HOMENAJE A D. PABLO, X ANIVERSARIO
Respetado y admirado
Reverendo Cura Párroco Don Pablo:
Hace ya 7 años y 7 días,
que curioso un número bíblico por excelencia, que llegaste para estar hasta el
día de hoy con nosotros. Tenemos grabadas en nuestras retinas, las imágenes de
aquel complicado día 20 del mes de Junio de 2002, el famoso 20-J de la
convocatoria de huelga general, en el que viniste a tomar posesión como titular
de nuestra Parroquia Santa María de Gracia de Espera, y donde le recibimos con
una Iglesia abarrotada de feligreses.
Con los curas que vienen
nuevos, ocurre, y permítame el símil que hago con el máximo respeto, como con
los melones y sandías, que nos gustaría calarlos para conocer su naturaleza
interior, pero a diferencia de estas frutas, a los sacerdotes no lo podemos
pinchar.
Ciertamente ya le
conocíamos por las fotos, por cierto no muy favorecedoras, que aparecieron días
antes en el Diario de Cádiz, donde aparecía portando a la Sacratísima Custodia
bajo Palio en la festividad del Corpus Christi, celebrada días antes, creo
recordar, en Zahara de la Sierra. Pero mira por donde, y sin necesidad de
incisión alguna, también le calamos antes de que abriese su corazón y lo
ofreciera a nuestro pueblo. ¿La cata? Viendo a las personas que vinieron
acompañándole desde las anteriores parroquias en las que debutó y estuvo
desarrollando su labor pastoral, observamos como sus ojos llorosos, no podían
contener las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas y como al mismo tiempo
sus gargantas no podían impedir sus silentes y contenidos gemidos, ocasionados
por el vacío producido al perderle a partir de ese día, para venir al encuentro
con nosotros los feligreses espereños.
Pero si la prueba
anterior, pudiera haber resultado no definitiva, hubo otra que ocurrió cuando
una vez acabada la Función Religiosa de su toma de posesión, escuché mientras
cruzaba la Sacristía, a una familia sevillana a la que desconocía y que
desconozco, a pesar de que pienso que las he vuelto a ver alguna que otra vez, y
que comentaban a su nuevo destino algo así como: “Con todo y el mayor respeto
del mundo a su destino anterior, ahora si que está en una Iglesia con la
importancia que él se merece”.
Pero
no es esto lo que me tiene en este atril, sino una efemérides mucho más
importante para su persona:
El décimo aniversario de su consagración
sacerdotal.
Queremos mostrarle y
manifestarle nuestras más efusivas y cariñosas felicitaciones. Pedirle a Dios
que siga acrecentando su vocación y fortaleciendo su dedicación al servicio de
Dios y de los hombres y mujeres de nuestro pueblo, y al mismo tiempo rogar a
Jesús que nos haga partícipe de la inmensa alegría, satisfacción y júbilo que le
embarga por tal motivo y que irradia por cada uno de los poros de su cuerpo.
Quiero destacar esa
sensación que desprende, y que nos trasmite ineludiblemente, cuando le
escuchamos, ya sea en las homilías, en las reuniones, o en charlas particulares,
y que nos llega impregnándonos a todos, como consecuencia de su Fe
inquebrantable en Dios, así como su plena y total Esperanza en Cristo Jesús,
asumida en su propia y diaria actividad vivencial.
También quiero agradecer sus homilías cargadas de espiritualidad, donde hay un
mensaje claro, nítido, diáfano y reiterativo hasta la saciedad: la obligación
que tenemos como cristianos de cumplir con nuestro deber hacia las más
desfavorecidos y necesitados. Asimismo, agradecerle su insistencia machacona en
cómo hemos de llenar de contenido la vida de cada uno, haciendo nuestras y dando
plenitud, a esas palabras que tantas veces repites y con las que se te llena la
boca cuando las pronuncias:
Paz, Justicia, Vida, Verdad, Amor, Solidaridad,
Fraternidad, …
Nos gustaría poder
pagarle, pero de alguna forma extraordinaria, todo el bien que ha hecho como
Pastor durante el tiempo que lleva con nosotros dirigiendo esta Parroquia, por
su puesto aparte de que seguiremos pagándole de forma ordinaria hasta el último
día que permanezcas aquí, pero, ya sabe que estamos en crisis, por ello los
euros están tan escasos que brillan por su ausencia, mientras que las
necesidades se amontonan exigiendo respuestas más solidarias.
No vamos a preguntar que
cuánto le debemos, pues estamos seguro que nos respondería con las palabras de
San Pablo (1Co 9, 16-19. 22-23): “El hecho de predicar no es para mí motivo de
soberbia. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo
hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero si lo hago a pesar
mío es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga?
Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el
derecho que me da la predicación de esta Buena Noticia. Me he hecho débil con
los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea
como sea, a alguno. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo
también de sus bienes”.
Sólo
le pido que admita, y créame que lo siento pues no
es dinero, como pago a cuenta de la deuda de gratitud lo siguiente:
Primeramente, nuestras
sinceras y reiteradas felicitaciones por sus diez años de sacerdocio. En segundo
lugar, nuestro agradecimiento por la labor pastoral que lleva desarrollando en
nuestro pueblo de Espera. Y en tercer y último lugar, este fuerte, intenso,
sentido y merecidísimo aplauso que con todo nuestro mayor afecto, cariño y
respeto, le brinda la comunidad cristiana de Espera.
Y después de éste vibrante
y emocionantísimo momento, el atraco: un ruego suplicante y agradecido: Por
favor, Don Pablo, no se vaya de Espera, mientras no dejemos reorganizada y
reimplantada la Hermandad del Santísimo Cristo de la Antigua. Participando de su
misma Fe, Esperanza y Confianza en Dios, se que así será.
También hemos querido, que
de este acto que estamos celebrando, independientemente de la grabación en
nuestros ojos y en nuestros corazones, quede también constancia tangible de ahí
esos detalles y esa placa conmemorativa y que como no podía ser de otra manera,
le ha sidoser entregada por personas responsables y comprometidas con la labor
diaria en nuestra Parroquia.
Para terminar, podemos
prometerle y le prometemos, que cuando celebremos, aquí, sus bodas de plata
sacerdotales, lo haremos con la solemnidad que tal acto requiere y su persona
merece, y que pensamos estará presidida por Don Eduardo, que entonces será, con
toda ley y seguridad, Cardenal.
¡¡FELICIDADES
DE TODO CORAZÓN!!
Grupo de Liturgia
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2009 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA