestro pecado. De este modo dispuso un cange entre èl,
y nosotros, sus clientes, por el qual nos diò à nosotros la estola de su
justicia, dandole nosotros à èl nuestra tunica, manchada con el delito del mayor
parricidio. Y què obtuvo aquel Divino Avogado por una tan heroyca defensa? Què?
Quièn no sabe, que por este medio nos restituyò Jesu-Christo, como por un
derecho de postliminio, à nuestra primera gracia, tirando de aquì para sì la
mayor exaltacion de su gloria? Porque en fuerza de aquella costosa advocacion, y
mediacion, que hizo por nosotros el Redemptor, somos desnudos en el Baptismo de
la forma del Adàn vejo, para ser otra vez formados, ò concebidos por la gracia
de Dios, según la imagen, y figura de su Unigenito, el Adàn nuevo. Y este Señor
es assì hecho creer, y adorar conmo Dios en la ignominia de su Cruz de aquel
mismo, que no le quiso obedecer como à tal , quando se mantenía en el trono de
su gloria.
Es otro el character, que lleva el Baptismo de Christo? Pues estad
atentos: y penetrarèis el propuesto Mysterio de Reformacion, ò Reconcepcion de
España, que en su Patronato le ha dispuesto Maria. Por èl nos consta, que esta
Señora se constituye nuestra Medianera y especial Avogada para con Dios en el
primer Instante de su Concepcion. Tambien nos persuade San Bernardo, (a) que por
viertud de este titulo de Avogada se obliga en el mismo primero Instante à
tratar eficazmente ante Dios los negocios de la salud de España.
Maria facta nobis dicitur Advocata: quia
apud Deum slutis nostrae negotia efficacitèr pertractat. Y còmo harà esta
Señora mas eficazmente este negocio? Parece accion muy digna de tan alta Avogada,
que como Redemptora, que dixo à San Brigida, (*) que era con su Hijo, imite à
este Señor en la forma de mediar, y avogar ante el Padre.
Con esto harà Maria ante Dios la persona de España, captiva à tantas
servidumbres, que pagamos, según San Pablo, por estipendio del primer pecado,
como si estas calamidades, y males fueran suyos propios. Y assi como el Divino
Avogado por reparar con el Sacramento de su Regeneracion la ruina de nuestra
primera concepcion, se humillò desde el alto grado de dios, y de Justo por
essencia, hasta tomar la misma semejanza del pecado, assi esta graciosa Avogada
para reparar los daños de la primera generacion de España se ha de abatir desde
la hermosa forma de Immaculada, qual se concibe, à representar en aquel Instante
la imagen de nuestros pecados, como si se concibiera rea de ellos.
Esta ha sido la Divina maxima, según la doctrina de N.P.S. Geronymo, de
presentarse Christo, y Maria en nuestro Evangelio, aunque innocentes,
confundidos con todo esso, y contados entre una turba de pecadores, como si
fueran culpados, para que pareciendo ellos hijos de pecadores, como todos,
fuessen todos hechos salvos por ellos. Ut
de peccatoribus nascens, omnia peccata deleret. (a)
Pues ved aquì, de donde resulta en el nuevo Patronato, según propuse
antes, una gracia incomparable, que le participa à España Maria, y una gloria
incomprehensible en su manera para la Concepcion de esta Señora. Lo primero:
porque desnudandose España de la culpa de la vieja Eva, para vestirse de la
justicia de su Avogada la Eva nueva, aparecerà por esta Renovacion, ò
Reconcepcion tan Santa, como si desde luego se huviera concebido Pura. Esto harà
la primera Reflexion. Lo segundo: porque haciendo Maria en su primer Instante la
persona delinquente de España, como si ella fuera comprehendida en el universal
anathema, por librar à su clientela de esta esclavitud, resplandecerà su
Concepcion en el fondo de este humillamiento tan Pura, que emularà charismas, y
honores de Divina. Esta serà la segunda Reflexion.
REFLEXION
PRIMERA
Lo que primero merece nuestra mas
atenta consideracion en esta Renovacion, ò espiritual Concepcion, que nos
dispone el Patronato, es esa gracia, que promete à España su especial Avogada,
para que resplandezca tan Santa, como si se huviese concebido Pura. Quièn de
nuestros mayores esperarìa vèr este dia? Què Nicodemo, por mas perìto, que
fuesse en la Ley, creerìa esto? Que España nutrida en todos los vicios, fuera
capàz en su ancianidad de volver à nacer: y que en los siglos mas abanzados
havia de soltar las manchas de su piel, para florecer con una juventud mas
dichosa, que aquella de que no la dexò gozar Adàn? Pero quièn dificultarà haver
esto de ser assi, si ella no se empeña en destruìr la obra de la charidad de
Maria, que se nos dà à conocer por su especial Patronato? O Beatissima! Hasta
ahora fue el embeleso de los corazones Catholicos, y el pasmo de los Espiritus
Soberanos veros à Vos solamente exempta, por un rumbo extraordinario de la
adorable Providencia, de una sentencia capital, que à todos nos lleva à la
muerte, aun antes, que tengamos vida. Quàntas glorias se han dicho de tì, ò
Sion! Hasta este tiempo todas rodaban sobre el punto de aquella vuestra
felicidad personal. Hemos sido como consolados de las ruìnas de nuestra primera
generacion, con considerar solamente los privilegios de vuestro feliz instante.
Nosotros nos llorabamos abysmados en el limo profundo de aquel pielago amargo de
males: y entretanto nos servìa de alivio levantar los ojos, y veros à Vos en
vuestra dulce Concepcion subir del mismo mar, como una nube clara, y serena. La
Fiera pessima de aquel primer delito nos devoraba; y en medio de esto tomabamos
placer con miraros à Vos quebrantar la cabeza del Dragon. Pero, Señora, nos
salìa de valde este placer? Quièn no considera, que à el passo, que levantabais
sobre el adversario vuestros tropheos, hallaba este tyrano entre nosotros, sus
captivos, los despojos de un rico botin? Bramaba el Leviatàn, quando viendoos
subir, como vapor, ò emanacion Purissima de entre las olas sobre las Estrellas,
no hallaba camino, para despicarse de Vos; pero convirtiendo aquì su furor
contra nosotros, vuestros hermanos, que yaciamos en lo profundo del mar, nor
mordì en èl à su satisfaccion la antigua Serpiente. El Dragòn no podìa vengar en
el sagrado de vuestra Persona las heridas, que vuestra tierna planta imprimìa en
su cabeza: porque con alas de Aguila volabais del campo de batalla à lo pacifico
de la soledad; pero con esto redoblaba su zaña: procuraba desquitarse de Vos en
vuestra propria gente y en las Naciones llenaba sus ruìnas. Pues ahora, dulce
Maria, bastarìa yà el privilegio de vuestra singular concepcion, y toda la
plenitud de Gracia, que entonces os fuè debida por pillage de aquella inaudìta
victoria, para coronaros en vuestro primer Sér de un elogio, à que nada se
pudiera añadir?
Quiero decir: Si podrìa con esto solo llamarse completa aquella vuestra
primera victoria sob re el reato original, de manera, que por todas partes, y
por toda la naturaleza se os debiesse aparejar el triumpho? O admirable Avogada!
Ahora quiero, que juzgueis Vos misma entre Vos, y vuestra Viña. Decidme, si
podrìa ser pleno vuestro gozo, quando venciendo vos à el Dragòn, veìais, que
este aherrojaba mas pesadamente à vuestros hermanos, sus prissioneros, y que,
por salir vos exempta, mirabais à el Exactor agravar sobre nosotros el tributo,
para hacer con nuestras almas las expensas de una campaña, que le saliò tan mal.
Abunde aquì cada uno en su sentido, que yo entretanto deberè confessar, que si
aquella exempcion era suficiente, para hacer perfecta la victoria de Maria, en
quanto persona particular, è independiente de otra obligacion, que de hija de
Adàn, no podìa con todo esso ser bastante, para hacer completo su triumpho, y su
elogio de todas partes cabal, si se le consideran en el mismo Instante las
obligaciones de nuestra especial Avogada, y Patrona.
Si un Soldado particular (como quepan en él sentimientos de humanidad) no
se tendrà por feliz con que él solo haya escapado vivo de la rota de su Armada,
si vuelve los ojos à el campo, y lo mira cubierto con los trozos de sus
compañeros, y camaradas, considerad assi con proporcion à esto, què fortuna, ò
victoria podrà celebrar un Capitan prudente, por haver èl solo salido sano de la
matanza, si entretanto llegan todavìa à sus orejas los alaridos de los que
perecen, la desesperacion de los desvalidos, el sonido de las armas: y alcanza
ultimamente à vèr, còmo es llevado captivo el resto del Exercito. Este Capitan
hablarà victorias; ò tocado del tedio de su propria vida, llorarà con amargura
el estrago de su gente? O si nò, decidme, si recibirà parabienes una piadosa
Madre, por haverse salvado del naufragio sobre una tabla, si le queda que vèr
todavìa desde la playa, còmo zozobran, y dàn vuelcos con las olas sus amables
hijos.
El que por su grado, ò cargo està encomendado de los bienes de otro, no
puede llamarse feliz, con assegurar solamente las conveniencias de su persona. Y
si nò, preguntad à el Avogado, ò Patrono, si come con gusto el dia, que lleva
sentencia contraria en la causa de su cliente. Pues ruegoos ahora, que
considerèis à Maria en el primer Instante de su Concepcion salva de la rota, que
en aquel salto, ò desfiladero vàn padeciendo quantos se conciben. Tened
enhorabuena el sabroso placer de vèrla à ella sola libre de las esquadras de
Aminadab. Celebrad tambien la gloria, de que entre una lluvia de saetas, que
penetran en aquel trance à quantos vàn passando, Maria escapò sin herida, y con
su escudo sano. Esto es realmente quanto podìa desear una hija de Adàn, que solo
pensasse en aquel conflicto escapar con la vida. Pero quèn negarà, que le queda
mucho, que andar, para llamar completo su triumpho, y pleno su gozo, si se ha
hecho cargo en aquel Instante de las obligaciones de especial Avogada de un
Pueblo, que perece en el mismo punto, y dà voces à su Patrona? Yà en fuerza de
este oficio quiere, que su victoria no dependa unicamente de su libertad propria,
sino tambien de la salud de España, à cuya frente ha querido marchar, como
Columna, y como su Gefe, en el estrecho passo del primer Instante. Porque si
este Pueblo, que eligiò para su Heredad, perece en aquel conflicto, ò à el
cuchillo de Faraon, ò entre las ondas del Mar, aunque la columna llegue sin
ofensa à la opuesta ribera, còmo ha de tomar Maria en sus manos el Tympano para
cantar con el demàs coro de Prophetisas aquel Psalmo de la victoria? Cantemos à
el Señor, porque ha sido gloriosamente magnificado: porque se diò para caudillo
del Pueblo redimido, y lo conduxo en su fortaleza à el lugar santo de su
habitacion,: porque los introduxo, y plantò en el monte de su Herredad, y en el
Santuario, que edificaron, y guardaron sus manos: poruqe para esto dexò correr
sobre el enemigo su espiritu, y lo envolviò en el Mar, extendiò su mano, y los
devorò la tierra: los dolores obtuvieron à los habitadores de Philistìn:
sorprendiò el espanto à los robustos de Moab: fueron conturbados los Principes
de Edòn: quedaron atonitos los habitantes de Canaan, y cayendo sobre todos el
pavor, se hicieron immobles, como piedras, hasta que passasse tu Pueblo, Señora:
hasta que passasse el Pueblo, que tu posseiste?
Cantarìan assi Moysen, y Maria, su hermana, si aunque ellos se mirassen
salvos, vieran fluctuar en el transito del Mar Roxo el Pueblo, que conducìa su
mano? Luego es claro, que ni Maria, nuestro Caudillo, y nuestra Columna, podrà
cantar como tal Avogada, y Patrona de España en su primer Instante una victoria
completa sobre el pecado de nuestro origen, y sobre los demàs enemigos, que nos
embarazan el camino de la eterna Promission, si mientras que ella camina, y se
salva por una via extraordinaria, vè correr à España hàcia la condenacion con la
demàs corrompida masa de Adàn.
Advertid, Señores, que esto no và à persuadir en nuestra nueva Patrona
alguna ley, que la obligue à preservarnos del pecado de Adàn, como sin semejante
lo ha sido ella. Và sì à convencer, conforme à el fin, que me propuse, que el
titulo de Avogada, y Patrona, que Maria toma sobre España en su primer Instante,
la obliga amorosamente à repara todas las quiebras, y daños de nuestro primer
sèr, para que ams bien, que una gente pecadora, florezcamos, como una Nacion
Santa, que se huviera concebido pura. Porque sabemos, que aunque esta Avogada
gozàra por atributo proprio la Omnipotencia, no podrìa hacer todavìa, que los
que caìmos, no huviessemos caìdo: y el Decreto eterno de Dios està yà dado para
quantos han de morir, antes de vivir. Pero no hay cosa, que prohiba, se haga
Maria en su primer Instante Reparadora de los males del nuestro. Estas miserias,
estas flaquezas, estos tedios, estos impetus, estas servidumbres, que pagamos
por aquella captividad, son todo lo que el amor de nuestra Medianera no puede
dexar de compadecer. Estas heridas son las que ha de sanar. Estas las
contriciones, ò quebraduras, que ha de ligar. Y estas enfermedades, y otros
males, de que està repleta mi alma, las que no puede excusarse de curar. Si no
pudo impedir, que huviessemos muerto, puede todavìa aplicar à su seno las lacias
cabezas de aquellos hijos, que le matò el comun Enemigo. Puede lavar nuestras
llagas, componer nuestros ojos, boca, y sentidos, y soplar en nuestros rostros
un nuevo ayre de vida. Si yà por fin no pudo prevenir nuestra esclavitud, puede
con sus lagrymas dissolver las cadenas, que oprimen à España, la captiva hija de
Sion. Y aun debe esta dulce Madre sentarse à su lado, para llorar con ella, como
si fuera llevada en la misma captividad.
No es mas alegre, que èste, el aspecto, en que nos introduce la Venerable
Maria de Jesus à esta dulce Niña en el mismo Instante, en que se concibe, y
aníma. "Porque luego ordenò el Divino Poder (dice esta (a) devota Sierva) que
Maria con el conocimiento, y dolor de la caìda del hombre llorasse, y derramasse
lagrymas en el vientre de su Madre: y con este milagroso afecto pidiò luego en
el Instante de su Sèr por el remedio de los hombres, y comenzò luego el oficio
de Medianera, y Avogada. Veis, còmo mezcla esta serena Aurora las risas de su
primer albor con las lagrymas, que destila sobre el Mundo, para comenzar à
cumplir con las leyes de Medianera? Veis, còmo en cumplimiento de este oficio se
postra, y humilla en las angustias de aquel seno, como si ella fuera rea del
pecado de los hombres? Pues (ò charidad de Maria para con España!) Si assi se
porta con un Mundo, de quien en aquel Instante se ha querido hacer general
Medianera, què esperamos, harà por España, de quien en el mismo Instante se ha
declarado por estpecial Avogada, y Patrona? A mi me parece, que en aquel
Instante oygo hablar en nuestra causa à esta eficàz Avogada con aquellas
palabras, que Christo Medianero dixo à su Padre, entrando en el Mundo. Vos,
Señor, (a) no quisisteis hostia, ni sacrificios, porque el hombre se
restituyesse à su perdìda innocencia. Pues ved aquì, me haveis dado un cuerpo
apto para satisfaceros. Desenfadad en èl vuestras justas iras: porque por cabeza
del libro està escrito de mì, que harè tu voluntad.
Añadid, si os place, que para esforzar mas su suplica
esta mañosa Avogada, y hacer mejor el negocio de España, su Pueblo predilecto,
và penetrada con el dolor de nuestra esclavitud, à desgreñar su pelo mas rubio,
y suave, que el que en sì nutrìa, y adoraba Absalon. Que se quita aquella Corona
de Estrellas, y gracias, que servìa de Tiara à su dorada cabeza, para cubrirla
con polvo, y ceniza. Que en lugar de aquella tunica mas garvosa, que la de
Joseph, quiere envolver su tierno, y delicado cuerpo en un saco de cilicio. Que
se despoja de aquel undoso manto, que para dàrle magestad tomaba mas vuelo, que
essos Orbes celestes, orlado, y circundado de variedad; ty en su lugar se cubre
de la tristeza, obscuridad, y miserias de España. Que por los anillos, con que
el Esposo adornaba sus manos, que parecìan hechas à torno, y en vez de aquel
collar de oro, esmaltado, ò serpentando de plata, que pendìa de su real cuello,
prende sus manos con un manipulo de llanto, y dolor, y ata à su garganta la
soga, que por su primera prevaricacion arrastra este Reyno. Y por fin, que
soltando aquellas famosas sandalias, con que por el ayre, que dieron à sus
passos, captivò à el Rey esta hija del Principe, entra con los pies descalzos,
bàxo todo el demàs triste aparato, y en forma de rea por nuestros delitos se
postra en medio del estrado delante del augusto Solio del Juez.
O Cielos ! Pasmàos, y desolàos con vehemencia, y llorad amargamente,
Angeles de Paz: porque parece, que se nos turbò, y obscureciò en breve aquella
clara Aurora, que llenaba de luz, y esperanzas à el Cielo, y la tierra. Ved (si
para ello hay fortaleza) que la que en este Instante se formò llena de Gracia, y
vestida de innocencia, ha querido, por defender à una Nacion, de quien se ha
encargado especialmente, cubrirse de la ignominia agena, y parecer aseada con
nuestro original delito la que ni hizo pecado, ni fuè hallada en dolo. Ni
penseis, nobilissimmos Españoles, que quando yo os hago de Maria un tan triste
espectaculo en el primero, y feliz Instante de su Sér, me dèxo llevar para ello
de algun humor melancolico, que me domìna. Antes debeis reflexionar seriamente,
que dista tanto el alegre Mysterio de la Concepcion de Maria del nuevo Mysterio
de nuestra Renovacion, ò Reconcepcion, que lleva en sì el Patronato, quanto và
del festivo Mysterio del proximo Nacimiento del Verbo à la triste tragedia de su
Passion, en que Jesu-Christo representò la persona de reo, por reengendrarnos, y
adoptarnos à su Padre en la forma de hijos.
En efecto, por haverse hecho Jesu-Christo nuestro Medianero, dice el
Chrysologo, que se humillò à tomar nuestras enfermedades, y dàrnos sus virtudes:
à permutar sus riquezas Divinas con las necessidades humanas: à recibir
injurias, por repartir honores: y à llevar el tèdio de una vida corruptible para
distribuìr saludes. Por tanto havia de llamarse Mediador del nuevo Testamento:
porque para hallarnos la eterna Redempcion, havia de entrar por nosotros en la
Santa: no por la aspersion de la sangre de animales, como en el primer
Testamento; sino con su propria Sangre à ofrecer por nosotros el precio de
nuestra reconciliacion, y conseguirnos la remission de los pecados. “Para
adquirirse assì este nombre eterno, (a) y salvar à su Pueblo, se diò à sì mismo.
Se entregò, como dice el Apostol, por nuestros delitos, (b) è hizo por nosotros
(c) pecado el que no havia conocido pecado. Y el que por su nombre es bendito en
todos los siglos, fuè hecho en la Ley por nosotros maldito. (d) Y por fin pagò
nuestros pecados en su proprio Cuerpo sobre el Leño, porque los que haviamos
muerto por el pecado, viviessemos por su justicia. (e)”
En esto consiste lo mas heroyco del oficio de Medianero, en poner el alma
por la defensa del miserable, y dàr la vida propria por la agena.
Erit anima tua pro anima illius. (f) A esto se atenìa Ruben, quando pedìa à
Benjamin. Señor, le decia à Jacob, sia à mi cuydado, y defensa à vuestro hijo
menor; y si el muchacho pereciere en mis manos, requierelo de mì. Si yo no lo
llevàre, y os lo restituyere sano, quiero ser reo de este pecado en todo tiempo
delante de tì. (a) Luego si gustais, que esta Augusta Virgen sea en su primer
Instante nuestra Medianera, ha de tolerar tambien vuestra piedad considerarla en
esse primer Instante representando en su persona nuestras flaquezas, y aun
haciendo por España el papel de pecadora. Su alma llena en aquel Instante de
justicia original, la ha de poner por la nuestra, si es menester, para sanarla
del contagio antiguo. España ha de vestirse en esta Renovacion, y Reconcepcion
de la nueva Eva; aunque Maria, como Medianera, se cubra de la Eva vieja: proque
con esta traza harà padecer tanta fuerza à los Cielos, que à ser medable el
eterno Decreto, se exceptuarìan con ella del reato original los Españoles. Pero
no pudiendo yà irritarse aquel antiguo pacto, nosrestituirà à una vida, que
parecerà no haver jamàs gustado la muerte, y harà florecer sobre nosotros tanta
santificacion, que mas bien, que una gente pecadora, parezcamos una Nacion
santa, que se huviera concebido pura.
Ved, si no, un modelo de quanto se ha dicho, figurado por el Espiritu
Santo en Esthèr. Esta Heroina, en quien, segun la sentencia comun de Padres, y
Expositores, no quiso representar Dios los privilegios, immunidades, y gracias
de Maria en su primer Instante, se nos pinta para esto nacida de una raza
captiva por sus pecados en Babilonia; pero tan feliz à el mismo tiempo, que
merece por su gracia elevarse sobre la captividad misma, y hacerse adorar como
Reyna de ciento y veinte Provincias. Pues notad ahora, que hallandose su Pueblo
Hebreo condenado à morir por la perfersidad de Amàn, el anciano Mardoquèo,
cubierto con un saco de cilicio, se presenta en los atrios del Palacio de Esthèr:
y usando de la authoridad, que todavìa le inspiraba haver sido su Nutricio, y
Patrono, le dirige esta eficàz, y breve representacion. Señora, Amàn, el segundo
despues del Rey, nos maquina la muerte. Ni penseis Vos en salvar solamente
vuestra alma à titulo de veros Reyna. Acordaos, si no, de los dias de vuestra
pequeñèz, y como fuisteis nutrida, y defendida entre mis manos. Con esto
invocarèis à el Señor: hablarèis à el Rey por vuestro Pueblo: y nos redimirèis
de la muerte.
No es esta la idèa, que haviamos nosotros formado de nuestro Patronato?
Es otra la peticion de mardoquèo à Esthèr para su Pueblo, de quien la constituye
Medianera, y Patrona, que la libertad de una capital sentencia, que havia
impuesto sobre aquella Nacion el dolo de Amàn, sombra de la que à este Reyno
hace llevar la malicia de Adàn? Pues veamos ahora, còmo desempeña Esthèr su
cargo de Medianera, para que sepamos lo que hemos de pedir, y esperar de Maria
para esta Nacion, de quien và à hacer en su primer Instante el oficio de
especial Avogada.
La ilustre Hebrèa, sabida la consternacion de su gente, se llena de
dolor, y toma la resolucion de hablar à el Rey. âra acertar esta peligrosa
entrada, en que por virtud de un Decreto de Assuero debìan incurrir su enojo
quantos no eran primero llamados, se previene Esthèr con todas sus gracias, y
artes. Para esto refiere el Historiador Sagrado muy por menudo el culto, y
adorno, con que la Reyna aumenta su natural hermosura: y no omite ni aun
aquellos donayres, melindres, y tiernos movimiento, con que una Señora joven,
hecha à el Palacio, y aconsejada por un viejo tan fagàz, como Mardoquèo, sabrìa
avivar su atractivo, baxo el seguro de que no iba à merecer otro amor,q ue el de
su esposo, ni con otro fin, que salvar à un Pueblo proscripto. Pero lo que en
medio de todas las trazas, con que Esthèr assegurò su entrada primera (ò
llamadla, si gustais, su concepcion, para llegarnos mas à el lenguage de los
Interpretes) en medio, digo, de las lagrymas, que allì derrama, de las medias
palabras, que articula, para decir mejor su dolor, y temor, de la delicadeza,
que aparenta, de los desfallecimientos, que afecta, à vista de quien sabe, que
no lo aborrece: lo que en medio pues de estas artes, con que se hace Señora del
alma del Rey, su marido, nos descubrirà mejor, segun mi pensamiento, la
sabidurìa, y amor de Maria, nuestra Patrona, quando en la primera entrada de su
Concepcion hace por este Reyno el oficio de Avogada, serà vèr à Esthèr
quexandose, y presentadose ante el Rey, como comprehendida en el Decreto de Amàn
con el demàs cuerpo de su Nacion, y pidiendo con la libertad comun la immunidad
de su prorpia vida. Sy yo he hallado gracia en tus ojos (dice à el Rey) dame mi
vida, por quien ruego, y la de mi Pueblo, por quien suplico. Solo con tocar la
mente de Assuero la triste especie, de que su Esthèr, en quien libraba todas sus
complacencias, pudiesse ser destinada à morir por la sentencia de Amàn, se
llenaba de horror: y cubriendose con las manos el rostro, salìa à dàr gritos, y
carreras por un jardin. Bien veìa esto la astuta Hebrèa. Tambien veìa à el Rey
empeñado en assegurarla sobre su palabra Real, que aquella Ley no se havia
impuesto por ella, sino por todos. Non pro
te, sed pro omnibus hac lex consituta est. Pero como su principal instancia
era hacer la defensa del Pueblo, que havia invocado, no podìa con solo seguridad
de su vida dàrse por contenta. Què harè yo, Señor, instaba la Reyna, con vèrme
entre tantos exempta de essa dura Ley? Y mi Pueblo? Còmo podrè yo vèr su ruìna,
y vivir? Quomodo potero substinere neçem,
** interfectionem Populi mei? Entre tanto, que con la libertad de mi vida no
me concedas la del Pueblo, por quien avogo, no me daréis un testimonio, que me
convenza, à que hoy hallè gracia en tus ojos.
Si inveni gratiam in oculis tuis, ò Rex, da mihi animan meam, pro qua
rogo, **(pag54) Populum meum, pro quo obsecro.
Notad
à lo que se expone el empeño de Esthèr: ò à no juzgarse ella por segura de la
meurte; ò à no creerse en gracia del Rey, si con ella no es declarada su Nacion
por libre de la sentencia. Esots pareceràn arrojos à los espiritus apocados;
pero las almas grandes, que, como Aguilas, ponen siempre su nido en los lugares
arduos, los miran como necessidades, y aun los regulan por obligaciones. No
creerìa Moysès, que havia llenado el oficio de Gefe, y Protector de la Casa de
Jacob, si quando vè à Dios inexorable contra el Pueblo, que havia delinquido, no
estrechasse tanto su suplica con Dios, que le dixesse: Ea, Señor, pues contadme
à mì con mi Pueblo, Resuelto me hallo à tomar la fuerte, que à èl le tocàre. Si
le haveis de asolar, comenzad por mì. Si lo abandonas, y apartas de èl tus ojos,
allà irè yo con èl, y apartaràs tambien tu serena cara de mì: con que assi,
Señor, ò perdona à mi Pueblo; ò borrame à mì de tu libro. (a)
No podia tener menores designios Esthèr sobre un Pueblo destinado à ser
victima del odio de Amàn. Una vez que esta Señora se huviesse resuelto à mediar
por èl como Avogada, y Protectora, esto la empeñaba à seguir la fortuna de su
Nacion hasta qualquiera tranzce; ò peregrinarìa en medio de ella à el mas
apartado Paìs, donde se le quisiesse hacer sentir su captiverio; ò en caso de
passarlo à cuchillo, mezclarìa ella su sangre con la demàs, que se derramasse.
Yà se vè, que en aquella sazon era esto mas impossible para el rendido Assuero,
que soltar la mitad de sus Provincias; pero por lo mismo era tambien necessaria
la abolicion de la Ley, y la libertad de todo el Pueblo. Y en efecto esta es la
resolucion, que Esthèr lo obliga à tomar con aquella traza. Como lo pides,
Señora, dice el Rey. Tened allà mi anillo, y en mi nombre podeis escribir à el
Pueblo, como os agrade. Scribe ergò Judeis,
sicut vobis placet.
Ahora quiero, que me renoveis vuestra atencion, Señores. No es este
passage de la Historia Sagrada, donde el Espiritu de Dios nos quiso representar
una idèa de Maria en el Mysterio de su primer Instante? Contristarè yo tampoco à
el mismo Espiritu, que aquì habla, por aplicar, y entender de Maria, haciendo en
su Concepcion la defensa, y Patronato de España, quants trazas se nos refieren
aquì de Esthèr, para ahcer la defensa de otra Nacion, condenada à morir? No:
porque aun mucho antes, que yo, havia hecho un uso casi semejante de este lugar
un gran Theologo de su siglo. “Esta es aquella Esthèr (dice de Maria en su
Concepcion) que en tanto riesgo de su Pueblo, deponiendo las vestiduras Reales,
que le eran decentes se cubriò con las lugubres: se rocìo con ceniza, y se
envolviò en un cilicio: olvidò sus unguentos, y adornos: desgreñò sus cabellos:
y llenandolo todo de lamentos, no toma de su propria felicidad, y salud cierta
alguna consolacion; sino postrada por nosotros dice, adorando:
Tuscis, Domine **57. (a)
Pues ahora: Si aquella sombra de Maria en su Concepcion consigue con
aquellas artes no solo ser declarada ella por exempta de una Ley, que nunca la
comprehendiò: Non pro te; sino que
libra bamcien de la misma Ley à su Pueblo, como si jamàs le huviera
comprehendido: por què no havremos de esperar, que por medio de esta Advocacion
de Maria, nuestra Patrona, no solo se acabe de declarar su exempcion de la
general sentencia de Adàn, que nunca la comprehendiò; sino tambien la libertad
de este su Pueblo, como si la dicha sentencia no le huviera alcanzado? No mira
esto à la immunidad de la meurte, dolencias, y otros reatos menos principales de
aquel primer delito; sino solo à el efecto principal de aquella libertad, que
consiste en participarsenos tanta gracia, que no teniendola nosotros ociosa, ò
vacìa, nos harà aprecer no una gente pecadora; sino una Nacion Santa, que se
huviera concebido pura.
Esta consequencia es mas necessaria aun en el Patronato de Maria, que lo
fuè en la advocacion de Esthèr: porque allì pendìa toda la libertad de aquel
Pueblo de la purificacion de una condicion, que no es expresso en el Texto, se
huviesse cumplido; pues no se le contextò expressamente à Esthèr, si havia
hallado gracia, ò nò en los ojos de Assuero, que era la condicion, que ella
ponìa. Si inveni gratiam ... da mihi
Populum meum. Pero en nuestro Patronato hallamos una certeza expressa, y
Divina de haverse purificado aquella condicion, de que tambien aquè depende
nuestra libertad: porque es oraculo expresso, que nuestra Mystica Esthèr hallò
gracia para con Dios. Invenisti gratiam.
Y esto fuè, segun el devoto Idiota, en la entrada de su Concepcion.
Invenisti gratiam (dice) quia
(a) fuis in te ab originali labe
preservatio. Luego España, su Pueblo, le serà dado por libre.
Si inveni gratiam ... da mihi Populum meum. Luego serà este Reyno
levantado, como si nunca huviera caìdo. Parecerà tan libre, como si jamàs
huviera pagado servidumbre. Gozarà una vida, como si no huviera visto à la
muerte. Y florecerà tan Santo, como si se huviera concebido puro. Ea pues, no
temas yà, Esthèr, y teme tù menos, Maria ( concluirèmos aquì con Andrès (*) el
Ovispo de Jerusalèn) porque hallaste aquella gracia, que nos havia perdido Eva.
Si inveni gratiam, ò Rex. Invenisti
gratiam, Maria. Scribe ergò Judeis ficut vobis placet.
O España! Desde ahora pudiera con toda certeza felicitarte, y aun
quisiera poder añadir, que no temiesses, porque hallaste por Maria la gracia,
que perdiste por Eva. Pero creo, que
por lo mismo, que has hallado essa gracia, debo decirte, que temas. Maria,
nuestra Avogada, en hallando essa gracia, merece oìr de la boca de un Angel un
alegre Ave: porque havia de responder esta Señora con sus virtudes à el dòn de
Dios, que se le confiaba: porque en ella no havia de estàr vacìa, ociosa, ni
ligada aquella gracia; sino por un rectissimo uso, que havia de hacer de ella,
havia siempre de crecer de una virtud en otra virtud. Pero quièn de nosotros,
Señores Españoles, ha de corresponder con la reformacion de su porte à la gracia
de Renovacion, ò à la Reconcepcion en gracia, que nos consigue Maria por su
Patronato? Còmo no deberèmos significar por un triste Ve mejor, que con un
alegre Ave, el fundado temor de que usarèmos solamente de estos privilegios, y
gracias para quatro Fiesta, donde tiene la mayor parte el ruìdo, y la emulacion;
ò para gloriarnos vanamente sobre otras Naciones, como se jactaban los Phariséos,
que ellos solos entre las gentes podian llamar Padre à Abrahàn, quando assi nos
hagamos indignos de decir Madre à Maria; ò porque trayendo à un sentido reprobo
las palabras del Apostol, creamos, que para nuestra Reformacion nos basta esta
gracia, aunque nos expongamos en las ocasiones mas peligrosas, y nos entremos
sin reserva en aquellos tratos, que rara vez se entablan, ò se sustentan sin
conocido peligro; ò finalmente ( que es lo mas ordinario) porque escondiendo en
el sudario estos talentos de gracia, no hagamos de ella todos aquellos usos, que
Dios requirirà, quando nos pida razon de ellos; y en hallando, que nos hicimos
inutiles en ellos, y en nuestros estudios, sea mandado llevar à los extraños el
talento del Patronato! O! si procurassemos desfrutar bien los thesoros, los
auxilios, las gracias, y demàs utilidades, que podemos tirar de este Titulo!
Quièn duda, que pondriamos baxo los pies à nuestros enemigos? Que se unirìan la
Justicia, y la Paz en los Pueblos? Que se assegurarìa el amor en las Familias?
Que nos serìan de leche los mares para la prosperidad del Comercio? Que se nos
harìan los Cielos de miel, y no se manifestarìan tantas veces de bronce, para
hacernos hollar una tierra de azero? Que mejor, que quanto se finge del siglo de
Oro, lograrìa su perfeccion cada estado de personas? El Clero viera florecer en
medio de sì la pureza de su antigua disciplina. Repararìan sus brechas las
Religiones. Y por fin se experimentarìa, que era yà llegada à todas las cosas
una apetecida reforma; ò que se havia renovado, ò reconcebido Españae proque
despojada esta de la Eva vieja, se vistiera de la justicia de la nueva para
cantar llena del Espiritu Santo à su Avogada aquello de el Psalmo: Rompido has,
Señora, mi saco, y me has vestido de alegria. Porque cubierta con la estola
primera de su nueva Patrona, comenzarìa à resplandecer como una Nacion Santa,
que se huviera concebido pura.
REFLEXION SEGUNDA
CONVIENE, que Maria persevere aun en su primer Instante
cubierta de este saco, de que nos despoja, para que nuestro entendimiento por
unas razones mas que piadosas, y de congruencia, se vea obligado à consentir,en
que no solo se concibe esta Señora Immaculada, sino adornada tambien de
charismas, y honores Divinos. No và esta seguanda Reflexion à subsanar el
escandalo, que pueda tomar la ignorancia de algunos en su misma malicia, por vèr
à esta Avogada puesta, por defendernos, en la representacion mas abatida: porque
los que se escandalizaren, oìda esta palabra, deberàn juntarse à los que, segun
San Pablo, caen en el escandalo de la Cruz, y conforme à la maxima del Salvador,
seràn dexados como ciegos para conductores de otros ciegos. Servirà sì por una
debida consolacion à los piadosos corazones Españoles, à quines como se han
interessado tanto, en que nuestra dulce Madre, y Patrona se presente à el Mundo
vestida con toda la pureza, y claridad de la Aurora en su primer Instante, les
serà acaso molesto este raro espectaculo; y haciendolos su amor temblar, donde
no hay que temer, les parecerà por
esto, que se cayò à su vista la gloria del Libano. Lloraràn ajada la hermosura
del Carmelo, y Saron. Arbitraràn, no sè, còmo, de que se haya olvidado la Virgen
de su faja pectoral, y de que la Esposa se cubra en el dia de sus bodas con el
luto de la viudez. Mas no obstante, Señores, volved à vèr à Maria en essa
representacion de ignominia; y acaso os parecerà yà tan graciosa, que no solo os
parezca en esse abatimiento concebida Pura, sino resplandeciendo tambien con
honores, charismas, y acciones Divinas.
Con efecto, aunque para persuadir la certezaq de este Mysterio, no
huvieran esforzado los Padres, y Doctores tan solidas, y eficaces razones,
bastarìa este Patronato de Maria, para que el humano juìcio no pudiera dissentir
à tener su Concepcion por Santa. Vedlo, si nò, probado en todo rigor
Metaphysico. Maria segun el supuesto Patronato es el
primer Instante de su Concepcion nuestra Medianera, y Avogada: luego en
esse mismo Instante debe ser Immaculada, y Santa. Esta ilacion la abona, y
deduce San Pablo del mismo antecedente, convenciendo con ella à los Hebreos de
la Santidad, è Innocencia de Christo. Este Messìas (assi razona (*) aquel gran
Logico) fuè constituìdo Pontifice, para mediar por nosotros, y ofrecer
sacrificio por nuestros pecados: luego debìa ser Santo. Porque tal debe ser el
que ha de mediar, y pedir por otros (à el tiempo, que ha de entrar à mediar:)
conviene à saber: puro, santo, innocente, immaculado, y segregado de los
pecadores. Luego si Maria entra à mediar por España en el primer Instante, que
se anìma, deberà ser en esse mismo Instante Pura, Innocente, Immaculada, y
segregada, ò preservada de entre todos los pecadores.
Este discurso yà otros lo havian comenzado antes, persuadiendo la Pureza
de esta Señora en su primer Instante, por ser Avogada de los hombre; pero
mientras no sentassen, que era tal Avogada en su primer Instante, se trabajarìa
en vano, para convencer con esto solo la Santida de su origen, y nunca probarìa
mas, que de otro qualquier Santo, que invocamos por Patrono, y Avogado. El
presente Patronato es quien solìda este discurso. Por esso dixe antes, que no
solo convenía, para levantar los interesses de España, que Maria se declarasse
en su primer Instante por nuestra Avogada, sino que era tambien necessario, para
que con una accion tandigna de el brazo de aquella poderosa Niña, como es esta,
desendiesse, è hiciesse respetar por sì misma su propria innocencia.
Mas yà no me contento con esto: porque el especial Patronato nos hace
formar mas altas idèas de la Concepcion de Maria: y pide su gloria, que llevemos
mas adelante nuestras pretensiones. Para ser esta Señora en su primer Instante
Immaculada, le bastaba la gracia, con que se concibe, pero que quien se forma
innocente, quiera abatirse à parecer criminal, por hacer à otros participantes
de sus privilegios, esto yà no es aì, como quiera, concebirse Pura, sino emular
acciones, y honores de Divina. Sì: pues una Niña, que se acaba de concebir con
mas riquezas de gracia, que pudieron congregar para sì muchas hijas: una Santa
Sion mas amada de Dios en las puertas de su Concepcion, que todos los
Tabernaculos de Jacob: una criatura, que en el mismo Instante, que no hizo
pecado, ni fuè hallada en dolo, quiere de su libre voluntad, para manifestarnos
su alta charidad, tomar sobre sus espaldas nuestros delitos: una Señora, que
puede juntar en su persona, por defender à España, los dos extremos de ser por
sì hija de Gracia, y pro nosotros hija de ira: y que sabe, sin dexar de ser
digna de Amor, hacerse objecto de un Divino odio: son todas unas acciones, que
aunque hagan à el Patronato un Mysterio de escandalo para los malos, y de locura
para los necios, y Gentiles, seràn para nosotros los Españoles, sus electos,
argumentos de una Virtud Divina, y de una Sabirdurìa Divina.
Dei Virtutem, Dei Sapientiam.
Esta es la razon, que dice San Ambrosio, (*) convencìa à el Ladron en el
mismo suplicio, para rendirse à confessar, que el que padecìa con èl, no podia
dexar de ser un Hombre Dios. Hic credidit
Dominum propter dolorem. Porque bien sabpia Dimas, que aquel, que allì morìa
en tanta baxeza, no havia hecho algun mal. Tambien sonaba entre la grita de sus
enemigos, que à muchos havia hecho salvos. Sobre estos conocimientos elevaba el
prudente Ladron sus miras, y lo halla hecho un Varon de dolores, y sabidor por
experiencia de nuestras enfermedades: le compadecìa acabado de tristeza: lo oìa
blasphemado de un gran Pueblo: lo veìa abandonado aun de su mismo Padre: y que
pendiente entre el Cielo, y la Tierrra, estaba puesto, como Signo de
contradiccion para tolerar sobre si la colera de ambos. En medio de esta
inundacion de amargura le oye todavì disculpar con dulzura
à los que le brindaban la hiel: bendecir à los que le maldecian: y mediar
como Avogado por los pecados, que no hizo. Pues en què me embarazo? Và de aquì à
colcluìr el Ladron. Una Persona por sì innocente, y hecha rea de muerte por
crimenes agenos: un Sujeto, que siendo por sì el Bendito de las gentes, se ha
ehcho aquì, segun la expression del Aposto.l, el maldito de la Ley: un Señor,
que es la Santidad misma, y la Gloria del Padre, quiere vèrse aquì herido de la
mano de Dios, y ser reputado como uno de los delinquentes: y para hacer salvo à
su Pueblo, hacerse reo de nuestros pecados: esto es lo que no puede emprender,
sino algun Hombre Dios. Hic creditit
Dominum propter dolorem. Con efecto esto es lo que mas hizo replandecer la
Divinidad de Christo en el Mundo: mas, que el mar, à quien serenò: mas, que el
milagro, con que sustentò à las turbas en el Desierto: mas, que los muertos, que
restituyò à la vida: mas, que la misma Gloria, que lo rodeò en el Tabor. Sobre
todo, y mas, que todo, ha hecho conocer su Divinidad en el Mundo la semejanza de
pecador, que el Justo por naturaleza tomò por nosotros. Aquellas agonias,
aquellas tristezas, aquellas ignominias, y aquella Cruz fueron, segun habla
Tertuliano, quienes lo calificaron en la Tierra con todas las pruebas de la
Divnidad. Omnibus Divinitatis
probationibus. (a)
Pues, ò admirable Santidad de Maria en el primer Instante de vuestra
Concepcion! Que para manifestarnos quanto nos amabais, quisisteis en esse
Instante, en que os presentabais à Dios mas hermosa, que Esthèr, mas pura, que
los Angeles, y mas perfecta, que todas las criaturas juntas, constituiros
nuestra Avogada, apra hacer vuestras nuestras miserias: heceros por nosotros
rea, para llorar nuestras culpas: llevar sobre vuestro cuello nuestras cadenas,
como si fuesseis Vos la captiva: y rogar por nuestra libertad, como si fuerais
la interessada. Què juìcio hiciera de Vos aquel ilustrado Ladròn, si os viera en
aquel primer Instante, en que os rodeaban tantos resplandores Divinos, hecha
anathema por vuestros hermanos, y que representabais en vuestra tierna, y
adorable Persona la abominacion del pecado de España, porque èsta salga à la
Scena vestida con ropas de boda, y ceñida con vuestra estola primera? Yo ,
Señora, he de concluìr pro todos, creyendo, que el especial Patronato, que nos
concedeis, no solo os evidencia concebida en Gracia, sino adornada tambien,
segun el dicho de Tertuliano, con todas las pruebas de la Divinidad. Omnigus
Divinitatis probationibus.
Veis aquì, Señores Españoles, las utilidades, que mi escasa luz alcanza à
percibir en este neuvo Patronato. Pero debe tambien cada uno de nosotros
considerar para sì, à què terminos nor reduce con esto nuestra Avogada, para
tratar seriamente de la Renovacion, Regeneracion, ò Concepcion espiritual, que
ellas nos procuran, y que hoy nos està predicando el Baptista. Acordemonos de
los deseos de nuestros mayores, en lso que nosotros no somos menores, sobre los
que parece, que hemos jurado no tener silencio, hasta que, segun dice Isaìas,
(*) se ponga à Jerusalèn alabanza en toda la Tierra, y se establezca sobre la
firmeza de la Fè este Mysterio. Probemos ahora, si son eficaces estos deseos,
para que todo el Mundo crea, y celèbre, que Maria hallò Gracia para con Dios en
su primer Instante Porque yo hàllo, que esta Señora ha querido acallar, y
consolar en nosotros estas ansias, poniendo en nuestra mano el convencimiento de
esta verdad. La señal, por donde esta mystica Esthèr quire hacer demonstrable,
que hallò Gracia en los ojos de Dios, es la libertad de la ley del pecado, que
quiere vèr entablada en su Pueblo, para que por todas las Plazas, y Calles se
cante una Aleluya, como si jamàs huviera havido tristeza: y se vea una
independencia del Demonio, ò de Amàn, como si nunca nos huviera dominado.
Si inveni gratiam in oculis tuis ... da
mihi Populum meum, pro quo obsecro. En viendo el Unverso, que el Reyno
consiguiò esta libertad, còmo podrà negar, que Maria hallò aquella Gracia? Pues
demos en la reforma de nuestras vidas esta declaracion, que desemos.
Justifiquemos la misma Concepcion de Maria con nuestra Reconcepcion espiritual:
y convenzamos con nuestras costumbres innocentes, que nuestra Patrona se
concibiò en Gracia.
A vos tambien, ò Gloriosa Patrona, os và juntamente el credito de vuestra
Concepcion, y de vuestra Advocacion, en que por medio de una eficàz, y copiosa
Gracia levanteis del suelo el tedio de nuestra obscura vida, y el caimiento, à
que siempre inclina nuestra ofendida naturaleza. Yà vuestro honor es el credito
de vuestro Patronato: porque si ahora nos ocuparen los males, las gentes moveràn
sobre nosotros sus cabezas, y diràn mosandonos: Dònde està vuestro Dios? Quiero
decir, que las Naciones, que han improperado yà nuestra afectuosa inclinacion, y
amor à Vos, insultaràn vuestro Patronato, y nos diràn con una traidora risa:
Dònde està ahora para vosotros Maria? Se durmiò en vuestra defensa vuestra
Avogada? Llamadla, por si todavìa oye, y viene à libraros. Ea, dulce Avogada, y
Patrona de España, no abandones tu nombre adorable à el oprobio de aquellos
arrogantes, que no te aman, y tù detestas; sino rodea de consusion à nuestros
enemigos: y haz, que en medio de tu Pueblo florezca tu santificacion. Dà el
espiritu de consejo à los que gobiernan. Inspirad fortaleza à nuestras
Catholicas Armas, para que llenen de terror à los enemigos de vuestro Hijo, y à
quienes les es molesta la
prosperidad de nuestro Estado. Proveed de felicidad à este devotissimo Concurso,
que hoy os confiessa. Y levantad à el Cielo el espiritu de esta vuestra
cordialissima, y propensa Comunidad, que promueve tan esquisita, y
magnificamente vuestra devocion, para que renovandose cada dia en nosotros el
espiritu de nuestro Gran Geronymo, volemos de esta region de la muerte à la
tierra de los que viven para eternizar estas alabanzas à la que reyna con el
Padre, HIjo, y Espiritu Santo por los siglos de los siglos.
AMEN.
M. R. P. FRAY FERNANDO DE ZEBALLOS
Fernando Stratón Zeballos y Pérez de Mier,
nació en la Villa de Espera un 9 de Septiembre de 1732 en el número 15 de la
actualmente c/ Libertad (antes c/ del Pozo), hijo del matrimonio contraído el 25
de Marzo de 1713 por D. Manuel Zeballos Pacheco, natural de la villa de Alseda
(Burgos ), y Dª Ignacia Pérez de
Mier Armenteros, natural de Espera, desposados por el Pco. D. José Antonio
Romero. Fue el penúltimo de once hermanos. Bautizado el mismo día de su
nacimiento en la Iglesia de Santa María de Gracia por el Pco. D. Francisco
Javier Ferrete González.
Fue tan brillante estudiante en su primera etapa en su Villa natal, que los
padres decidieron enviarlo a Sevilla con su hermano mayor, Manuel, que había
cursado la carrera eclesiástica y era beneficiado de la Parroquia de Santa Ana
en Sevilla. Allí, viviendo en compañía de su hermano Manuel en el barrio de
Triana, estudió la gramática latina en el colegio de Santo Tomás, y después
artes y teología. En la Universidad cursó derecho civil y canónico. Fue un
alumno aplicado y brillante. El deseo e ilusión de sus padres se cifraba en que
siguiese la carrera de abogado, pero siempre se opuso porque, como él decía, “en
el pido y suplico hay muchas mentiras y enredos”.
En 1.754 a los 22 años, se graduó de Doctor en Teología, Jurisprudencia y
Cánones. Había llegado la hora de la elección y el joven doctor se decidió por
la Iglesia, recibiendo las órdenes menores ese mismo año, a título de una
capellanía que le asignó el Cardenal Solís.
Dios le iba a deparar una circunstancia que daría nuevo rumbo a su existencia.
He aquí que en 1.755 se presenta a unas oposiciones. Ha fallecido el canónigo
magistral de Sevilla Dr. Alfonso Tejedor. Entre los once opositores Zeballos
sobresale por la justa fama de su ciencia y a nadie llamaría la atención que la
canongía le fuese adjudicada. Más aún: después de los ejercicios de práctica
todos comentan que el triunfo es suyo. Pero el 14 de marzo con gran estupor se
sabe que el voto de los examinadores había recaído sobre otro.
No iba a ser ésta la única ni la mayor desilusión de su vida, aunque él tal vez
así lo creyera entonces. A raíz de este hecho, Zeballos llamó a las puertas del
Monasterio Jerónimo de San Isidro del Campo, próximo a la ciudad de sus triunfos
como estudiante y de su fracaso como opositor a una canongía.
El 27 de marzo de 1.758 ingresó oficialmente en la Orden, en la que perseverará
hasta el fin de sus días. Era prior Fray Juan de San Lorenzo, quien desde el
principio leyó con claridad en el alma del postulante y lo quiso con amor de
padre y de amigo.
El recogimiento solitario, la plegaria continua, ya en privado, ya en el coro,
el trabajo manual y el estudio (sobre todo de la Sagrada Escritura) dentro del
marco prescrito por la obediencia, señalan el estilo de esta Orden que tantos
hombres ilustres han dado a la Iglesia y a España a lo largo de su historia.
Tenía ya Zeballos 25 años cumplidos cuando inició su noviciado. Quienes lo
conocieron, atestiguaron después de su muerte que su carácter era propio para
monje: abstraído, taciturno, estudioso, amigo de la naturaleza, alejado de toda
concurrencia, y de una singular modestia y compostura. El novio tomó muy en
serio su entrega a Dios en el claustro y más cuando, transcurrido un año, se
ligó a El con los votos de la profesión.
Conociendo los antecedentes de sus títulos universitarios y de su indiscutible
saber, juzgaron oportuno los superiores enviarlo al colegio de Salamanca, a
residir allí con la categoría de Maestro.
En aquella ciudad inició su carrera de escritor. La primera obra, que no
llegó a terminar, la tituló: “Paráfrasis
de los Salmos en tres sentidos, moral, místico y literal”. Había una frase
que solía decir: “Dios ante todo. Después de Dios mis libros”, frase que
sintetiza su figura humana y religiosa.
Su elección de Prior de San Isidro, en Santiponce, para el trienio 1.768-71
demostró claramente que lejos de ser un puro intelectual, poseía también dotes
de mando y capacidad de organización.
Además del buen ejemplo de austeridad en todo y de fiel cumplimiento del deber,
las mejoras que introdujo en el monasterio así lo atestiguan: embelleció la
Iglesia, solucionó el grave problema del abastecimiento del agua, hizo construir
nuevas dependencias.
El segundo domingo de Julio de 1770, predicó un Sermón a la Muy Venerable y Real
Esclavitud del Santísimo Crucifijo de la Injurias , en la Iglesia de San Millán,
en Madrid. Le fue otorgada licencia para imprimirlo el 16 de Febrero de 1771.
En éste mismo año
1.771 fue nombrado Prior del Colegio que la Orden tenia en Avila, donde
empezó a escribir: “La falsa filosofía:
Crimen de Estado” que quizás, sin él sospecharlo, iba a ser su gloria
y su cruz. Pudo publicar los seis primeros volúmenes entre 1.774 y 1.776. La
obra en conjunto pretendía ser y es en efecto un tratado de apologética o
defensa del dogma y práctica cristiana contra los ataques de que era objeto en
la Europa ilustrada del siglo XVIII. Precisamente en 1.776 se terminaba en
Francia la publicación de la “Enciclopedia”, resumen de las ideas y errores de
la época. Frente a ella el Padre Zeballos erigía una antienciclopedia. Pero los
mismos que al principio la habían mirado con buenos ojos, y entre ellos en
primera línea el fiscal Conde de Campomanes, no ocultaban ahora su rechazo hasta
conseguir que se suspendiese su publicación. Un año estuvo en Madrid su autor
haciendo gestiones para que se continuara la impresión; tuvo una entrevista con
Carlos III. Todo fue en vano. Se le prohibió que siguiera escribiendo como, lo
había hecho hasta entonces. No es costoso imaginar con qué ánimos se restituiría
el maltratado monje a su monasterio de San Isidro. Era una desilusión mayor que
aquella de sus años floridos, cuando se había presentado sin éxito a unas
oposiciones.
Le dedicó entonces un tiempo a sus antiguas aficiones de arte y escribió “La
Itálica” y la “Sidonia Bética”,
ambos tomos referidos a las ruinas existentes junto a su Monasterio. La primera
de ellas se reeditó en el pasado 2005 por la Fundación Itálica de Estudios
Clásicos con motivo del setecientos aniversario de la fundación de éste
Monasterio; además se ha editado en facsimil por una editorial sevillana.
El Padre Zeballos es una figura sobresaliente de nuestro siglo XVIII. En él de
modo admirable se dan la mano el jurisconsulto, el pensador y el erudito, y más
que filósofo fue un apologista de la fe cristiana. Además del latín y el griego,
conocía bien el francés, el portugués y el italiano. Su estilo está muy alejado
de la concisión y rapidez del nuestro; pero si se reflexiona en la distancia que
nos separa de él en cuanto al tiempo, se contará con un criterio más justo para
valorarlo y comprenderlo.
Hay muchas obras del Padre Zeballos, así como la referencia que a él hacen otros
muchos, caben destacar, además de las citadas, entre las suyas : “Maná
Escondido” , “Noche de incredulidad“, “Observaciones
sobre la Reforma Eclesiástica en Europa( Madrid,1812)“. Y las de otros
autores como: “Fr. Fernando de Zeballos y
la Reforma Eclesiástica en Studia Heronymiana (Madrid,1973)”
y “El
Padre Zeballos y su censura de L’An 2440 (Sevilla,1978)“ de Francisco Avellá
Chafer; “Historia de los heterodoxos españoles (Madrid.1880)” y “Historia
de las ideas estéticas (Madrid.1940)” de Marcelino Menéndez Pelayo; “Los orígenes del pensamiento reaccionario español (Madrid.1971)” de
Javier Herrero; “Historia crítica del
pensamiento español (Madrid,1984)” de José Luis Abellán; “Biografía
del P. Fr. Fernando de Zeballos (Segovia.1856)” del P. Fr. Vicente de Luna;
“El pensamiento político del despotismo ilustrado (Sevilla, 1979) de
Luis Sánchez Agesta; “Diccionario de
Escritores, Maestros…(Sevilla,1922)” de Mario Méndez Bejarano; “Historia
del reinado de Carlos III en España (Madrid,1856)” de Antonio Ferrer del
Rio; “Voltaire en España 1734-1835
(Barcelona,1982) “ de Francisco Lafarga; … y un largo etcétera
de obras, artículos y revistas donde hacen referencia a su persona.
También existe bastante documentación en el Monasterio de Santa María del
Parral, en Segovia, entre las que cabe destacar un “
Libro de Beccaríae y una impugnación del
P. Fr. Fernando de Zeballos en España y América (Segovia,1915)”, la que tan
amablemente ofrecen para su estudio.
El 9 de Septiembre de 1997 la Asociación Cultural Ntra. Sra. de la Soledad
descubrió una placa en el lugar donde nació nuestro paisano, nuestro vecino de
enfrente; en ese día se entregó a los asistentes un ejemplar del Sermón
predicado a la Muy Venerable y Real Esclavitud del Santísimo Crucifijo de la
Injurias , en la Iglesia de San Millán, en Madrid. Hoy, en la Bendición de la
sede de ésta Asociación Cultural Ntra. Sra. de la Soledad y Casa – Hermandad de
la Antigua; Real e Ilustre Hermandad y Cofradía del Santo Entierro de Nuestro
Señor Jesucristo y Nuestra Señora de la Soledad, ofrecemos éste hermoso Sermón a
nuestro pueblo y a nuestros amigos y
vecinos de Bornos, cuyos antepasados tuvieron el honor de escuchar.
Sigan sirviendo éstos actos para avivar la llama que
encendieron en un tiempo nuestros antepasados; que avivó la nuestra, esperando
que no se apague, y sea para honra y grandeza de Espera y de la Orden Jerónima.
Sirva de homenaje a todos los monjes de la Orden que, siguiendo la Regla de San
Agustín, dedican su vida a la oración, el silencio y el trabajo.
Antonio Durán Azcárate. 2009
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