CONTEMPLANDO AL SANTO CRISTO DE LA ANTIGUA
Podemos cambiar los clavos, y hasta los verdugos; pero la víctima sigue siendo
la misma: un pobre. El Santo Cristo de la Antigua es crucificado y agoniza, hoy,
en los pobres, los oprimidos y los parados. ¿Cómo denunciar hoy los verdugos?
¿Cómo alertar al "pueblo" que es, en su inconsciencia, seducido y manipulado por
la destreza de las raposas de este mundo? ¿Cómo traducir, en la predicación, la
sabiduría de la cruz?
Inicialmente es preciso ampliar nuestra comprensión de cruz y de muerte. Muerte
no es solamente el último momento de la vida. Es la vida toda que va muriendo,
limitándose, hasta sucumbir en un límite último. Por esto preguntar: ¿Cómo murió
Cristo? equivale a preguntar: ¿Cómo vivió? ¿Cómo asumió los conflictos de la
vida? ¿Cómo acogió el caminar de la vida que va hasta terminar de morir? Él
asumió la muerte en el sentido de haber asumido todo lo que trae la vida:
alegrías y tristezas, conflictos y enfrentamientos, por causa de su mensaje y de
su vida, la vida de su pueblo.
La Cruz que contemplamos no es solamente el madero. Es la corporificación del
odio, de la violencia y del crimen humano. Cruz es aquello que limita la vida
(las cruces de la vida), que hace sufrir y dificulta el andar, por causa de la
mala voluntad humana (cargar la cruz de cada día). Cristo no buscó la cruz por
la cruz. Buscó el espíritu que hacía evitar la producción de la cruz para sí y
para los otros. Predicó y vivió el amor y las condiciones necesarias para que
pueda haber amor. Quien ama y sirve, no crea cruces sino que lucha contra toda
cruz. Cristo anunció la buena nueva de la Vida y del Amor. Los bienpensantes,
los mentores del orden establecido se cerraron a él, le crearon cruces en su
camino y finalmente lo levantaron en el madero de la cruz.
La cruz fue la consecuencia de un anuncio cuestionador y de una práctica
liberadora. El no huyó, no contemporizó, no dejó de anunciar y atestiguar,
aunque esto lo llevara a tener que ser crucificado. Continuó amando, a pesar del
odio. Asumió la cruz en señal de fidelidad para con Dios y para con los seres
humanos. Fue crucificado por Dios (fidelidad a Dios) y crucificado por los seres
humanos y para los seres humanos (por amor y fidelidad a los seres humanos).
Asumir la Cruz de Cristo es empeñarse para que haya un mundo donde sea menos
difícil el amor, la paz, la fraternidad, la apertura y la entrega a Dios. Esto
implica apoyar y participar en la gestación de las infraestructuras económicas,
sociales, ideológicas, psicológicas y religiosas que hacen posible la justicia y
la fraternidad. Y este compromiso lleva como consecuencia crisis,
enfrentamientos, sufrimientos, cruces. Aceptar la cruz que viene de este embate
es cargar la cruz como Cristo la cargó en el sentido de soportar y sufrir por
razón de la causa que perseguimos y de la vida que llevamos.
Antonio J.
Aguilar Verdugo
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2010 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA