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Artículos de la Villa de Espera

GUERRA INDEPENDENCIA EN ESPERA. LA CONSTITUCIÓN  DE 1812

 

GUERRA INDEPENDENCIA EN ESPERA. LA CONSTITUCIÓN DE 1812

 

 

Dentro del Ciclo de Actividades que nuestro Centro había programado para la V Semana Cultural, durante este curso 2011-12, que como ustedes saben se celebra cada año en nuestro colegio, decidimos celebrar también esta Conferencia que tiene mucho que ver con el tema al que dedicamos dicha Semana. Se trata de los acontecimientos que tuvieron lugar en nuestro pueblo desde junio de 1808 hasta agosto de 1812 y que hemos titulado Espera: Guerra de la Independencia y Constitución de Cádiz. 1808­1812.

El 19 de marzo de 1812 se aprobaba en el Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz la primera Constitución Española. En 1912 se le dedicó este monumento que es el que ustedes pueden ver en la Plaza de España de Cádiz obra del arquitecto López Otero y el escultor Aniceto Marinas.

Pero para llegar a ese momento, los españoles tuvieron que sufrir desde 4 años antes una invasión por parte del ejército de Napoleón y una Guerra a la que posteriormente se le llamó de la Independencia.

Nuestro pueblo, lógicamente, también sufrió en sus carnes esos momentos de opresión ya que los franceses se apoderaron del mismo desde febrero de 1810 hasta el 26 de agosto de 1812, en que las tropas francesas abandonan el pueblo camino de Sevilla. Para comenzar a hablar de la Guerra de la Independencia en Espera hay que situarse en los acontecimientos que se estaban produciendo en España en aquellos momentos. Estamos en 1807.

El 27 de octubre de 1807 se firmó el Tratado de Fontainebleau entre España y Francia. Ahora era debido al problema que Portugal representaba para los franceses. Este Tratado era consecuencia directa del sistema continental que Napoleón pretendía llevar a cabo. Portugal había sido fiel aliado de Inglaterra y el camino para seguir manteniendo contactos comerciales con Asia y América utilizando sus puertos y compartiendo incluso su flota. Napoleón no estaba dispuesto a dejar las cosas así. Todos sus esfuerzos estaban encaminados a romper esa relación entre portugueses e ingleses.

La situación española de debilidad ante Francia condujo a la aceptación del Tratado, incluso a desear fervientemente la firma del mismo y, especialmente, por parte de Godoy, válido de Carlos IV, rey de España, restablecido de nuevo en el poder, ya que era la mejor manera que tenía para mantenerse en su puesto.

Carlos IV abdicó en su hijo, Fernando VII, al que llamaron El Deseado, y Napoleón aprovechó toda la coyuntura al conocer de cerca a los dos monarcas españoles. Napoleón no tuvo muchos obstáculos para empezar a introducir tropas en España bajo el pretexto de los apartados del citado Tratado. El día 23 de marzo las tropas francesas están en Madrid. Esto indignó mucho a los españoles que el dos de mayo de 1808 se alzaban en armas contra las tropas invasoras. Es curioso cómo en ese levantamiento del dos de mayo en la Puerta del Sol de Madrid se encontraba un militar muy relacionado con Espera. Se trata del alférez de fragata Manuel Esquivel y Castañeda, destinado en la fuerza de Granaderos de Marina que trajo Godoy de Cartagena. Esquivel era hijo de Pedro Esquivel y Medina y Manuela Castañeda, nacidos en nuestro pueblo. Esquivel se encontraba montando guardia con un piquete de su cuerpo en el Gobierno Militar de Madrid, situado en la Casa de Correos de la Puerta del Sol. Algunos autores le dan por herido mortalmente, pero él mismo lo desmiente en un relato que hace de los acontecimientos y relata su huida a Cádiz.

Al levantarse contra los franceses, los sublevados manifestaban el descontento con esa invasión y no sólo se levantan en armas sino que además organizaban una nueva forma de gobierno dadas las circunstancias de desgobierno que se daba en el país: la Juntas. Sevilla era la primera ciudad que se sublevaba después de Madrid y allí se constituyó la Suprema Junta de España e Indias. Tras Sevilla surgieron otras en Jerez, Arcos, Lebrija, Carmona y Ronda. En Cádiz el general Solano moría, tras un motín popular, debido a su idea de no oponerse a los franceses.

Estas Juntas nacían como una respuesta a la falta de autoridad producida por los acontecimientos de la corte que dejaba prácticamente sin cabeza la monarquía española, Pero no hacían sino mantener en el poder a los propios representantes del poder anterior, ahora, en muchos casos, como representantes de la voluntad popular.

La Junta Suprema de Sevilla, constituida el 27 de mayo, despachó órdenes a todos los pueblos de la provincia, y Espera lo era.

Así mandaba a todas las villas y ciudades de su jurisdicción la orden de la creación de una Junta Local siempre que tuvieran más de 2.000 habitantes. Las que no llegaran a esa población serían los Ayuntamientos los encargados de realizar las funciones de la Junta. Establecía también que las Juntas Locales debían estar compuestas por “seis personas del propio Ayuntamiento, clero y prelados, nobles y demás personas que se estimen convenientes”. La Junta obligaba, también, al alistamiento de los varones entre 16 y 45 años, primero los voluntarios y luego todos los vecinos seculares, formándolos en compañías, señalando a las personas “honradas” para capitanes, tenientes y subtenientes, facultando a éstos para nombrar sargentos y cabos, que se reunirían en Utrera al mando del general Castaños. En Espera sería capitán Juan Antonio de Cuevas, que era Teniente coronel retirado del ejército. Y el Ayuntamiento en esa fecha estaba compuesto por Antonio Agustín Tinoco que era el alcalde ordinario, José Fernández Plata y Pedro Moreno era regidores; Juan Mª Romano y Pedro Gutiérrez eran Diputados del Común; José Mª Ferreras era el Síndico Personero y el escribano era Bartolomé Gordillo Romano. También había un corregidor que era José San Martín.

La tarde del 4 de junio de 1808 llegó a Arcos una nota enviada por la Justicia de Espera en la que se manifestaba hallarse el enemigo la madrugada de aquel día en las cercanías del Puente de Don Gonzalo y tanto en Arcos como en Espera se publicaron bandos para que todos los vecinos que tuviesen armas de fuego se presentasen en las casa capitulares bajo pena de traición y debían comunicarlos también por el campo. Desde Arcos mandaron avisos a Osuna a Jerez y la Isla de León pidiendo efectos de guerra. Al día siguiente una comitiva que había salido de Arcos a confirmar los hechos regresó después de haber comprobado la falsedad de las noticias. Los espereños habían llegado hasta la villa de El Coronil donde comprobaron el error. Tanto Arcos como los pueblos vecinos se alistaron en las tropas españolas o acudieron en defensa de la patria. Se tienen noticias de los patriotas de Espera que acudieron a la defensa de El Coronil en 1808, según se desprende del certificado emitido por el secretario del Ayuntamiento de la localidad en el que se atestigua el dinero que en préstamo concedió al mismo la testamentaría de Don Benito y don Antonio Pérez para la “expedición que hicieron estos vecinos a la villa de El Coronil con el objeto de hacer guerra a los enemigos que trataron imbadir esta provincia por el Puente de Don Gonzalo, como se ofició por las Justicias y Junta de Gobierno de los pueblos inmediatos por noticia equivocada que havian tenido”. En 1822 todavía el Ayuntamiento debía ese dinero.

La Gazeta Ministerial de Sevilla había publicado en su número 4, el 11 de junio de 1808, que en el Puente de Don Gonzalo (actual Puente Genil) y Osuna habían aparecido algunos franceses, lo que luego se verificó que era falso. A pesar de ello decía la Gazeta que se habían tomado las medidas adecuadas, reconociendo las baterías como las del Puente Suazo, montándose todos los cañones de las avanzadas del Puente, preparándose gran cantidad de fusiles y 1303 cartuchos embalados de uno de los almacenes del Puente. F. Alonso de la Riva, secretario del Ayuntamiento de Arcos hizo un informe de esos días hasta la llegada de los franceses en el que informaba de todos estos detalles.

Pero algo después sí llegaron los franceses y lo españoles le hicieron frente en Bailén, donde los derrotaron. Era la primera derrota del, hasta ahora, invicto ejército de Napoleón. Desde Espera acudieron soldados, junto con los de Arcos, Bornos y Villamartín, hasta Utrera, donde se estaban concentrando las fuerzas españolas reclutadas para frenar a los franceses, al mando del general Castaños, aunque tenemos pocas noticias de ellos.

Una vez terminada la batalla de Bailén, el 19 de julio de 1808, los soldados franceses hechos prisioneros debían ser devueltos a Francia según se estipulaba en las capitulaciones de la batalla. Y se haría desde los puertos de la provincia de Cádiz: El Puerto, Rota, Cádiz, etc. pero los ingleses que habían ayudado a las tropas españolas, no estaban dispuestos a repatriarlos  para que de nuevo volvieran a la península. Así que fueron repartidos por muchos pueblos en dirección a esos puertos. En Arcos hubo más de 1107 y en Espera se tienen noticias de unos 200 soldados y 5 oficiales prisioneros los establecidos.

Pero no sólo llegaron franceses al pueblo. El 24-5-1809 se celebró una misa solemne con Santísimo pedida por Dª Micaela Bernal, en acción de gracias por su hijo J.Mª Paniagua, Teniente de Capitán que había vuelto al pueblo sano y salvo. El 11 de ese mes se hicieron honras generales por todos los que han muerto en la presente guerra y a expensas de la Milicia Urbana de esta villa, predicando Ignacio de la Vega, capuchino de Jerez que sería sepultado el 11 de diciembre de ese año, habiendo sido secularizado por Bula Pontificia. Se le hizo un entierro general con misas cantadas, 7 pozas y bufete, en el que se pusieron dos libras de cera por parte de los beneficiados de la Iglesia.

Ya avanzado el año 1809, los franceses se aproximaban a nuestra zona, pero ahora con un ejército bien organizado, y en Espera se recibe un “Expediente reservado en virtud de Real Orden de la Suprema Junta Central Gubernativa del Reyno” y enviada por Martín de Garay (futuro ministro de Fernando VII) a través de la Junta de Gobierno de Arcos a la de Espera y con fecha 18 de marzo de 1809. En ella se mandaba que: “se dicten las providencias y órdenes más prontas y expeditas para que se retiren los ganados, víveres y armas, y también las preciosidades que haya en los pueblos, en especial en las iglesias y quantos efectos de consecuencias convenga salvar”.

La carta con el título de reservada estaba enviada el día 27 de febrero de 1809 desde los Reales Alcázares de Sevilla de Juan Bautista Esteller, al presidente de la Junta de Gobierno de Arcos. El dos de marzo llegaba la carta a Arcos y el cuatro del mismo mes a Espera a manos del licenciado José San Martín, Abogado de los Reales Concejos, Corregidor de la villa, ordenando que se dé “quenta al Ayuntamiento para acordar su cumplimiento y execución que le convenga.” Está rubricado por el escribano José Álvarez Escobar, que también lo era los años de la epidemia de fiebre amarilla.

A continuación encontramos el siguiente Auto:

En la villa de Espera a quatro días del mes de marzo del año de mil ochocientos nueve: El señor licenciado don Josef San Martín, Abogados de los Reales Concejos, Corregidor della, dijo: Que por el correo de anoche acaba de recibir la Real Orden antecedente. Y vista por su merced la obedeció con el respeto debido y mandó se dé quenta al Ayuntamiento para acordar en su cumplimiento y execución lo que convenga. Y por este su auto así lo proveyó y firmó, de que doy fe.”

Posteriormente el Ayuntamiento celebraba una Junta y acordaban lo siguiente:

-“En la villa de Espera a quatro días del mes de marzo de del año de mil ochocientos nueve. Los señores Justicias y Ayuntamiento de ella, estando congregados en estas casas Capitulares según costumbre, celebraron una Junta para ante mí en la qual se dio quenta de la Real Orden antecedente: Y vista por dichos señores instruidos de su tenor con la reserva recomendada, la obedecieron y mandaron se cumpla y execute su contenido en todas sus partes teniéndose presente para si llegare el caso preveido, dictar las Providencias oportunas para la ejecución de los importantes fines a que termina acusándose el recibo a la Junta Inmediata de la ciudad de Arcos por el correo próximo según se previene. Y así lo decretaron y firmaron los que supieron según acostumbran e yo el escribano que de cómo así pasó doy fe.” 

El día 6 se contesta a Arcos por medio de oficio del Corregidor de Espera en pliego cerrado que se puso en el correo.

Muchas partidas de “patriotas” debieron pasar por nuestro término y sus cercanías. Como decíamos anteriormente una partida de espereños marcharon a El Coronil en ayuda de las tropas españolas. Pero en nuestro Archivo Municipal no se ha conservado apenas documentación del período de dominación francesa. Sí en el de Villamartín donde existe un expediente de suministros a tropas españolas. Consta que durante el primer cuatrimestre de 1810 se franquearon subsistencias a los patriotas de Puerto Serrano, Prado del Rey, El Bosque, Espera, Bornos, Algar, a la partida de Villamartín y a la de Fernando Clavijo.

LLEGADA DE LOS FRANCESES.

Después de la batalla de Ocaña (Toledo) el 19 de noviembre de 1809, a las tropas de Napoleón les fue fácil el dominio total de la Península. En enero de 1810 los franceses volvían de nuevo a Andalucía. Tras la poca resistencia del duque de Alburqueque y el general Aréizaga en Despeñaperros, el primero volvió rápidamente con las tropas que pudo reunir y se encaminó hacia Cádiz, como la plaza más segura donde podía refugiarse, a pesar de haber recibido órdenes para la defensa de Sevilla. El segundo se encaminó hacia Granada. Tras las tropas españolas, las imperiales iban asentándose en todo el territorio andaluz.

Las tropas francesas, tras su entrada en Sevilla, con el mariscal Soult al frente,  continuaron la persecución de las de Alburquerque. La pérdida de tiempo que había supuesto la entrada en la capital sevillana, propició que los españoles, no sólo llegaran con antelación a la Isla de León y a Cádiz, sino también, que cortaran el acceso a los franceses en el Puente Suazo. En Arcos entraron los franceses, con toda seguridad, procedentes de Espera y Villamartín. El 1ª Ejército francés, al mando de Víctor, utilizó varios caminos en su marcha hacia Cádiz. Unas tropas siguieron el camino real, actualmente correspondería a la Nacional IV. Otras siguieron el camino de Las Cabezas de San Juan y otras tropas, procedentes de Utrera seguirían el camino de esta localidad hasta Arcos de la Frontera, en dirección a Jerez, donde se unirían todas. De la misma manera, nos explica Toreno, habían hecho las fuerzas españolas. Alburquerque había enviado la caballería y la artillería por el camino real, marchando la infantería por Las Cabezas y Lebrija con la idea de unirse todos en Jerez. Según Lapène, Alburquerque, adelantándose a las tropas francesas, se replegó con gran celeridad. El 29 de enero estaba en Carmona, continuó por Utrera y Arcos hacia Jerez y Cádiz donde entró el 4 de febrero con el resto de la tropa que le quedaba. Víctor pudo haber llegado a su vez, pero la pérdida de tiempo de Sevilla le hizo retrasarse doce horas. En Villamartín entraron fuerzas del 2º Regimiento de Dragones Imperiales el mismo día 3 de febrero. Es comprensible que tanto las tropas españolas como las francesas se expandieran por todos los caminos, unos con la idea de llegar lo más rápidamente posible a la Isla de León y los otros con la de cortarles el camino antes de esa llegada. Muchos de los soldados no podían seguir al resto de la tropa y quedaban dispersos por los pueblos por los que pasaban, unos heridos y otros encontraban la muerte. El 28 de agosto de 1810 fue sepultado en el Cementerio de San Sebastián, Alfonso Cobo, del obispado de Jaén, soldado de los dispersos del Ejército de Alburquerque del Regimiento de Carabineros Reales. El 2 de septiembre era sepultado en el mismo Cementerio José de Aguirre, otro soldado disperso del Regimiento de Farnesio del mismo Ejército.

El día 3 de febrero entraron en Arcos, a las órdenes del Barón Bouvier des Clats, tres regimientos de Dragones franceses. Si en lugares del interior de la Sierra de Cádiz los franceses van a encontrar más dificultades, en toda la zona llana del valle del Guadalquivir, ocurriría lo contrario. Villamartín, Espera, Arcos, Jerez, El Puerto y otros pueblos y ciudades de la Bahía de Cádiz, cayeron rápidamente bajo el dominio francés.

Ello era debido a que los accidentes del terreno hacían muy lento el desplazamiento de un ejército regular en las zonas serranas, pero era mucho más apto para las escaramuzas de los bandas de “brigands”, es decir, bandoleros, como las llamaban los franceses, o de patriotas, como lo hacía los españoles.

Una Memoria del Ayuntamiento de Arcos de 1815, conservada por Miguel Mancheño y publicada por él, narraba la entrada de las tropas francesas en Arcos en febrero de 1810: “Con el año 1810 vivieron los franceses a Andalucía, y en la tarde del 3 de febrero se presentó aquí a desarmar al pueblo el barón Bouvier des Clats con tres regimientos de Dragones a su mando, y como si esas gentes hubieran entrado en él por asalto, no hubo género de desenfreno a que no se entregaren, y principalmente al pillaje, hasta el extremo de tomar cuanto veían en sus alojamientos, tiendas de comercio, tesorería y fondos públicos, y a cargar a manera de bestias, con efectos de provisiones para sí y sus caballos a las personas que hallaban por las calles, por respetables que fuesen, y sin perdonar ni aún a los sacerdotes.”

LA PREFECTURA.

Una vez establecidos en Arcos, la ciudad pasaría a pertenecer a la Prefectura de Jerez durante toda la dominación francesa en Andalucía, según establecía el Real Decreto de 17 de abril de 1810 que dividía el territorio hispano en 38 Prefecturas. Arcos pertenecería a la de Jerez que a su vez estaba dividida en tres subprefecturas que correspondían a Cádiz, Jerez y Ronda. De Arcos dependían a su vez en materia administrativa los pueblos vecinos de Bornos, Espera, Villamartín. La cercanía de Jerez y su situación estratégica hacen de Arcos una buena fortaleza defensiva y de apoyo para el poder francés. Correspondían a la de Jerez los pueblos siguientes: Arcos, Bornos, Chipiona, El Bosque, El Coronil, Espera, Las Cabezas, Lebrija, Los Palacios, Villafranca, Montellano, Morón, Paterna Puerto de Santa María, Puerto Serrano, Prado del Rey, Rota, Sanlúcar, Trebujena, Villamartín y Jerez.

Pocos días después de la llegada de Bouvier, sería el propio José Napoleón quien haría presencia en la ciudad en su camino desde Jerez hasta Ronda. En Arcos durmió la noche del 26 al 27 de febrero y continuó camino hacia Ronda por El Bosque y Zahara. Clermont-Tonnerre o Miot de Mélito, dos fuentes francesas de primera mano cuentan el viaje.

El día 26 de febrero José I hacía su entrada en Arcos y, según decían los franceses, fue bien recibido. La Gazeta de Madrid publicaba el 11 de marzo el paso por Arcos de José I.

El Ayuntamiento había dispuesto la organización de una Guardia Cívica compuesta de dos compañías. Igualmente aquella misma tarde el rey recibió una diputación del Ayuntamiento de Espera, pueblo cercano a Arcos, que “tuvo el honor de presentársele y que también había formado otra compañía de Guardia Cívica.

El Ayuntamiento espereño estaba compuesto en esa fecha por las siguientes personas: El Alcalde era José Troncoso (el Menor). Miguel Sabino era Regidor. José Martín Vargas, Jurado. J.Mª Álvarez, Alguacil mayor. Antonio Gutiérrez y Domingo Gusano eran Diputados del Común. Y Antonio de Peralta el Síndico Personero. El Secretario o escribano era Bartolomé Gordillo.

Una vez el territorio en manos francesas José Bonaparte organizó las Milicias Cívicas como método para involucrar a los españoles en el trabajo de la propia policía, exactamente el 6 de febrero. Eran cuerpos paramilitares de voluntarios armados para mantener el orden en Sevilla, Córdoba, Granada y Jaén.

Estas Milicias Cívicas, de las que no tenemos noticias en Espera, tenían verdaderas dificultades para poder constituirse en la mayoría de los pueblos de la zona. En Villamartín, donde ocurría un tanto de lo mismo el 11 de agosto se personó en el Ayuntamiento el comandante Juan de Wirtz, pero los componentes del mismo le pusieron al corriente de la documentación dirigida a Soult donde se le exponían los problemas para formar la citada milicia. La guerrilla vendría “a matar no sólo al dicho comandante de las armas, sino también a los justicias y vecinos que se encuentren”.

De esto se había dado aviso a los coroneles de los cantones de Arcos y Espera. Y las escaramuzas de las partidas de guerrilleros españoles contra los franceses se producían por toda la provincia, pero sobre todo por la Sierra donde estas partidas tenían mejor defensa que en el llano. En nuestra zona se distinguió Antonio García de Veas, un militar arcense, encargado de organizar todas estas partidas que servían de apoyo al ejército ya fuera mandado por Ballesteros, Valdenebro o González Peinado.

Ya en 1811 Soult había dispuesto que el general Semelé se adelantara hasta Bornos con 2.000 hombres de infantería, 160 caballos y 1 pieza de artillería. Ballesteros les sorprendía la madrugada del 5 de noviembre. El 5 de noviembre de 1811 tiene lugar la batalla de Bornos en la que Ballesteros logra derrotar y hacer huir al general Semellé. Como los hechos ocurren entre los términos de Bornos y Espera, nuestro pueblo aparece en la prensa del momento.

Meses más tarde el duque de Dalmacia ordenaba acantonar junto a Bornos a las tropas del general Conroux como punto clave para su estrategia defensiva. En Espera reforzaron el Castillo de Fatetar donde quedan restos visibles de su estancia en algunas dependencias en las que se conservan enlucidos rosáceos típicamente franceses. En junio de 1812 derrotarían al ejército de Ballesteros en Bornos. Pero dos meses después abandonarían la zona.

La organización de la Hacienda y y el control militar de la zona fue lo que más preocupó a los franceses. Cada pueblo debía contribuir, muy a su pesar, para el mantenimiento de las tropas imperiales. Para ese menester se había creado una Comisión Central de Subsistencias que se encargaba del abastecimiento de la tropa. Esa Comisión Central hacía saber a cada distrito el suministro que debía aportar. Ese pedido debía ser repartido entre los pueblos que componían el distrito. Además había ocasiones en que cada Ayuntamiento debía soportar pedidos extraordinarios, aparte de las ya establecidos que se hacían quincenales o mensuales. El Ayuntamiento de Villamartín tuvo que contribuir con 26.200 reales para calzado de la tropa de los regimientos de Infantería nº 12 y 16 acantonados en Bornos, 200 reales para pantalones del regimiento de Húsares nº 2, acantonado en Espera, y así en otros lugares. El 31 de julio era la Junta Municipal de Espera quien solicitaba ayuda a la de Arcos ya que carecía de vino, cebada y otros efectos para atender el 2º Regimiento de húsares acantonado en el pueblo. La municipalidad arcense alegaba su imposibilidad de hacerlo como ya lo había hecho anteriormente con el reparto de las 5.192 fg de trigo.

No sólo había que recaudar impuestos en especies o en dinero. También hombres. El 24 de diciembre de 1810 el Ayuntamiento de Arcos era obligado por las autoridades francesas a reclutar hombres para la formación de la Guardia Franca. A su cantón le correspondían 51 hombres repartidos de la siguiente manera. Arcos con 2433 vecinos 29 hombres. Bornos con 1017 vecinos, 12; Espera con 367, 5 y Villamartín con 410, 5

En la zona ocupada era muy común el doble papel de muchos patriotas. Una muestra de la situación de espionaje que se dio en muchos lugares es la que nos muestra el Expediente justificativo formado a instancias de Joaquín María de Tóxar, vecino de Sevilla. En este documento es estudiado, igualmente, el expediente de Manuel González Pinto, abogado sevillano, que era en 1810 corregidor de Espera, nombrado por el gobierno josefino. De “32 años y dos varas de alto, color claro, pelo rubio, ojos azules y picado de viruelas”. El uno de septiembre de 1812 recibía un pasaporte de los alcaldes de Cantillana (Sevilla) donde llevaba más de un año huyendo de los franceses por haber sido corregidor de Espera y “ser de los verdaderos patriotas”. Junto con José Gonzalez y Tóxar el 23 de junio de 1810 habían tratado de conspirar contra los franceses en Jerez, fueron descubiertos, muriendo como consecuencia de ello, González y Bernardo Palacios, conductor de los partes de Pinto. Escondido en Sevilla salió de la ciudad gracias a Tóxar y se ocultó en Cantillana. Pinto se movía desde El Puerto hasta Extremadura. El brigadier Comandante general de la sección de Infantería de Vanguardia del 5º Ejército desde Guadalcanal (Sevilla) le ofreció el salvoconducto para que le atendieran en los lugares que necesitase. Las justicias le darían alojamiento, bagajes y demás auxilios.”.

Antonio Reina, cabo de la legión ligera de Caballería del Condado, testificó a favor de Pinto, conociendo perfectamente su situación de espía al que perseguían los franceses. En el mismo expediente se hace referencia a Manuel Cartes y Juan Sánchez que dirigían correspondencia hasta Ayamonte, Espera y Cazalla para comunicarse con algunas personas que obrarían de acuerdo con la trama que intentaba actuar en Jerez. A esta ciudad fue llamado González Pinto por Tóxar. Aquel pensaba dejar la vara del corregimiento de Espera por chocar sus ideas contra las del gobierno intruso, pero le convencieron de que era conveniente que siguiera en el cargo. Toxar, Antonio Muñoz Rivera, Antonio Rodríguez de la Vega y Luís María Ortega hicieron un informe completo de la Conspiración sevillana. Según ese informe el corregidor de Espera, además de haber participado en la conspiración, junto con los exponentes, sufrió diversos altercados en la misma villa donde se había formado una partida, la de Boza, el catalán. Es posible que se trate de la partida de Antonio Flaugier, quien presentó una solicitud a las autoridades militares, pidiendo una pensión como participante en la guerra contra los franceses. Flaugier, natural de Barcelona, al parecer llamado popularmente Boza, creó una partida en Espera, que según sus palabras, ”fue azote de los franceses”. Fue hecho prisionero y habría sido fusilado “si no hubiera tenido el ardid, de seducir y fugarse con 39 juramentados del número 7 y trece migueletes de los de Sevilla”. Se presentó con todo su armamento al general Ballesteros en el pueblo extremeño de La Parra. El informe de Toxar explicaba las vejaciones que había sufrido Pinto por parte de la partida de Boza. Entre él y otros “atrajeron la ruina y la destrucción a Espera por llamar de continuo sus robos y muertes a los franceses en este pueblo”. González Pinto estuvo a punto de morir en el Prado de Márquez, a las afueras del pueblo, por no revelar a los franceses quienes eran los patriotas que huían tras un tiroteo con las tropas imperiales.

El 3 de noviembre de 1811 se enterró también en el Cementerio San Sebastián Fº Rodríguez, marido de Catalina Galván, ambos naturales de Espera, que había muerto el 31 de octubre en las inmediaciones del Cortijo de Los Aguaciles (término de Utrera) en un enfrentamiento con la partida de guardia Franca de la ciudad de Arcos. Todavía en tiempos del dominio francés

La lucha contra los franceses continuaría hasta el verano de 1812.   

Está documentado también en el Archivo Parroquial cómo el 12 de septiembre de 1813 se celebran las fiestas del patrón, el Santo Cristo de la Antigua que tiene allí su ermita, con toda solemnidad, pero la tarde anterior se había reconciliado su iglesia que había sido utilizada por los franceses, desde la invasión, como fortaleza militar. Era, además, lógico que establecieran allí su cuartel general, pues todavía podían utilizarse diversas dependencias que se conservaban en estado aceptable, era un lugar estratégico y estaba formado por los edificios con más fáciles defensas de todo el pueblo. 

1.5. LAS PRIMERAS ELECCIONES.

Tras la marcha de los franceses se intenta volver a la nueva situación a que habían dado lugar las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. El 15 de agosto de 1813 se reunían la mayor parte de los vecinos presididos por el Alcalde, Miguel Ramón Bernal, con la intención de celebrar la elección de los tres compromisarios que preveía la Constitución debían votar en Arcos, cabeza del Partido, como electores parroquiales.

Como luego se repetirá durante el Trienio liberal, los vecinos del pueblo se reunían en las Casas Capitulares, como prevenía el art. 48, capítulo 3º, Título 3º de la Constitución, y de allí partían hasta la iglesia parroquial para asistir a “Misa solemne de Espíritu Santo y después del Evangelio, por el cura párroco don Agustín de Luque, se hizo a los fieles el Discurso correspondiente a las circunstancias”. Una vez terminada la misa volvían de nuevo al Ayuntamiento donde se comenzaba el proceso electoral con el nombramiento de escrutadores y secretario. En ese acto fueron elegidos Manuel del Real, uno de los presbíteros de la localidad, Vicente de la Torre y Juan de Gayangos y Sandier.

Como la legislación preveía la anulación del derecho a voto a los deudores a la Hacienda Pública, se discutió en el acto largamente sobre el hecho de que eran muchos los electores que se hallaban en esa circunstancia, por lo que difícilmente podría realizarse el proceso. Finalmente se decidió que, dadas las circunstancias por las que habían atravesado todos los vecinos desde principios de siglo, primero con la epidemia de fiebre amarilla y posteriormente con los acontecimiento de la Guerra contra los franceses, conceder el voto a todos los asistentes. Fueron elegidos en primer lugar los 31 compromisarios de la Junta Electoral de la Parroquia, que serían los encargados de elegir a los tres electores que debían desplazarse a Arcos de la Frontera, como Cabeza del Partido, para las votaciones a Diputados. Entre los compromisarios hubo que elegir dos nuevos porque dos de ellos, elegidos en aquel acto, estaban ausentes y no pudieron presentarse.

 Finalmente fueron nombrados electores parroquiales Agustín de Luque y Mesa, el cura más antiguo de la parroquia, quien ofició la misa e hizo la homilía patriótica, Bartolomé Gordillo Romano, secretario del Ayuntamiento y, el también presbítero, Manuel del Real y Quintana.

No sólo durante la Guerra dejaron de salir las Hermandades en Semana Santa, sino que ya desde 1804, algunas incluso antes, sobre todo debido a la epidemia de fiebre amarilla que se desató en el pueblo desde el año 1800 y que duró hasta 1804, sino también como consecuencia los malos momentos económicos que se vivieron en España, casi todas ellas volverían a reanudar sus desfiles en los años 14 y 15.

En Espera por aquel tiempo el Ayuntamiento estaba en la actual plaza del Cabildo. Entre 1812 y 1813 esta fue la composición Siete años después se colocó una placa dedicada a la Constitución en 1820 al comienzo del denominado Trienio Liberal, tras el paso de Riego por el pueblo en enero de ese año, y suponemos durante el corto espacio de tiempo que va desde la salida de los franceses en agosto de 1812 hasta la derogación de la Constitución de Cádiz en 1814 por Fernando VII, esa placa también estuvo colocada en esa plaza como símbolo los nuevos tiempos. La Constitución de Cádiz fue un paso, pero ni mucho menos tiene nada que ver con la creación de un estado democrático. En ella ni se habla de la abolición de la esclavitud, ni de los derechos de las mujeres ni de nada que se les parezca. Pensemos que las mujeres votarían por 1ª vez en España en noviembre de 1933, es decir 121 años después, pero en definitiva dio los primeros pasos en el camino hacia la libertad que el absolutismo de los reyes Borbones se negaba a conceder. Nada más, esperando que la charla haya sido del agrado de todos ustedes no me queda más que darles las gracias.

            Manuel Garrucho Jurado. 2012

 

 

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