Quedémonos con las vísperas, con ese temblor de Espera, con ese desperezo de capullo que ya no es yema ni que aún es rosa, quedémonos entre dos luces de aguardo en una especie de impaciente lubrican en las veras de la aurora. Estos días que ahora vivimos tienen ese sabor de anden, en el que ya sentimos el ruido de la maquina del tren desde el que ya oímos su lejano pitido, ¿Qué hay más grande que una Espera, cuando se sabe que esa Espera desembocara en una dicha plena?, ¡nada!
Quedemos aquí cuando el pueblo se llena las manos de azahar, de velas, de detalles de ultima hora, cuando vemos pasar a Espera en el trajín de las vísperas de la pasión, ¡nada!, por más grande que eras las vísperas vividas, nos lo iguala.
Mirémonos, pensemos en nosotros sin salir más allá de nuestra unicidad, ¿cómo estamos viviendo todos estos días? Como un niño aguarda un día señalado de primera comunión, con un novillero apura las horas en el hotel, como un jardín pasas hojas de noche a la espera de abrirse una mañana entero, a la luz de un sol que aunque sabe que vendrá nunca sabe exactamente cuando.
Quedémonos aquí, cuando la saeta es todavía un pájaro volantón, viento sin cuerpo, ala acostumbrándose al aire, nota sin completar, grito haciéndose.
Quedémonos aquí, cuando los romanos no saben todavía que galas ponerse, para esa semana en la que será, la única tropa a la que aplaudan quienes somos sus morales enemigos.
Quedémonos aquí cuando los sayones aún no saben abofetear, flagelar, señalar, mofarse de un muchacho nacido en Belén, ante el que los siglos siguen santiguándose.
Quedémonos aquí cuando ninguno de los doces sabe que esa cena será la ultima, cuando nadie salvo el sabe que la pernocta en el gesemaní acabara rota de silencio cuando Judas por treinta monedas, venda al hijo de Dios.
Quedémonos aquí, cuando las dolorosas no saben que manto ponerse para ir a llorar al llanto absoluto, que tocas echarse por encima para cruzar una madrugá de frío luto, con qué corona ceñir una frente ya marchita por la pena.
Quedémonos aquí, cuando los ginos no saben todavía que la punta de su lanza, va a ser cáliz goteante cuando salga del costado de Jesús.
Quedémonos aquí, cuando nazareno no sabe que va a tropezar tres veces en la calle de la amargura, cuando Simón de Ciriné no sabe que se encontrará a un hombre que no puede con la cruz, y tendrá que ayudarle.
Quedémonos aquí, Espera haciéndose y preparándose, por que así es como asiste al divino espectáculo del Génesis, con una sola frase de Dios, hágase la Semana Santa en Espera
Hermanos mayores y Juntas de Gobierno de las Hermandades y Cofradías de Espera, Señor Párroco de la Parroquia Santa María de Gracia, Señor Presidente del Consejo de Pastoral Parroquial, Señor Alcalde de la Villa de Espera, Cofrades todos……..
Un año más nos reunimos para presentar nuestro Cartel anunciador de la Semana Santa de Espera y sean mis primeras palabras de este acto íntimo y sencillo, tras estos versos iniciales hacia las vísperas de la Semana Santa inspirados por mi Cristo Atado a la Columna ausente pero presente en nuestros corazos y en la bellísima estampa de este Cartel, de agradecimiento y aprecio; agradecimiento a los miembros de la Hermandad de San Antonio por la amable invitación que me cursaron para prestarle hoy mi voz a un Cartel ya de por sí suficientemente elocuente.
He venido simplemente a hablaros de un Cartel y de lo que ese Cartel representa, por que estoy absolutamente convencido de que son muchas las cosas que este Cartel puede decirnos a cada uno de nosotros, en lo profundo de nuestro Corazón y de nuestra Fe y en la hondura de nuestra Esperanza.
Primero aparecen dos columnas ascendiendo con un perfil esbelto entre la oscuridad sujetando un frontón que mantiene incrustado el nombre de la Hermandad, estas dos columnas son las bases en la que se sujeta una Hermandad, columnas que son como dos ángeles de la guarda que luchan por mantener esta Hermandad y mantener el lema de la misma:
Paz, amor y fraternidad.
Como fondo de este Cartel se ha querido dejar la majestuosidad de un negro puro, un negro de silencio, un negro de seriedad, un negro que deja sitio a la reflexión, que deje sitio al rezo, que deje sitio a cuantas palabras y pensamiento salgan de nuestro corazón y que se clavan en esa imagen flagelada.
¡Silencio!, guardad silencio,
que viene la cofradía
y una cruz en guardia
de Jerusalén la guía.
¡Silencio! Guardad silencio,
total, absoluto, austero,
y escuchad los firmes pasos
que traen los nazarenos
¡que cese la algarabía!
Dejad pájaras el trino,
Que en el profundo silencio
se oiga el divino suspiro
Que todas las fuerzas callen
Y se descubra el amor
de quien siente ese flagelo
Con ansias de Redentor
Sigamos imaginando ese cartel que ya falta pronto para que salga a la luz.
Desde la oscuridad y entre los pilares de la fe, viene apareciendo la Virgen, nuestra señora de los Desamparados, siempre detrás de su hijo sin quitarle la vista de encima, ayudando a los desamparados y sirviéndoles de luz, como la llama encendida que cura las heridas de ese flagelo robusto y esa corona de espina que portará hasta la Cruz.
Prepara bien esas luces,
Enciende ya esas velas,
Que alumbre a la más divina
Que desamparada espera
Por que se que cuando pasa
La columna flagelada
Viene detrás tu mirada
Ardiendo como una brasa
Y que va tras su Cristo
Hasta llegar a la Iglesia
Cuando él se gira
Y se dirige hacia ella
Para poder ampararla
Y calmarles sus penas
Virgen de los Desamparados
Camino, luz y faro
De los que andamos en la agonía
Danos tu fuerza madre
Que ante ti abro mis manos
Danos tu fuerza Madre
Reina de los Desamparados
Y como íbamos a dejar fuera apareciendo como la Virgen, a San Antonio, mi San Antonio Bendito, Cruz de guía de esta Hermandad, hermano mayor honorífico, que abriéndole paso va a nuestro Santísimo Cristo.
Cruz de Guía Espereña
Primicia, glorioso y santa
De la postración levanta
Y piadosa el alma sana
Mi San Antonio Bendito
Tu fuerza imponente emana
Al pueblo con voz potente
Que el cordero penitente
Dio su sangre por amores
Por afanes redentores
Y fue hasta la muerte obediente
¡Cruz de Guía reverente!
Luz de la Semana Santa
¡Bendito seas por siempre!
Y por último centrando todas las miradas del Cartel el Cristo Atado a la Columna.
Cuando lo miréis fijamente, pensad en lo que os voy a decir, tenemos un solo Cristo, pero tenemos muchos Cristo, sí, hay muchos Cristos detrás del perfil de esa flagelación semidesnuda, muchos Cristos cotidianos y abandonados a la soledad del dolor y de la tristeza. Muchos Cristos sin la inminencia temprana del azahar y sin la emoción de la primavera pletórica de Espera. Son los Cristos de la soledad y del abandono. Los Cristos que se refugian bajo los puentes. Los Cristos que se hacinan en las cárceles y consumen la última copa del desarraigo. Todos y cada uno de nosotros los hemos visto en alguna ocasión, aunque a veces volvamos la cabeza o cerremos los ojos, porque resulta más fácil la indiferencia para nuestras vidas instaladas en la comodidad y en la rutina. Por eso, permitid que por un instante me dirija al Santísimo Cristo Atado a la Columna. Te amaban y te aman, Señor. Extraviaron un día el camino como tantas veces lo extraviamos nosotros mismos. Pero Tú lo sabes, Señor, porque hay un Centro en el que no eres sólo herido clavel de Miércoles Santo, sino santidad cotidiana. Sé que día a día tu Columna levanta la inocencia de los inocentes. Por eso, Señor, deja que ahora también dedique mis palabras en la presentación de este cartel a esos Cristos, a esos Cristos que no tienen en torno a sí el esplendor barroco de los candelabros ni los sones marciales de la trompetería. Yo sé que un día lejano, Señor, esos Cristos entrarán en el Reino de los Cielos de tu mano atada. Por eso, este sencillo cartel que ofrendamos a Espera no es sólo tú imagen, Señor, sublimemente humana. Es también la imagen de todos los que sufren en silencio, la imagen de los hombres justos. Ojalá que en el suave contraluz de las sombras de este cartel sepamos siempre ver junto al perfil barroco de tu muerte, Señor, a esos otros Cristos que nos tienden la mano y la mirada mendicante:
Capataz, lleva despacio a ese Cristo
Que va atado a la Columna
Y que morirá en la Cruz
Que no le roce ni el aire
Que se mece por las ramas
Porque puede dilatarse
El manantial de su talla
Ni la ráfaga de luz
Con su raso azahar
Ni el suspiro del naranjo
Cuando vayas a llamar
Ni el clavel de la ventana
Ni el geranio del balcón
Ni el frío de la noche
Ni el reflejo del farol
Ni la música siquiera
De la saeta que cante
Ni el Padre Nuestro que brilla
De la sedienta garganta
Ni la luz de las estrellas
Ni el pétalo de la brisa
Ni el trepidar tan chiquito
Ni el pisar del costalero
¡Costalero! Que no se caiga,
porque tú le llevarás por las calles de Espera
llévalo con cariño,
muéstrale tu devoción
que él lo hizo contigo
y murió por tu Salvación.
Oh señor
Lloramos con emoción
Viéndote tan fatigado
Bañado en sangre y sudor
Y de espinas coronado
Tú nunca nos abandones
No nos niegues tu favor
Cólmanos de bendiciones
¡Cristo protégenos!
También Quiero hablar del libro de la Semana Santa
Un libro al que hemos querido darle un enfoque distinto, un libro donde además de las Hermandades y Cofradías de nuestro pueblo, aparece reflejada la opinión del pueblo de Espera en sus numerosos artículos como podréis comprobar.
Y agradecer de ante mano en mi propio nombre y en el de la Hermandad, el esfuerzo realizado por la sección de Jóvenes Cofrades de Nuestra Hermandad, ya que se han encargado íntegramente de la realización, diseño, montaje y financiación de este libro que tendréis en breve en vuestras manos.
A continuación, el Teniente Hermano Mayor de la Hermandad de Cristo Atado a la Columna, Nuestra Señora de los Desamparados y San Antonio y un representante de la Sección de Jóvenes Cofrades de la Hermandad, procederá a descubrir el Cartel Oficial de la Semana Santa de Espera 2.005
Y poco me resta ya por decir, porque seguro que estáis impacientes por ver el Cartel.
Quisiera concluir este acto reiterando mi gratitud a quienes me han permitido pronunciar estos versos y estas reflexiones, y a todos vosotros porque hacéis con vuestra presencia más grande aún si cabe la Semana más inolvidable, la Semana Santa en Espera. Y por último como no, a la Agrupación Musical Nuestra Señora del Carmen, de las Cabezas de San Juan, antigua Banda Las Aguas, que tienen su merecido hueco en la Historia de la Semana Santa Espereña y en la de nuestra Hermandad.
Y me gustaría terminar con unas palabras hacia nuestros costaleros, que gracias a ellos podemos llevar a los rincones de nuestro pueblo la Semana Santa, y que posteriormente se la va a hacer entrega a cada uno de ellos de un obsequio con el que la Hermandad quiere agradecer su dedicación hacia la Semana Santa de Espera durante tantos años.
Autor: Germán Mancheño Sánchez
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2005 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA