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FOLLETO SEMANA SANTA 2004

Carta Hermano Mayor de Jesús

                                                             

“…Terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron  su ropa y se lo  llevaron  para crucificarlo. Al salir encontraron a un hombre  de  Cirene  que se llamaba   Simón y lo  forzaron  a  llevar su  cruz…”

                                                         Mt. 27, 31 – 32

Así relata   San  Mateo el  comienzo de la  Pasión de   Jesús y cuántas  veces la  hemos leído  y la hemos  visionado en nuestra  mente  intentando  imaginar  lo que Jesús sintió en esos momentos  cuando portaba la  Cruz  con su  cara   ensangrentada por la  corona  de    espinas, su espalda  abierta  por  los  latigazos, sus muñecas  abiertas por   tanto  golpe recibido  y  encima soportando la burla  de  los romanos, y  aun  así Jesús  se  mantenía   callado. El permanecía  callado porque  cumplía la  voluntad del  Padre: “Padre mío si es  posible, que  se aleje de  mi ese  trago. Sin embargo,  no se  haga  lo que  yo  quiero, sino lo que quieres   Tú” (Mt. 26, 36)

            Bendito silencio el de  Jesús: silencio ante el  Sanedrín que lo acusaba, silencio ante  Pilatos, silencio cuando el pueblo gritaba la liberación de   Barrabás, cuando le  azotaban, cuando le   coronaron  de  espinas, cuando le crucificaban, cuando le insultaban  camino  del Calvario… Silencio, siempre  silencio.

            Con esta  conducta, Jesús nos enseña  lo importante  que  es  el silencio en  muchas  ocasiones  y como todo esto vuelve  a  cobrar  vida la Madrugada  del Viernes   Santo, al  ver  a nuestro  Nazareno  y nuestra  Madre llena de   Dolores por  nuestras  calles, con el que  sobran las palabras. Acompañamos así a Jesús en su silencio, haciéndonos  uno  con  Él  e  intentando ser ese  Cireneo que callado  ayuda  como  puede al  Señor en ese momento de  dolor y  tristeza  y lo  acompañamos  haciéndole sentir  que  no está solo, que tiene  muchos cireneos.

            Y en estos momentos  nuestra oración  callada  y abrazada por  el  frío de la  noche e iluminada  por los cirios  gastados, debe tener  presente  a tantos y tantos  que aun permanecen  callados  y que   no  se les  da  oportunidad  de poder  lazar  la voz, y que siguen siendo  despreciados, marginados, explotados, abandonados o asesinados, para que nuestro silencio  y nuestra oración en esa  noche se unan  con Jesús  por  todos esos nuestros Hermanos.

Participemos, pues  un  año  más en esta   Semana  Santa  con devoción, pero también  y sobre  todo con nuestro compromiso  ante  los  demás como  Jesús  lo hizo, hasta el extremo de lavar los pies a  sus  discípulos como signo de  su servicio humilde y sencillo, para  luego morir crucificado entregándonos hasta  su último aliento  de amor y Resucitar para vivir para siempre en medio de nosotros.

            Que Nuestro  padre Jesús Nazareno y su madre Nuestra Señora  de los Dolores nos  bendigan a  todos.

                                                                                        Miguel Salas  Romano

                                                                                                   Hermano Mayor

                                          

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@ Antonio Durán Azcárate. 2001  - 2004  Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA